El futuro de Rose en los Knicks se vuelve borroso

Soy un romántico. Quizás por ello tenga cierta predilección por Derrick Rose. El ahora jugador de los Knicks -tras un tormento de lesiones- lidia desde hace tiempo con lo más duro para un deportista de élite: ver como su cuerpo, su baloncesto, su imagen sobre la cancha… menguan cuando su carrera debería estar en su mejor momento.

Justo por eso, al ver que su siguiente destino -dejando atrás su amor por la ciudad del viento- era Nueva York, me ilusioné. Justo por eso soy de los que cuando penetra, salta, rectifica y anota -al estilo de siempre-, esboza una sonrisa. Justo por eso me duele que ahora su futuro, tras la ausencia sin aviso del partido ante los Pelicans, se aleje a pasos agigantados de la Gran Manzana.

Como es lógico, en el despacho de los Knickerbockers no ha gustado nada su espantada. Más allá de las razones que han aflorado -Joakin Noah afirmó que se trataba de un problema familiar-, la imagen de tener a entrenador y compañeros sin saber que no contaban con él hasta el comienzo del partido, y la posterior de ver a varios empleados llamándole por teléfono y buscándole en su domicilio sin suerte, no va a quedar en nada. Así, la pregunta es: ¿qué harán los Knicks?

Por ahora sabemos que le han multado -que no suspendido-. El castigo puede parecer irrisorio a simple vista, pero apunta a ser sólo la primera piedra de un muro que no pueda superar el que fuese MVP, una pared que haga caer de bruces la que podría haber sido una aventura idílica entre ‘la ciudad que nunca duerme’ y el niño prodigio de Illinois.

Más claro. Rose está en su último año de contrato, y lo que hasta hace 24 horas parecía encaminado a verse varios años más jugando sobre el mítico Madison Square Garden, se torna ahora en una niebla que despierta demasiadas dudas en Nueva York. No lo digo yo, lo dice Adrian Wojnarowski, cuyas fuentes afirman que el comportamiento de Rose ha puesto en peligro la posibilidad de tener en julio una lucrativa extensión de contrato.

Deseo de quedarse

Ese cambio de parecer en la oficina de los Knicks, pese a que queda mucho tiempo por delante, dejaría sin efecto alguno el deseo del ex de los Bulls. Sintiéndose casi como en casa, Rose afirmaba a principio de diciembre que quería jugar el resto de su vida en Nueva York. Y eso lo hacía antes de que su juego diese un salto en los 30 días siguientes, y es que el último mes de 2016 nos dejó su mejor versión con 19,6 puntos y un 44,5% en tiros de campo.

Frustración con Hornacek

El motivo oficial de su viaje a Chicago ha sido la familia, pero más allá de ello hay otro tema que puede haber influido en su comportamiento de no avisar a la franquicia de su ausencia: el descontento con el entrenador. Para quien lo ha sido todo en un equipo, ni el paso de los años hace asimilar al cien por cien que tu papel ha cambiado. Por ello, partidos como el del último triunfo contra Milwaukee, cuando Jeff Hornacek le dejó sentado para optar por Ron Baker en los momentos decisivos, no le han sentado nada bien, ya que según fuentes manejadas por The Vertical, cree que su importancia en los finales de partido ha ido disminuyendo con el transcurso de la temporada.

Lo dije al empezar. Me encantaría que su carrera continuase como ‘knickerbocker’ y que su influencia ayudase a que New York diese el salto a ser un equipo asiduo de Playoffs. Pero si no puede ser, aún es un chico de 28 años que tiene que seguir haciendo lo que ama: jugar al baloncesto.


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