Draft 2011: el futuro no es ahora

Ahora que el Draft 2011 de la NBA ya es historia, llega la hora de llamarlo por su nombre: un misterio absoluto.

Y eso no es siempre algo malo. Como el número 2 del mismo, Derrick Williams, se empeña en repetir, “no se puede juzgar a un Draft hasta que han pasado dos o tres años del mismo”. Pero si hay algo que ya sabemos de este curso en particular es que no se puede decir que haya generado demasiadas buenas expectativas. En realidad, justo lo contrario.

Porque muchos de los expertos analistas que tienen los mass media norteamericanos vaticinan que el impacto de los jugadores que la temporada que viene serán rookies en la actual estructura de poder de la NBA será, como mucho, mínimo. Incluso los máximos dirigentes de los Cavaliers, que este año elegían en dos de los primeros cinco puestos, admiten que tendrán que pasar algunos años para poder apreciar en su plenitud tanto a Kyrie Irving (número 1 de este Draft) como a Tristan Thompson (número 4).

Eso tiene sentido, considerando que uno y otro tienen tan solo 19 y 20 años, respectivamente, pues, mirando hacia atrás, ni tan siquiera megaestrellas de la Liga como Kobe Bryant, Kevin Garnett o Amar’e Stoudemire rompieron el molde en su primer año en la NBA. De los tres, solo Stoudemire anotó más de 10 puntos por partido en su primera temporada como profesionales.

El contrapunto es LeBron James, estandarte del triunfo adolescente. Cierto es que James anotó casi 21 puntos por partido cuando debutó con Cleveland, pero los Cavs terminaron aquella regular season con un 35-47 de balance, quedándose fuera de los Playoffs. Así que, básicamente, incluso los jugadores que llegan con la aureola de cambiar los preceptos hasta ahora conocidos de la NBA, necesitan algunos años para ajustarse a las exigencias del profesionalismo.

La complicación llega con el que parece mandato de lockout que está ya a la vuelta de la esquina. Probablemente el viernes se oficialice la noticia que ninguno de nosotros quiere leer, aunque lo que ya está claro es que el impacto de tal acontecimiento en los rookies no puede ser, de ningún modo, desestimado. Una huelga significa nada de consejos ni instrucciones por parte de General Managers ni entrenadores en las instalaciones de las franquicias. Tampoco Summer League ni las primeras evaluaciones a los jugadores que ella desencadena. Y sin evaluaciones, los rookies se quedan sin guías sobre las que trabajar para mejorar su adaptación a la NBA una vez ésta comience.

Aún así, incluso sin lockout, altos ejecutivos de buena reputación como Sam Presti (GM de los incipientemente exitosos Oklahoma City Thunder) admiten sin contemplaciones que este Draft es algo más que una adivinanza. Echemos un rápido vistazo a las diez primeras elecciones como evidencia:

Irving (nº1) ha jugado tan solo 11 partidos como pointguard con Duke. El nº2, Williams, se hizo un nombre en Estados Unidos tan solo después de su enorme partido precisamente ante Duke en el cuadro final del torneo estatal de la NCAA. Del nº3, Enes Kanter, poco se puede decir más que el traje de calle le sienta fenomenal, pues ha jugado tantos minutos con Kentucky como tú y como yo. La elección de Thompson en el nº4 fue todavía más, si cabe, una sorpresa, considerando el 49% de acierto que acredita en tiros libres. Mejor pasar de las tres próximas elecciones (números 5, 6 y 7) pues, siendo europeos, nadie garantiza a día de hoy que la próxima temporada jueguen en la NBA. Y finalmente Brandon Knight, Kemba Walker y Jimmer Fredette (números 8, 9 y 10 respectivamente), todos llegados al Draft tras una muy buena temporada, pero cuyo triunfo individual en la universidad no siempre se corresponde con años exitosos en el profesionalismo. Algo al respecto pueden explicar nombres como Ed O’Bannon o Mateen Cleaves.

Uno podría comparar esta clase de 2011 con la del 2000, en la que en las diez primeras elecciones de aquel Draft se incluían nombres tan olvidados como los de Marcus Fizer, DerMarr Johnson, Chris Mihm o Kenyon Dooling. Otro Kenyon, Martin, fue la primera elección aquel año, mientras que Stromile Swift fue la segunda y Darius Miles la tercera. Ninguno de los tres jugadores horribles, pero no exactamente Chamberlain, Russell o Bird, tampoco. De hecho, quizá el mejor jugador que ese Draft proporcionó fue Michael Redd quien, por cierto, fue seleccionado con el número 43.

Si este Draft 2011 es definitivamente pobre o no, no lo sabemos hoy y solo el paso del tiempo nos lo dirá; pero, a juzgar por sus diez primeras elecciones, no se puede más que comprender que genera muchas dudas.


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