Los Angeles Lakers naufragan por la mediocridad

Estas palabras solo me representan a mi, es decir, al autor, Jorge Roche. Antes de nada aclaro por los futuros ‘palos’ que le podáis dar a la página, la cual mimamos y tratamos de llevarla con cariño día a día. (Las críticas solo a mi).

La cosa está clara. Los Angeles Lakers son muy malos, pero malos. Como anoche expresé en twitter: «Los Lakers son los nuevos Knicks». Y lo digo como knickerbocker que soy. Siempre con equipazos a golpe de talonario, pero que a la hora de la verdad éstos naufragaban por la mediocridad.

Anoche, y un partido más, los Lakers se vieron superados por un equipo teóricamente inferior. Unos Raptors que suman solo 15 victorias, aunque los angelinos no tienen muchas más, ya que solo cuentan con 17. Unos Lakers que permitieron a José Manuel Calderón manejar a los suyos libremente, unos Lakers que permitieron brillan a Landry Fields (hasta la fecha nefasto) y unos Lakers que permitieron a dos «currantes», pero nada del otro mundo, como son Ed Davis o Amir Johnson terminar el partido con un 17 de 24 en tiros de campo para un total de 36 puntos y 18 rebotes entre los dos.

Los cimientos de esta franquicia se tambalean por momentos, si no están ya en el suelo. Dudo de D’Antoni, de Nash, de Pau Gasol, de Howard y hasta del masajista. El único que parece ponerle un mínimo de ganas, además de Kobe Bryant, es Earl Clark, un tipo que apenas contaba con minutos en Orlando y que por causas del destino (las lesiones) ha tenido su oportunidad en Hollywood.

Steve Nash, o como yo lo llamo, «cualquier pasado fue mejor». Físicamente se le ve perfecto. Su nuevo estilo, su nuevo pelazo y su operación de cara engañan. Es muy buen jugador, eso nadie lo pone en duda, y anoche seguramente realizaría su mejor partido desde que viste de oro y púrpura. Pero seamos sinceros, este jugador no soluciona los problemas defensivos que tenían en el pasado los Lakers con los bases. Recordad aquella campaña anti Derek Fisher. Era y son un agujero en el puesto de ‘uno’. Anoche José Manuel Calderón bailó con la más guapa, jugó a placer y eso lo notó Toronto que, desde que el extremeño es titular, sus victorias aumentan.

Por otro lado está Kobe. El eterno capitán está haciendo de largo su mejor temporada (en cuanto a números) en Lakers desde que llegara con 18 añitos. Pero él solo no puede. Y lo que tampoco puede hacer es tirarse 12 triples como quien no quiere la cosa. Debe aprender a jugar para los demás, a buscar al hombre abierto y mejor colocado (parece mentira que diga esto) y, sobre todo, a apoyarse en los pívots para que se sientan importantes.

Y los pívots, ahí quería yo llegar. Howard y Gasol, Gasol y Howard. Una pareja que parecía que se iba a comer el mundo, pero que ni por asomo llegan a asustar. No se complementan ni en ataque, ni en defensa. Dwight es aquel niño impertinente de la mesa del lado del restaurante que te amarga la cena. Ya me dijeron ‘off the record’ que era mala hierba, pero tal y como funcionan las cosas este año por ‘lakersland’, solo hace que confirmármelo. Anoche dos técnicas, la segunda desmerecida, pero que tampoco dicen mucho de él, de un tipo que ansía hacerse un nombre en Los Angeles a la altura de Jabbar o Chamberlein. Y yo digo: «Sigue soñando, Dwight, sigue soñando». Tiene que bajar el ego, echarle ganas, pedir balón y demostrar lo que fue en Orlando. Un equipo que jugaba para él y que, pese a llevarse mal con Van Gundy, éste le hizo ser el mejor pívot de la competición con ese sistema de cuatro hombres abiertos.

Luego está el tema Pau. Siempre lo he defendido a capa y espada, no me voy a esconder, pero este año tengo pocos argumentos que defender. Su pasividad es total, su defensa es nula y su estado físico es peor. Anoche consiguió por segunda vez en esta temporada superar los 20 puntos. La verdad es que ofensivamente estuvo bien, pero en defensa fue otro cantar. El catalán está mal y sus gestos le delatan. Como le delataron varias acciones negativas en el último cuarto. Hablo por ejemplo de ese tapón que recibió de Amir Johnson o su causa perdida en el rebote defensivo. Gasol necesita urgente un traspaso. Por su bien y por el de su equipo.

Siguiendo con el tema de los interiores. Esa pintura es un agujero. Un agujero demasiado grande que permiten a los rivales pastar cómodamente por la zona. No hay ayudas, los jugadores no se hablan y cualquiera, pero cualquiera, les hace un traje. Esto no sé si es por los jugadores, por el sistema o por ambas. El caso es que así no tienen nada que hacer ante equipos como Thunder, Spurs, Nuggets o Clippers. E incluso, Rockets.

Por último está Mike D’Antoni. Un tipo que desesperó en la Big Apple y que vuelve desesperar en Hollywood. Yo, iluso de mi, tenía esperanzas en el hombre del bigote, pero nada, ni con el cambio de entrenador estos Lakers se arreglan. Mucho atacar, sí, pero también mucho permitir al rival. Dudo que alcancen playoffs y dudo que siga una temporada más en el banquillo. Un hombre que vive del pasado, de su pasado brillante en Phoenix y de su famoso run & gun, bonito pero ineficaz.

Lo siento por aquellos fans de los Lakers. Aquellos que se pensaban que este año tenían anillo asegurado, pero lejos de eso, ni siquiera tienen asegurado ver la post-temporada. Un problema para vosotros, para el millonario contrato de televisión y para la edad avanzada de dos ‘súper clase’ como Bryant y Nash. Una pena. Ahora y hasta el deadline de febrero preparad vuestra mente porque los traspasos seguro que van a ser sonoros.


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