Lockout: daños colaterales severos

Es ya de todos sabido. El sindicato de jugadores rechazó el pasado lunes la última oferta que la NBA había puesto sobre la mesa de negociaciones. Además, algunos jugadores ya han demandado a la Liga. Todavía a la espera de nuevas confirmaciones de fechas, algunas fuentes indican que ya es del todo imposible que la Liga empiece antes del 15 de diciembre, aunque los últimos acontecimientos llevan a pensar que, sino la temporada 2011-12 completa, gran parte de ella será cancelada.

Así que quizá lo más racional será dejar la fe a un lado, y centrarse en la realidad de las principales consecuencias que esto puede tener para la NBA:

A. Pérdida del fan ocasional: Los ratios televisivos de la temporada pasada, particularmente los de los Playoffs, estuvieron más allá de las nubes. Los fans incondicionales de la NBA iban a los partidos y, cuando no lo hacían, los veían por TV. El fan ocasional, sin embargo, no suele desplazarse a un pabellón a ver un encuentro en directo y quizá los sintoniza con menos frecuencia. Pero siempre ha habido una cosa que ha unido a ambos: el doble enfrentamiento de los jueves por la noche en la TNT, especialmente tanto el pregame como el postgame shows encabezados por el inimitable Charles Barkley.

Jugadores, propietarios, agentes y todos los que se han encargado de arruinar el negocio y convertir a éste en uno de los actos más vergonzosos que se recuerdan en el deporte americano, se han olvidado todos del fan ocasional. Los jueves por la noche seguirán existiendo, pero en vez de pasarlos enfrente del televisor, la conducta de ese tipo de fan variará, creándose nuevas rutinas ya consolidadas para cuando sea que la NBA vuelva. Ellos no van a esperar.

Desafortunadamente, Hunter y Stern padecen de pérdida de memoria galopante. Ambos ya fueron protagonistas de un proceso muy similar en 1999, y acabaron viendo como la asistencia en pabellones, los ingresos generados y los ratios de audiencia televisivos decrecieron alarmantemente ya entonces. La NBA no puede permitirse perder al fan ocasional. El problema es que ya lo ha hecho.

B. Crecimiento de las alternativas (NHL, NCAA): Los seguidores de la NHL llevan años diciendo aquello de que “el hockey ha vuelto”, y ahora, merced a las demostradas inaptitudes de los que toman decisiones importantes en la NBA, tienen más razón que nunca.

Sirva el ejemplo de Bill Simmons, el conocido “Sports Guy” de la ESPN. Con abono de temporada para seguir a los Clippers en el Staples Center desde que se recuerda, Simmons publicó recientemente que se ha dado de baja del mismo, cubriendo el vacío que le deja este lockout con un nuevo abono para las temporadas 2011-12 y 2012-13 de Los Angeles Kings de la NHL. Y es que no solo los fans ocasionales cambiarán sus rutinas. Hockey y baloncesto universitario entran ahora más que nunca en juego.

Las cadenas de televisión ya han conectado con ellos para rellenar los espacios que la NBA ha dejado libres y, como resultado de ello, los espectadores ya han empezado a prestar su atención. El efecto dominó es todavía incierto, y nada de esto está garantizado a fecha de hoy, pero las mentes más frías siempre prevalecen, así que los fans de la NBA, más dentro de esta sociedad instantánea en la que vivimos, se moverán hacia otro lado tan pronto como tengan la oportunidad de hacerlo. Y el momento ha llegado.

C. Tormenta económica alrededor de pabellones vacíos: Indianapolis es uno de los mercados más pequeños de la NBA, nadie duda de ello. El coste de la vida en Indiana no es de los mayores de Estados Unidos, y la humildad económica es allí una mayoría. Recientemente, la ciudad hizo pública una estimación según la cual se calculan unas pérdidas mínimas de 55M$ en los ingresos que los locales que están cerca de donde juegan los Pacers tienen para esta temporada. Cojamos esta cifra, e imaginémosla multiplicada por mucho cuando pensemos en ciudades como Chicago, New York o Los Angeles.

Los propietarios de pequeños negocios relacionados con la NBA o cerca de instalaciones NBA, aquellos que necesitan de la Liga para vivir, también han sido completamente olvidados. En una economía la americana con un ratio del 9.1% de paro (con 14 millones de desempleados), la farsa y vergüenza que jugadores y propietarios están haciendo de esta situación es del todo deplorable.

D. Pérdida de cuantiosos ingresos entre las franquicias y la Liga: Otro reciente informe de Bloomberg News alertaba que, de media, cada franquicia perdía 1M$ en ingresos por venta de entradas por partido perdido. O lo que es lo mismo, unas pérdidas de más de un billón de $ por ese concepto a lo largo y ancho de una temporada. Y estos valores no incluyen refrescos, alcohol, comida, ropa o cualquier otra compra que los consumidores hacían una vez dentro de los pabellones.

Cabe culpar sin duda a ambos lados de la mesa de la situación a la que se ha llegado, pero en este punto, si Stern tanto se quejó del dinero que la Liga estaba perdiendo con el Convenio Colectivo anterior, ¿no se da cuenta de que las pérdidas serán cuatro o cinco veces mayores sin temporada?.

E. Ira internacional a múltiples niveles: Ya sabemos que los fans están (estamos) muy enfadados. Sabemos también que los trabajadores en los pabellones (acomodadores, vendedores, mantenimiento, etc.) o en los propios equipos (entrenadores, fisios, managers y otros) ya sufren la falta de cheques que quizá puedan necesitar para llevar su día a día o el de sus familias. Pero lo que quizá no se ha ponderado todavía es la ira que proviene de otras corporaciones y grandes (potencialmente, más grandes) negocios en todo aquel país.

La pasada temporada, según informes de Nielsen, los partidos de la serie de Playoffs entre Bulls y Heat promediaron un share de un 11.1% para la TNT, comparados con el 1.3% que, de media, tenían los partidos de temporada regular. Y no son los únicos. Cadenas como ESPN, ABC o FOX están teniendo verdaderos quebraderos de cabeza para rellenar los agujeros que ahora tienen sus respectivas parrillas para los próximos meses. Y la NBA es aquí a quien hay que culpar. De una u otra forma, tarde o temprano, estas grandes corporaciones de comunicación se cobrarán el daño que ahora ya empiezan a sufrir.


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