Dennis Rodman, the Big Bad Boy

Cuando el mundo baloncestístico ya empezaba a echar de menos el brillo de los Celtics de los 80’s, y al mismo tiempo que se apagaba la Magia de los Lakers, surgieron en Detroit un grupo de jugadores, para siempre los Bad Boys, situados entre la era Bird&Magic y la era Jordan. En ese grupo de “chicos malos” Dennis Rodman era un actor secundario, aunque su carrera dentro y fuera de las canchas justifica que hablemos de «The Big Bad Boy»

Drafteado en segunda ronda del 86 (qué buenas segundas rondas ha dado la historia de la NBA), Rodman inauguró su primer año como profesional en la NBA jugando 77 partidos con un promedio de 15 minutos por partido. El “gusano” fue ganando protagonismo en aquellos Pistons de finales de la década de los ochenta, al mismo tiempo que ganaba jerarquía defensiva en la liga. Excelso reboteador, Rodman llegó a promediar más de 18 rebotes por encuentro en sus dos últimas temporadas (1992 y 1993) en los Pistons, las menos brillantes de un colectivo que había ganado las finales de 1989 y 1990.

Quizás sea por esto que Rodman, ayer en rueda de prensa, no llegaba a explicarse el porqué de este homenaje. Si, él participó en los dos campeonatos de la franquicia, pero lo hizo siendo un jugador de rotación (importante, eso, si), disputando en torno a 28 minutos por encuentro en las temporadas que acabaron con la victoria de los de la Motown. Pero su intensidad defensiva y su poder reboteador crecían en playoffs, y siendo todavía joven y todavía actor secundario de aquellos Pistons de Thomas, Dumars, Laimbier y Chuck Daly, en los playoffs completos del 4-0 a los Lakers, Rodman promedió 10 rebotes por encuentro.

En su homenaje de ayer, Rodman echó de menos ayer a Chuck Daily, entrenador que le marcó como probablemente ningún otro, con el que vivió sus primeros siete años como profesional. Su desvinculación con la ciudad es tal que ayer admitió que la última vez que estuvo en Detroit fue en un partido en el año 1998. Ayer volvió a su casa. No van a volver a pasar más de 10 años desde que regrese. Cuando lo haga verá su camiseta colgar junto a la de Isiah Thomas, Joe Dumars, Bill Laimbier y Vinnie Johnson, compañeros y bad boys.

«El gusano» es un ejemplo de jugador por encima de las estadísticas. Y esta es otra explicación a la retirada de su número 10 de los Pistons (lo siento Greg Monroe). También es un ejemplo de comportamiento extradeportivo extremo, o lo que es lo mismo, de que la vida real supera a la ficción. Lo más normal que ha hecho fuera de las canchas ha sido salir con Madonna o contraer (un breve) matrimonio con Carmen Electra. Todo en Rodman es histriónico y anormal. Desde presentar su biografía vestido con traje nupcial hasta conceder una entrevista de radio en pleno encuentro sexual. El jugador de las mil caras.

Aunque sea fácil irse a su vida «privada», Rodman es un jugador que ha alcanzado unas cotas importantísimas en la NBA. Dos veces AllStar (1990 y 1992), dos veces jugador defensivo del año (1990 y 1991), siete veces presente en elquinteto defensivo del año (1989, 1990, 1991, 1992, 1993, 1995, 1996), cinco campeonatos (1989 y 1990 con los Pistons; 1996, 1997 y 1998 con los Bulls). No está nada mal para un tipo que llegó a los Bulls a cambio de Will Perdue.

En su última aparición en la NBA vistió la camiseta de los Lakers, donde compartió vestuario con Kobe Bryant, Shaquille O’Neal, Derek Fisher o Derek Harper, entre otros. Incluso ese año, cuando ya tenía 38 años a sus espaldas, promedió más de 10 rebotes por encuentro. El balón le quería.


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