Lockout: Lo que está en juego (IV). Southwest Division

Hablar de la posibilidad de perder una temporada entera parece ridículo, simplemente porque hay demasiadas cosas en juego. Dinero, “el momento”, apoyo de los fans, dinero, lealtad, audiencias, dinero… Si ya cuesta hacerse a la idea de perderse algunos partidos, imaginémonos lo que sería la temporada entera.

Pero puede acabar ocurriendo. Mientras las negociaciones continúan, da la sensación que ni los jugadores ni los propietarios tienen intención alguna de moverse de sus respectivas posiciones. A los equipos les conviene llegar pronto a un acuerdo y no solo por el dinero. Una temporada sin baloncesto y, lo que es incluso más importante, sin operaciones en los despachos, puede afectar en demasía todas y cada una de las franquicias de la NBA. Hemos visto ya esta semana lo que puede suceder en la Conferencia Este. Empezamos hoy en el Western, concretamente con la División Southwest:

NEW ORLEANS HORNETS: El caso de los Hornets puede que sea el más interesante de toda la Liga. En primer término, porque la propiedad de la franquicia es de la propia NBA. Y después, en relación a esto, Chris Paul será agente libre en 2012.

La Liga se hizo cargo de los Hornets porque David Stern vio que una de sus franquicias se iba al garete e hizo todo lo posible por impedir que ello sucediera. Y “todo”, aquí, significó hasta llegar a comprarla. Pero un lockout demasiado prolongado que acabara resultando en toda una temporada perdida, podría significar el final del baloncesto profesional en New Orleans. Chris Paul tendría la opción de marcharse en el verano del año que viene sin que los Hornets obtengan nada a cambio. Además, David West optó por declararse agente libre no restringido hace tan solo unas semanas. Así que no solo la plantilla podría sufrir en breve un irrecuperable vuelco, sino que la ya sospechosa base de fans de la ciudad recibiría, quizá, el golpe definitivo.

Por supuesto que si Stern y los propietarios son capaces de firmar un nuevo Convenio Colectivo que haga que las franquicias como New Orleans sean rentables sin importar las circunstancias ajenas a ellas, la NBA podría vender a los Hornets a un buen postor y evitar tan temido final. La intriga es más que apasionante en el caso de estos Hornets, pues Stern es parte interesada directamente, dejando el papel de mediador, en este caso, para asumir también el de propietario.

DALLAS MAVERICKS: He aquí un beneficio de un lockout de largo recorrido: Los Mavs serán los vigentes campeones de la NBA no durante un año, sino durante dos. ¿Contentos? Hombre, no lo creo. Especialmente porque el periodo en el que Dallas seguirá siendo aspirante al anillo no va a ser demasiado largo y un año sin baloncesto es una oportunidad perdida de un número de oportunidades ya de por sí bastante reducido. Dirk Nowitzki no es un chaval, Jason Kidd tiene como 78 años ya, y quedan importantes dudas que resolver en cuanto a la continuidad de jugadores clave como Tyson Chandler, J.J. Barea, Shawn Marion o Caron Butler.

Mark Cuban es un propietario de una franquicia de mercado grande, pero su alter ego de fanático aficionado puede hacernos verle prefiriendo que haya baloncesto aún a costa de ingresos para su franquicia. Garantizado, puede que como propietario quiera tirar todavía un poco más de la cuerda, pero si quiere mantener las opciones intactas de su equipo de luchar de nuevo por el anillo, como fan, preferirá que esto acabe cuanto antes. Interesante dilema.

SAN ANTONIO SPURS: Nadie esconde ya a estas alturas que los Spurs se están haciendo (demasiado) viejos. Una temporada perdida sería un año más clavados en las espuelas ya desgastadas de Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginobili; o un año perdido en la carrera ya muy longeva de Gregg Popovich como entrenador.

Los Spurs tienen un apoyo en San Antonio que, sea cuando sea, seguro les hará volver con fuerza, y Peter Holt puede que sea uno de los mejores propietarios de la Liga, especialmente en lo que se refiere a llevar las riendas de franquicias en mercados pequeños. Aún así, seguro que una temporada sin baloncesto no sienta nada bien en los Spurs. Seguro que a Holt le encantaría un nuevo Convenio que igualara las cosas a nivel de límite salarial (y llegada de jugadores) y ayudara a los mercados más modestos a compartir más foco mediático con Lakers, Bulls o Knicks. Pero la prioridad en San Antonio es el baloncesto, pues la ventana a la posibilidad de esta magnífica generación a conseguir un último anillo no estará abierta demasiado tiempo.

MEMPHIS GRIZZLIES: Sí, Michael Heisley no sea probablemente uno de los propietarios más preocupados con las posibles consecuencias de un año de lockout. Se trata de un propietario de otro mercado pequeño que ha gastado mucho dinero últimamente, así que ahorrarse los emolumentos anuales de Rudy Gay, Zach Randolph o Mike Conley no está del todo mal. El núcleo del equipo (exceptuando a Marc Gasol) está comprometido con la franquicia a largo plazo, así que aunque un largo lockout significaría la pérdida de todas las sinergias positivas que el final de la temporada pasada despertó, quedan todavía muchas oportunidades en el horizonte próximo y lejano de Memphis de triunfar en la NBA.

Aún con eso, el riesgo está en la fragilidad del arraigo de la franquicia en la ciudad y en el estado de Tennessee. El FedEx Forum nunca ha sido conocido por lo apasionado de sus espectadores, aunque bien es cierto que durante la pasada post-temporada los Grizzlies emergieron como uno de los equipos con unos aficionados más leales y pasionales que se recuerdan. Así que hay algo que se ha creado con la gente de Memphis y el equipo que hasta ahora jamás había existido, así que Heisley querrá minimizar cuanto pueda un letargo que les pueda perjudicar.

HOUSTON ROCKETS: Difícil redactar como pueden ver las cosas los Rockets. Su mercado no es estrictamente pequeño pero tampoco remarcablemente grande. A pesar de la reciente retirada de Yao Ming, su roster está preparado para resistir un lockout y volver de una sola pieza, pues no tienen jugadores de importancia con opción de convertirse en agentes libres.

Lo que sí debería inquietar es la posibilidad de que, de perderse esta temporada, pase el tren de competir por nombres como Dwight Howard, Chris Paul o Deron Williams. Los Rockets tienen piezas apetecibles que ofrecer y espacio salarial más que respetable, así que de buen seguro que Daryl Morey tiene algunas propuestas más que interesantes en su cabeza. Todavía quedará el verano de 2012, es verdad, pero llegar a él dejará a Houston en un segundo plano ante mercados más atractivos para tales jugadores. Un sign-and-trade es la mejor opción para hacer recalar en Houston la superestrella que Morey desesperadamente anhela.


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