Lakers, D’Antoni: nueva era, mismos problemas

¿Fans de los Lakers esperanzados por otra dinastía ganadora con Phil Jackson? Dos palabras: mejor olvidaros. Y dos más: Mike D’Antoni.

Los Angeles Lakers firmaron a D’Antoni a altas horas de la noche del domingo, tras no aceptar las exigencias que de Phil Jackson venían en forma de gran control deportivo de la organización (por encima incluso del GM), un plan de viajes relajado y un contrato por dos temporadas a razón de 10M$ por año. D’Antoni, por su parte, firma por tres campañas (más opción a una cuarta) y 12M$, y se hará cargo del equipo en un plazo de entre una y dos semanas, dependiendo del tiempo de recuperación que tenga su recientemente operada rodilla.

Pero, más allá del «we want Phil» que venía del público del Staples Center en los dos últimos partidos de los Lakers como locales, o de que al final haya acabado siendo Mike D’Antoni, el nuevo entrenador de los Lakers deberá hacer mucho más que la obvia tarea de desechar el funesto sistema ofensivo de Princeton que Mike Brown jamás supo implantar con éxito. Fusionar a cuatro jugadores de calibre Hall Of Fame y a un banquillo, visto lo visto, más bien mediocre, y convertirlo en un equipo al que temer, requerirá saber navegar con maestría por las expectativas de enormes proporciones que genera este modelo de equipo hecho para ganar o fracasar ya.

Y lo primero y más importante es la química entre el equipo dentro de la pista.

Lo llevamos viendo en estos primeros siete partidos de los Lakers (incluso en las tres victorias): las piezas no encajan con naturalidad. Kobe Bryant es ya el quinto mejor anotador en la historia de la NBA. Tiene cinco anillos, dos MVP de unas Finales y ha sido 14 veces All-Star. Sin duda, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Y, con todo ello, ahora deberá ser convencido y conducido a un nuevo lugar en el que Steve Nash tome el control del ataque. El ataque que, al menos desde 2004, siempre fue de Kobe. ¿Cuánto a menudo y hasta qué punto? Esa es la pregunta a la que Mike D’Antoni debe aportar una buena respuesta.

Deberá también Kobe Bryant ceder posesiones y protagonismo ofensivo a Dwight Howard, un prodigioso talento que seguro prefiere el pick-and-roll que le pueda ofrecer Nash en el poste o buscarse sus propios highlights en ataque, antes que ver como Bryant lanza 25 veces por partido a canasta.

Sí, ese Dwight Howard. El mismo que despidió en Orlando a uno de los mejores entrenadores de la Liga tomando como rehén al equipo que le drafteó y le dio todo lo que tenía. El mismo Howard, también, que se pasó la semana pasada hablando del All-Star Game cuando en Los Angeles había que cerrar filas entorno al entonces head coach Mike Brown. En otras palabras, queda mucho por recorrer en Howard y su propio camino hacia la madurez, y eso, también, está ahora en la pesada carga que asume Mike D’Antoni como nuevo entrenador-jefe en los Lakers.

Pero hay más, Pau Gasol parece perdido en pista ahora que es el segundo big man de la franquicia. Algo acrecentado por el hecho de ser ésta una NBA moderna en la que la presencia de dos twin towers (como las que formaban Tim Duncan o David Robinson en San Antonio) en un mismo quinteto está claramente en desuso, en favor de jugadores dominantes de perímetro que sepan correr sobre el parqué y cerrarse bien en defensa (como los actuales Heat).

Está también Metta World Peace, no exactamente alguien fácil de llevar, cuyas rarezas no son obstáculo pequeño. O un banquillo las expectativas del cual estaban muy por encima de las realidades hasta ahora mostradas.

Mike D’Antoni hereda una alineación que casi todo el resto de entrenadores quisiera en sus manos. Pero también hereda sus problemas, sus dudas, su edad, su enorme presión y una ventana temporal con vistas al éxito supremo que se cerrará más pronto que tarde.

Y mientras todos estos no precisamente pequeños retos empiezan ahora con D’Antoni como nuevo entrenador en Los Angeles, viajan, a contracorriente y velocidad de crucero, el resto de franquicias cuyo objetivo final es también compartido y tiene forma de anillo. Los Thunder no quisieron dar a Harden lo que éste pedía, pero siguen siendo un equipo feroz, leal y unido, cuya derrota en las Finales del año pasado puede hacer mucho bien en este. O los Spurs, siempre bien entrenados y alejados de cualquier drama, capaces de batir a cualquier rival en una serie a siete partidos a pesar de su veteranía. O hasta los Clippers, cuya profundidad de banquillo les hace ser igual de peligrosos que el mejor equipo del Oeste. Por no hablar de los Heat, una vez superados todos estos duros tests en el Western.

Mike Brown llegó a ser el problema, y su destitución como entrenador tras el 1-4 con el que los Lakers empezaron la regular season fue la decisión correcta. Pero eso no significa que su marcha, por sí misma, convierta a Los Angeles Lakers, ahora sí, en candidatos al título. La llegada de D’Antoni puede ser, por el momento, el preludio del preámbulo del inicio del principio.

El diagnóstico asusta: muchos egos a gestionar, excelencia en el juego a encontrar en relativamente poco tiempo, edad y lesiones con los que convivir, una Conferencia Oeste más abierta y dura que nunca, y unas expectativas a corto plazo titánicas. La medicina entrará en el vestuario en los próximos días. Veremos cómo funciona el tratamiento.


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