Justin Holiday: prisas, ninguna

Pocos jugadores en la NBA presentan un currículum tan diferente como el de Justin Holiday (California, 1989), un currante de la NBA, un tipo al que no se le cayeron los anillos cuando tuvo que empaquetar sus cosas y marcharse a Bélgica, a todo lo desconocido que podía ser el baloncesto belga y el país para un joven chico salido de la Universidad de Washington, donde compartió vestuario con Isaiah Thomas.

Cuatro años en la NCAA, ciclo completo para el escolta, que no vio recompensada esa calma, esa ausencia de prisas por llegar al profesionalismo, con su presencia en el Draft de 2011. “Es muy limitado como anotador. Demostrar que su potencia anotadora de principio de curso no fue casualidad será uno de los factores que determinarán si puede tener sitio en una plantilla de la NBA”, analizaba DraftExpress en las semanas previas a ese citado Draft de 2011.

“Fue difícil, porque tuvimos que adaptarnos y entender el idioma, qué tipos de comida había…”, relataba la mujer de Holiday sobre su primer experiencia profesional, mediados de agosto de 2011, rumbo a Bélgica. La esposa de Holiday lo contaba años después, con su marido ya en los Warriors, dentro de un reportaje realizado por Golden State para narrar el cómo había sido el trayecto del escolta hasta llegar a Oakland.

Coleccionista de títulos

Y es que a Holiday nadie le llamó ese verano para ir a Las Vegas o a Orlando a las tradicionales Summer League. No entonces, por lo que buscó la oportunidad y los minutos en el Okapi Aalstar, máxima división de Bélgica. Ahí, a miles de kilómetros de casa, daría el pistoletazo de salida a su esencia de trotamundos. Y allí, debutaría en competición europea y empezaría a sumar trofeos para su palmarés, en una corta carrera por el baloncesto medio europeo que le dio una Copa de Bélgica (2012) y una Liga y una Copa de Hungría (2014). Además, dos participaciones en la Eurochallenge, entonces tercer torneo europeo en importancia, y organizado por FIBA Europe, que le reportó la cuarta posición con el Szolnoki Olaj húngaro en 2014. Ya entonces, Holiday sí había conseguido debutar en la NBA, nueve partidos con los 76ers en 2013, al lado de su hermano Jrue. Porque Holiday ya había decidido de cara a la 2012/13 que su lugar debería ser la NBA, aunque eso le costase ser cortado hasta dos veces en pretemporada (por Cavaliers y por Blazers) y una larga travesía en la incómoda D-League, que le sirvió para brillar y llamar la atención de Philadelphia de cara al tramo último de la campaña. The Fireman promedió 15,8 minutos, con 4,7 puntos y 1,7 asistencias por duelo.

No le valió de nada eso, ni su trabajo posterior en las Ligas de Verano de Orlando con Philadelphia, repitiendo la experiencia de 2012. Fue cortado, maniobra que repitieron los Jazz en ese otoño de 2013. No había sitio para él, por lo que emprendió la ruta de nuevo, para triunfar en Hungría.

Las Vegas, premio gordo

En 2014, la carrera de Justin Holiday se encontraba en un buen punto, pero el tiempo se le podía empezar a terminar si quería volver a golpear la puerta de la NBA. Había competido a muy buen nivel en el basket medio del Viejo Continente y creía que lugar podría ser la NBA. ¿Cómo alguien que venía de Bélgica y de Hungría iba a ganarse un lugar en alguna franquicia? Pues demostrando ante los ojos de quien sabe y de quien te ve lo que se vale. Holiday lo hizo con los Warriors, en una espectacular Liga de Verano de las Vegas (14,8 puntos de media) que le sirvió para firmar como agente libre en septiembre y quedarse en la plantilla de Golden State para toda la 2014/15. Él no lo sabía pero en ese momento acababa de convertirse en futuro ganador del anillo. Su rol en Oakland no pasó de ser puntual, aunque vivió sus mejores momentos entre finales de 2014 e inicios de 2015, con partidos de hasta 18 puntos y minutos continuados.

En los playoffs 2015 apenas tuvo importancia y en las Finales jugadas ante los Cavaliers, sólo apareció con todo sentenciado en el cuarto partido. Pero para un jugador como él, con todos los factores señalando a una aceptable carrera en Europa pero sin el sueño de la NBA, volver a la competición y formar parte del equipo triunfador, era más que notable.

Sigue el viaje

El 1 de julio de 2015, Holiday abandonaba los Warriors y era a todos los efectos agente libre. Pocos días después, pasaba a estrenar otro destino, Atlanta y por el mínimo salarial. En febrero de 2016 era traspasado a los Bulls y en julio de ese año, con la maleta siempre a cuestas, entraba a formar parte de la operación que colocaba a Derrick Rose en los Knicks.

Ya venía Holiday de unos buenos meses en Chicago, lo que sin duda le tuvo que animar para buscar su mejor aporte en la 2016/17. En la Gran Manzana encontró la estabilidad y la regularidad que casi siempre le había faltado durante sus etapas NBA. Él sabía que le quedaba un curso de contrato y que de sus prestaciones en esa campaña iba a depender mucho su valor para el mercado veraniego. En marzo, cuando se empezaba a valorar la posibilidad de que volviera a compartir vestuario con su hermano Jrue, Justin declaraba para el New York Post “si jugamos juntos, sería un sueño hecho realidad y tendríamos éxito haciéndolo”.

En ese sentido, hace pocos días se habló de los deseos de los Mavericks de colocar a los dos hermanos en la franquicia. El bagaje de Holiday en este año ha sido buenísimo y se ha convertido en el único jugador de todos los Knicks en disputar los 82 partidos de Liga Regular y en uno de los diecisiete que lo han hecho en toda la NBA en la 2016/17.

“Lo mejor para mí es que no me estrese pensando en la agencia libre”, apuntaba en ese mes de marzo para el Post. El verano ha llegado y las pretensiones de Holiday de “establecer un hogar fijo, es muy importante para mí”, que ya esbozaba en ese vídeo de los Warriors, pueden estar más cerca. Su trabajo le avala. Su paciencia, también.


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