Lockout: los límites de la vergüenza

Dentro de 20 años, cuando los hombres que todas estas semanas se han sentado a los dos lados de la mesa miren atrás y vean el abandono al que han sometido a la temporada 2011-12, ¿qué pensarán de todo ello?. ¿Cuáles fueron sus problemas?. ¿Por qué no pudieron llegar a un acuerdo?.

Ahora mismo, los propietarios culpan a los jugadores mientras los jugadores culpan a los propietarios. Tan solo si el otro lado de la negociación hubiera mostrado un poco de sentido común, el acuerdo se hubiera producido ya hace tiempo. O, al menos, eso es lo que dice cada parte respecto de la otra.

Pero en 20 años, cuando las emociones de hoy ya no estén en el recuerdo, y puedan ver los errores cometidos como lo que realmente son, propietarios y jugadores no podrán más que seguir culpándose, solo que a ellos mismos. Los más inteligentes de cada uno de los lados de la negociación pensarán en qué pudieron hacer de forma diferente, al tiempo que se darán cuenta del innecesario daño hecho ya irreparable, ya demasiado tarde.

No había ninguna situación desastrosa en juego en todo esto. Nada fuera de control que forzara a jugadores y propietarios a poner la temporada 2011-12 al borde de la cancelación. El “invierno nuclear” es ahora una consecuencia de lo que ambos lados han hecho. Juntos.

Algunos seguirán entonces culpando y quejándose los unos a los otros. Pero quien tire de razón, verá con la distancia que reconocer los errores que las dos partes han cometido será el único camino. Uno puede sentir más ira hacia los jugadores o hacia los propietarios, pero si lo que realmente eres es un fan de la NBA, entonces el resumen es que podemos estar enfadados con cualquiera que haya tenido que ver en el hecho de que había más de 4 billones de $ sobre la mesa y ni tan siquiera han podido llegar a un acuerdo sobre cómo repartírselos.

Para jugadores y propietarios, cerrar la Liga durante la peor etapa económica de los últimos 60 años no es más que la cosa más insensata que se puede imaginar hacer. En estos tiempos en los que tantos negocios están peleando duro por cada céntimo, ellos no están haciendo otra cosa que devolver el dinero a aquellos que lo generan (sí, nosotros los fans) mientras dicen: “no lo queremos”. “Poneros de nuevo el dinero en los bolsillos, y cuando sea que nos decidamos a volver a jugar, pensad si somos entonces merecedores de tal inversión”. Tan inexplicable como vergonzoso.

Las prioridades y sensibilidades de jugadores y propietarios ponen en escena una arrogancia que ahora amenaza el futuro del negocio del que ambos forman parte. Pero unos y otros no lo ven ahora de esta forma. Están demasiado obsesionados en ver su relación como un divorcio y no como un matrimonio.

Algún día, jugadores y propietarios lo verán como ahora ya lo ven millones de personas en todo el mundo. Pasado el tiempo, de nuevo ya demasiado tarde, todos los ahora involucrados se van a arrepentir del rol adoptado en todo este mayúsculo lío, más considerando la situación económica en la que globalmente nos encontramos y el pesimismo que reina en la sociedad.

Esta rotura no empezó ayer con la disolución del sindicato de jugadores y la denuncia por abuso de autoridad de propietarios sobre jugadores. Tampoco con el reciente ultimátum de David Stern, ni tan siquiera con el inicio del lockout el pasado 1 de julio, no. Pero poco importan ya las causas. El fundamento principal es aquí el problema de fondo: jugadores y propietarios tienen demasiadas cosas en común. En ambos lados de la mesa se creen en poder de la razón, se está convencido en no dejarse doblegar y se prefiere que no haya temporada 2011-12 antes que rendirse ante sus “enemigos”.

El resultado de tal postura no puede ser otro que el verse abocado a tener que arrepentirse algún día del inmovilismo y la avaricia mostrada. Algún día tendrán que preguntarse por qué se metieron en este negocio, y las respuestas serán meridianas: los propietarios entraron en la Liga porque aman los deportes, y los jugadores siempre han jugado porque simplemente aman jugar. Ese amor es el que les ha juntado. Y ahora, mira el daño que están causando a aquello que más aman.


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