El enfado de un Knickerbocker

Amare Stoudemire tenía doce años cuando su padre murió de un ataque al corazón. Por aquel entonces, su madre entraba y salía de la prisión continuamente. Carmelo Anthony tenía solo dos años cuando su padre falleció, lo que obligó a su madre a llevárselo a un gueto infecto en los alrededores de Baltimore. Anthony Carter creció en una de las zonas más pobres de Atlanta, codo con codo con los principales traficantes de droga de una de las cinco ciudades más importantes de los Estados Unidos. Shawne Williams proviene de un entorno conflictivo de un oscuro distrito de Memphis. Shelden Williams, por su parte, es natural de una familia obrera establecida en Oklahoma City. Y Renaldo Balkman proviene de Staten Island, en New York. 

Todos los hombres arriba mencionados forman parte de la actual plantilla de los New York Knicks. Aunque ninguna de las familias de los hombres arriba mencionados hubiera podido nunca permitirse tener abonos de temporada de los New York Knicks.

Ok, en caso que os estéis preguntando a dónde lleva todo esto, deciros que ya hemos llegado: James Dolan, propietario de la franquicia de la Gran Manzana, ha decidido que ha llegado la hora de elevar los precios de los abonos del Madison Square Garden a partir de la próxima temporada en un importe medio del 49%.

Sí, lo habéis leído bien. Los abonos de temporada de los Knicks costarán, de media, un 49% más la temporada que viene. Lo que no deja de sonar, como poco, raro, considerando que ya a día de hoy, los asientos del MSG son los segundos más caros de toda la Liga. Tickets que para el más común de los mortales ya eran inalcanzables, se saldrán de la órbita de nuestro universo a partir del próximo mes de Octubre. Eso no es todo. Algunos “ducados” a pie de pista costarán un 173% más la próxima temporada. Es decir, los asientos detrás del banquillo de Mike D’Antoni por los que hoy pagaríamos 330$ de cara al partido de esta próxima noche ante Orlando, costarán 900$ el día del primer encuentro de los Knicks en casa de la próxima temporada 2011-12.

Se puede ser, sin embargo, optimista. 900$ pueden dar para mucho: Más opciones de que te llegue alguna de las camisetas que se lanzan en los tiempos muertos, mejor visión de las Knicks City Dancers o de las rastas de Renaldo Balkman, poder agarrar del hombro a Spike Lee y decirle “Hey, me encantó Do The Right Thing!”…

Los ejecutivos de los Knicks, más que nunca en el papel de ejecutivos, defienden tal atraco (o lo que ellos llaman “periodo de ajuste en el precio de los abonos”), pero olvidan el compromiso adquirido por el propio James Dolan de no subir los precios de los tickets hasta que el equipo ofrezca un producto ganador. Y, tristemente, existen ya dos principales defectos a este argumento:

1) El único motivo por el que New York Knicks ha sido una franquicia con horribles resultados durante tanto tiempo es el mismo Dolan. Un hombre cuyas habilidades decisorias tan solo podrían ser comparadas a las de Michael Jordan en los Bobcats. O, dicho de otra forma, durante la reciente y no precisamente corta era de putrefacción, Dolan ha sido el responsable de la contratación de Isiah Thomas y, por ende, de de pesadillas como Stephon Marbury, Eddy Curry, Jalen Rose, Jerome James o Zach Randolph, entre otros.

2) Y en la actualidad, sobran los calificativos. 7-9 desde la llegada de Carmelo Anthony a cambio de, bien, casi todo lo bueno que había (para escépticos, comprobad el rendimiento de Denver Nuggets desde la llegada de Wilson Chandler, Danilo Gallinari, Raymond Felton y Timofey Mozgov). 28-26 a la llegada de Melo, 35-35 hoy, con la sexta posición de la Conferencia Este perdida entre tanto. Lo grave es que, por el momento, peor que el balance victorias/derrotas desde la llegada de Anthony, es el juego del equipo en esos 16 partidos.

La única realidad es que estamos ante una entidad deportiva tratando de exprimir hasta el último céntimo a sus principales clientes. Unos mass media nacionales e internacionales alzando la voz ante todo el mundo por lo desacertado del último y tan sonado intercambio de jugadores. Y, como colofón, unos fans (de los que se aprovechan) tan enamorados del producto que harán todo lo que esté en sus manos para seguir teniendo acceso al MSG.

Tan triste como erróneo.


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