Knicks: con/sin Amar’e, sin/sin opción

Llevan los fans de los Knicks preparánose desde el final del Game 2 de su serie contra Miami Heat, sin reconocerlo, para asumir la segunda post-temporada consecutiva sin conseguir ni tan sólo una mísera victoria.

Más aún cuando se supo que, tras ese último partido, un tan irado como estúpido Amar’e Stoudemire se lesionó su mano golpeando uno de los cristales de emergencia del American Airlines Arena. Rabia contra autocontrol, victoria clara de la primera, con resultado devastador: Stoudemire está descartado para el resto de la serie o, lo que es lo mismo, para el resto de la temporada.

El debate ha florecido en New York tras los increíbles hechos, con dos bandos tan diferenciados como apasionados en sus argumentos. Unos defienden que la baja de Stoudemire significa el final de las (ya muy pocas) opciones de los Knicks de eliminar a Miami estos Playoffs. Los otros, sin embargo, consideran su ausencia como una bendición disfrazada de esperanza.

Ambos, sin embargo, pierden de vista la realidad de la situación: sea siendo capaces de ganar, pongamos, uno o, a lo sumo, dos partidos de la serie, o bien siendo de nuevo “barridos” como ya sucedió contra los Celtics ahora hace un año, los Knicks son incapaces de derrotar a Miami Heat en esta primera ronda. Sin más.

Para los primeros (los que creen que sin Amar’e se acabó la serie), observar que con él los Kincks ya van 2-0 abajo en la eliminatoria y, sobre todo, corroborar que pasan por alto la contribución del jugador en esas dos derrotas.

Hasta ahora en la serie, con Stoudemire y Tyson Chandler en pista, los Knicks han sido del todo incapaces  de encontrar el balance ofensivo en el juego interior de New York necesario para tener alguna opción ante la acérrima defensa de los Heat. A pesar de ser capaz Stoudemire de anotar 18 puntos en el Game 2, nunca fue la fuerza interior por la que fue fichado en 2010. De hecho, desde la mitad de la temporada anterior, nunca lo ha sido. No estando (como evidentemente no está) a su mejor nivel, STAT deja de ser un pilar influyente sobre el parqué, con lo que su ausencia deja de ser vital.

Para los segundos (aquellos para los que su baja puede ser, en realidad, beneficiosa para el equipo), sirve recordar el balance del equipo durante la ausencia de Amar’e esta temporada y, más aún, poner sobre la mesa los problemas de coexistencia en pista a los que se ha visto la franquicia sometida con el propio Chandler, Carmelo Anthony y él mismo ocupándola al mismo tiempo.

Ahora, con Amar’e fuera de concurso, Anthony puede ocupar el puesto de power forward, dónde los números reflejan que se ha mostrado más eficaz esta misma temporada. Este cambio permite a los Knicks jugar con un equipo más bajo sí, pero también más rápido y capaz de dar entrada durante más minutos a jugadores (Steve Novak, J.R. Smith) cuyo rendimiento en poco tiempo en cancha se ha mostrado más que apetecible en la segunda fase de la regular season.

Ambos lados de la mesa, con sus correspondientes argumentos, tienen una buena dosis de razón. Y con la temporada puesta en peligro por un percance tan idiota, los fans de la Gran Manzana tienen todo el derecho de aspirar a encontrar algún hecho rescatable como sería pelear (si no ganar) algún partido de los dos siguientes a disputar en el MSG.

Sin embargo, serán los hechos (y no los derechos) los que determinarán la suerte de esta serie. Y hasta el seguidor más incosciente entre los neoyorkinos sabe que Miami Heat es ahora una fuerza demasiado devastadora como para tratar de quitarla de su camino en primera ronda.

Otra cosa será que sin Amar’e, los Knicks puedan ser más divertidos de ver, con más velocidad en el juego y un aumento considerable de la cantidad de triples lanzados por encuentro. Y con la pista más abierta a tiradores del calibre de Novak (el mejor triplista en porcentaje de acierto de la temporada regular), Melo contará con más espacios para crearse sus propias canastas en el puesto de cuatro, aún con James defendiéndole.

Cueste más o menos poder aspirar a ganar un simple partido, es, en realidad, la fuerza y el dominio de su oponente lo que hace de la baja de Stoudemire algo casi irrelevante para los Knicks. Ni tan siquiera la legítima esperanza tiene espacio al lado del peso de la realidad.


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