Llegó la hora para Nowitzki y sus Mavs

Dirk Nowitzki silenció hace unos días al pabellón más ruidoso de la NBA, eliminando a Portland Trail Blazers y derrotando a la vez a algunos de sus demonios del pasado. No habrá sonrojante eliminación en primera ronda este año. Los Mavericks se doblaron, pero no se rompieron. El alemán pudo saborear el momento mientras salía del Rose Garden, pero alguien rápidamente le recordó lo que viene ahora y que empieza esta próxima madrugada: “Beat L.A.”.

Beat L.A., para Nowitzki y sus Mavericks es toda una carga. Nadie espera demasiado de los Mavs ante los Lakers, como nadie tampoco esperaba mucho de ellos contra los Blazers. Pero Nowitzki sabe que poco importa ahora esto. Si Dallas quiere quitarse de encima para siempre la alargada sombra de los fracasos en post-temporada, necesitan ahora hacer algo realmente significativo. Eliminar a Portland no lo es. Eliminar a los dos veces consecutivas campeones de la NBA sí.

El anillo o nada. Ese ha sido el estado mental de los Dallas Mavericks en todas las siguientes temporadas después de que en las Finales de 2006 se dejaran remontar un 2-0 a favor contra Miami Heat. Y en cada intento, han caído, a veces hasta de forma espectacular. En 2007 el octavo clasificado de su Conferencia (los Warriors) les eliminaros en primera ronda. El año pasado con San Antonio (los séptimos) sucedió lo mismo.

En realidad, ni los propios Mavs se consideraban aspirantes legítimos al campeonato en todos esos años, pero esta temporada era diferente. Mark Cuban construyó a estos Mavericks para retar a los Lakers. No esperaban perder a Caron Butler en el camino, ni que un triple a última hora de Kobe Bryant en Sacramento en el último partido de la regular season les privara de ser segundos en el Western y ahora tener ventaja de campo ante Los Angeles. También esperaban encontrarse con los Lakers una ronda más adelante, pero el cuándo, aquí, ya no importa demasiado. Fuera hoy o fuera dentro de dos semanas en las Finales de Conferencia, Nowitzki y los Mavs necesitan de estos Lakers. El reto que la franquicia de Texas necesita solo lo pueden suministrar los actuales bicampeones: competir cara a cara, batirles, y demostrar para siempre jamás que los Mavericks pueden considerarse una franquicia de verdad entre la élite de la Liga.

Tenemos la oportunidad de batir a los campeones del mundo” decía Jason Kidd ayer a los medios de Dallas. O lo que es lo mismo, aprovechar el momento; lo cual encaja bien con cómo quieren los Mavericks encarar esta decisiva eliminatoria. Máxima ambición, cero presión. De hecho, si todo el mundo esperaba que los Mavs cayeran ya ante Portland, ¿quién va a confiar ahora en que puedan eliminar a los Lakers?

Los Mavs no se encuentran con los Lakers en los Playoffs desde casi hace un cuarto de siglo. A diferencia de, pongamos, los Spurs (como tantos otros equipos del Oeste), los Mavs no están obsesionados con los fantasmas de los Lakers del pasado (Kobe & Shaq), y pronto descubrirán que pocos escenarios más grandes existen en el deporte que una serie de post-temporada contra Los Angeles Lakers.

Y en este envite, nadie tiene más a ganar que Dirk Nowitzki. Los Lakers es una de las pocas franquicias que tiene la virtud de poder ofrecer a sus oponentes la capacidad de corregir viejos errores, de redefinir sus propias dinastías. No hay más que preguntar a Paul Pierce, Kevin Garnett o Ray Allen al respecto. Juega bien contra los Lakers y todo son reconocimientos. Incluso a veces no hay ni que vencer para que tu actuación siembre beneficios. ¿Cuántos periodistas/analistas hubieran cambiado su voto para el MVP de esta temporada tras ver la exhibición en primera ronda de Chris Paul contra los oro y púrpura?.

Si los Mavs no consiguen competir, no consiguen hacer de ésta una auténtica serie de Playoffs a cara de perro, la responsabilidad caerá en las espaldas de Nowitzki más que en las de cualquier otro miembro de la franquicia de Dallas, como siempre ocurre. Desde 2006, cada derrota en la post-temporada ha sido un referéndum público sobre la dureza física y mental, así como la capacidad de liderazgo del alemán. Quizá por el simple hecho de ser europeo, o por ser un 2’13m con un tiro tan fino y efectivo. Sea lo que sea, si los Mavs no pueden ganar, a Nowitzki siempre le falta corazón.

Porque los Lakers no son los Blazers. Dallas no puede competir con la profundidad de big mens de Los Angeles, ni en altura ni en fuerza. Desde Pau Gasol a Andrew Bynum, pasando por Ron Artest o Lamar Odom, los Lakers pueden rotar a un buen número de excelentes jugadores sobre Nowitzki. En su último duelo de temporada regular, los Lakers intimidaron tanto a los Mavs que el partido se volvió bronco, incluyendo hasta a cinco expulsados. No perder la compostura como sucedió aquel día también es ahora un objetivo.

Dice el propio Nowitzki que estos Mavericks son el mejor roster en el que él a ha jugado en la NBA. Tienen experiencia y parecen más duros mentalmente. Al menos, hasta ahora, todavía no han perdido la confianza. Beat L.A.”; para Nowitzki y sus Mavs no es solo un deseo, se trata de casi un mandato.


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