LeBron James v. Michael Jordan. No hay debate

Scottie Pippen casi rompe Internet el pasado viernes al sugerir en ESPN Radio que quizá LeBron James sea mejor jugador de lo que Michael Jordan fue. (Recomendamos enérgicamente releer la frase en negrita anterior, por increíble que parezca).

Ahí van las palabras de Pippen al programa Mike & Mike In The Morning: “Michael Jordan es probablemente el mejor anotador que jamás haya jugado a baloncesto. Pero también debo decir que quizá LeBron James sea el mejor jugador de todos los tiempos por su potencia ofensiva que le permite no tan solo anotar sino mantener a todos sus compañeros involucrados en el juego”.

Razones por las que este debate es estúpido hay muchas. Aquí siguen unas cuantas:

>> Si una de las virtudes que hace que la radio continúe en liza ahora que estamos en los tiempos de Internet es su inmediatez, debemos reconocer que esta misma inmediatez de un programa en directo del estilo del Mike & Mike In The Morning (quien lo conozca sabrá que su estilo es muy desenfadado) puede provocar una falta de precisión o de contexto que lleve a malentendidos. Quizá Pippen quiso decir que quizá algún día Bron será mejor jugador de lo que Jordan fue. O que cuando la carrera de James termine, se podrá poner al nivel de la de Jordan… o vete tu a saber. Pero es radio, así que para un debate de este calado, faltó tanto tiempo como claridad de discurso.

>> LeBron James está aproximadamente en la mitad de su carrera. Y ahora mismo, los seis anillos que separan a Jordan de James son la principal diferencia entre los dos en términos de logros de ambas trayectorias. Es cierto que quizá James sea el jugador que, estadísticamente, pueda acabar estando más cerca de Jordan, a pesar de las obvias diferencias que existen entre ambos en cuanto a estilo, fortalezas y debilidades.

Puede que LeBron tenga por fin un anillo dentro de algunos días (92-84 para Miami en el Game 1 de las Finales, esta pasada madrugada), pero a fecha de hoy tiene tantos como ninguno, y no va de ninguna manera a acumular tres o cuatro a corto plazo, puesto que, que sepamos, solo hay uno en juego por temporada.

Así que pensar que LeBron es el G.O.A.T. (el más grande de todos los tiempos) es, sin duda y por lo menos, prematuro.  Otra cosa es que sea razonable argumentar a favor de que, algún día, pueda ser reconocido como tal. Ésta última debiera haber sido la interpretación de las palabras de Pippen. En cambio, la misma se redirigió rápidamente entorno a si Bron lo era ya, algo que nadie que conozca mínimamente el mundo de la NBA puede argumentar en serio.

>> Como fans, debemos ir más allá de la noción básica de que los anillos definen a los jugadores. Es nuestra obligación. Las actuaciones de los jugadores deberían, principalmente, definirlos.

Pongamos que una estrella de la NBA se hunde por la presión y su rendimiento está muy por debajo de lo esperado en una o dos series cruciales de Playoffs. Justo o no, eso importa; e importa mucho. Malas actuaciones en momentos clave son un criterio legítimo de clasificar el nivel de los jugadores. Sigamos, y pensemos  en si, por ejemplo, pasada media década ese mismo jugador tiene un papel residual en un aspirante al título que finalmente logra hacerse con él. ¿Es que entonces, de repente, la carrera de ese jugador alcanza un nivel más elevado? ¿Debemos en ese momento considerarlo de forma distinta?.

La otra cara de la moneda es ese jugador que regularmente tiene grandes actuaciones en la post-temporada pero nunca consigue llegar al anillo. Vale aquí, mejor que nunca, el ejemplo del propio Dirk Nowitzki. Hoy Dirk es ya una leyenda. ¿Lo será menos si acaba promediando 25 puntos en un 45% de acierto en tiro en estas Finales, si al final las acaba perdiendo en seis partidos ante Miami?. ¿Qué ocurriría con su legado si, con los mismo números, es Dallas quien gana en seis partidos? Lo mejor es que todavía queda espacio libre entre estos dos extremos del debate. Porque Nowitzki puede anotar tan solo el 30% de sus tiros en la serie, pero anotar dos buzzer-beaters que den a los Mavs dos partidos. Eso contaría también, claro está, pues forma parte del juego, ¿no?.

Los anillos importan en el momento de juzgar trayectorias en la NBA, sí, pero siempre y cuando las actuaciones individuales de los jugadores afecten directamente a la consecución de éstos. En este sentido, ¿cabe alguna duda todavía entre si Jordan o LeBron?.

Un ejemplo lejano: Jerry West fue mayoritariamente reconocido como el mejor clutch player de su tiempo,  al tiempo que universalmente reconocido por sus compañeros por su trabajo ético y su inmenso deseo de ganar. Y aún así perdía en los Playoffs, año tras año, normalmente contra los Celtics. Finalmente ganó un anillo en 1972, cerca de los 34 años. ¿Transforma ese título a West convirtiéndolo en el acto en un mejor jugador? La respuesta es no. No cuando sus actuaciones, incluso en la derrota, fueron siempre brillantes.

Un ejemplo más reciente: Kevin Garnett, quizá uno de los tres mejores power-forwards de la historia de la Liga, anotando noche sí noche también cifras cercanas al 23-12-5 y mostrando la mejor defensa que se pueda ver, todo ello en una franquicia normalmente incapacitada para competir contra las mejores de la Conferencia Oeste. Pero entonces llega el día en que Boston puja por Garnett, y lo rodea de otros dos futuros Hall of Famers, un joven y prometedor pointguard y un banquillo muy sólido y, en muy poco tiempo, Garnett es campeón de la NBA. Y eso que KG era básicamente el mismo jugador que en Minnesota, solo que tenía allí peores compañeros de equipo.

Estamos ante una muy buena oportunidad de poder ver pronto a LeBron James como campeón del Larry O’Brien Trophy y, cuando esto suceda, seguro entraremos en el incluso más absurdo debate sobre cuántos anillos debe conseguir para entrar en competición con el legado de Jordan. ¿Bastará uno?, ¿Dos?, o, ¿qué tal tres, los mismos que, por ejemplo, consiguió Larry Bird?… ¿O es que quizá necesita igualar los seis de His Airness?

>> Dejémonos de discusiones estériles. Jordan es mejor que James, ahora mismo, se mire por donde se mire y se mida como se quiera medir. Disculpas por enterrar así la polémica, pero aquí y ahora, no hay debate.


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