Kuzma, LeBron y la desidia: intrahistoria de un empujón

Como un coulant cuando lo hieres con la cuchara y ves estallar heroicamente su contenido. Así fue el empujón de anoche que tuvo lugar durante la derrota de los Lakers ante sus vecinos los Clippers: repleto (rebosante, diría) de intrahistoria.

Kyle Kuzma (el empujador), LeBron James (el empujado) la defensa (que no existió) y el punteo (que llegó macabramente tarde).

Dos versiones, misma conclusión

La jugada puede tener dos versiones, según como interpretemos el origen de la misma, y definamos a qué jugador de los Clippers estaba marcando Kuzma y cuál correspondía a James.

Pero como decimos, eso es tan solo el punto de partida, y ni de lejos lo más importante de la narrativa que podemos extraer a si observamos al completo la acción.

¿Acaso importa si el ’23’ debía intercambiar su marca de Harrell a Gallinari? ¿Importa que Kuzma cayera presa del bloqueo involuntario de James en su persecución al italiano?

Porque más allá y sea cual sea el modo de valorar la pizarra defensiva de los de Luke Walton en esa jugada, hay una cosa que abundaba en ella: una tremenda ausencia de solidaridad.

Porque la jugada en sí (parece, o así es como yo lo entiendo) habla de que LeBron, –que es quien está, antes del saque de fondo, emparejado con Montrezl Harrell– debería haberse mantenido con el ala-pívot en su aventura perimetral. Pero no lo hace. Duda. Y se queda en tierra de nadie. Hasta ahí bien; todos hemos perdido a nuestra marca alguna vez.

El problema viene justo a continuación. Porque Beverley es a justo a Gallo a quien asiste, y en esos momentos, el defensor que más cerca está de él, es Viktor Navorski con ropas de baloncesto.

La desorientación de James, su vacilar, no solo le impide salir a por Harrell, si no que en su indecisión provoca un bloqueo no deseado a Kyle Kuzma, el jugador encargado, a priori, de ir a puntear el potencial disparo rival.

Lo grave es que esa desorientación, James la pudo enmendar, incluso aprovechar. Porque la regla no escrita de la camaradería en cancha, dice que el jugador más cercano al tirador, es quien corre al punteo.

Así, no

Pero LeBron James, que hace dos días azuzaba al mundo con su «adelante, ya veremos que pasa», tuvo que recibir un (soberano) empujón de un sophomore que rozó la mala leche y destapó un par de vergüenzas. El rey levantó el brazo casi por obligación discursiva y veterana; que el tiro golpeara el hierro fue lo de menos.

Los Lakers se alejan de playoffs al mismo ritmo con que las hojas caducas del otoño reciben los hits del verano.

Tener al jugador más desequilibrante del planeta de nada sirve si defiendes con cuatro. Y tuvo que ser Kuzma, que no ha pisado una postemporada en su vida, quien se lo recordara a un Hall of Famer de ocho Finales consecutivas y que no se pierde unos playoffs (van 13 consecutivos) desde su tercer año de carrera NBA.

(Fotografía de portada de Harry How/Getty Images)


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