Los mejores momentos de Paul Pierce con Boston Celtics

Un apellido más se unirá a la familia de deidades verdes la próxima temporada. Los Boston Celtics retirarán, como ya anunciaron hace semanas, el ’34’ de Paul Pierce el próximo mes de febrero —en pleno preludio de un encuentro contra los Cavaliers, por cierto—. El eterno portador de la verdad se unirá al árbol genealógico que cuenta con 22 miembros ondeando en la copa del TD Garden: Larry Bird, Red Auerbach, Kevin McHale, Bill Russell, Bob Cousy, John Havlicek, Robert Parish o Don Nelson le preceden en el textil eterno de la franquicia.

Y aprovechamos, pues, la cercanía de tal investidura para rescatar algunos de los mejores momentos de Paul Pierce como jugador de los Celtics. Seguro que hay muchos más que cada uno guarda en su retina por diferentes atajos de la memoria, pero ahí van algunos de los que todos recordamos y canonizaron la figura de Pierce en Boston.

Último baile en el Garden

De esta peripecia ha pasado muy poco. Ocurrió cuando, en su última comparecencia como jugador profesional en Boston, la temporada pasada, Pierce volvió a levantar al TD Garden como había acostumbrado durante 15 años, de 1998 a 2013.

Se da, además, la coincidencia histórica de que Pierce jamás había disputado un encuentro en territorio verde y se había ido sin anotar un solo punto. En su última comparecencia, como jugador de los Clippers, Pierce había disputado los primeros minutos del encuentro y había probado la diana una vez, sin éxito. Peligro de romper su inmaculada estadística el último día en la oficina.

Se consumían los minutos finales y el público de Boston llevaba pidiendo el reingreso de Pierce desde hacía tres cuartos. A gritos y alaridos desde cada localidad. Con el partido ya decantado para el equipo local, Doc Rivers —otro gran ‘viejo verde’— dio entrada al veterano alero. 19 segundos por delante y una sola posesión, que terminó siendo un canastón de Pierce para azuzar como nunca las emociones del público asistente. Una batalla en su ocaso, pero tan dulce como las más recordadas.

Silla de ruedas y título

Salto temporal hacia atrás, a 2008. La NBA había vuelto a despertar a los dragones que décadas atrás aterrorizaban al resto de la liga. Celtics y Lakers se volvían a disputar un título, en la temporada 2007-08. Y Pierce también marcó una célebre en los libros de historia verde.

Corrían ríos de tinta en el primer partido de la serie decisiva, con las fuerzas bastante igualadas. En el tercer cuarto, en un ataque angelino, el indefendible Kobe Bryant exprimía hasta su máximo la defensa de Paul Pierce, quien caía al suelo carente de toda ortodoxia y parecía dañarse de manera severa la rodilla derecha. El héroe local ahogaba lógicos alaridos de dolor y el asunto parecía revestir gravedad.

Pierce ni siquiera pudo poner rumbo al vestuario por su propio pie, no podía cargar peso en la articulación dañada. Sus compañeros Tony Allen, Brian Scalabrine y el médico jefe del equipo, Brian McKeon, le trasladaron a una silla de ruedas para poder que pudiera ser examinado en el vestuario. Nudo en la garganta de todo un estadio porque las Finales amanecían de la peor manera posible. El TD Garden palidecía, pero… solo dos minutos después de abandonar la cancha como un muñeco con desfiguración, Pierce regresaba al trote a la cancha. Ovación cerrada para él.

Más si cabe tras los dos triples que Pierce anotó nada más reingresar en la pista. Su regreso y sus puntos enardecieron al público y llevaron en transporte directo y sin paradas a los Celtics a la victoria en aquel Game 1. Pierce, también, acabaría siendo el artífice más destacado en el título de Boston, además de MVP de las Finales.

Temporada del título

Pierce había sido hasta entonces una estrella consolidada en la NBA, pero al contrario que sus antepasados —a fecha de 2006— estaba lejos de conseguir un título. En la temporada 2006-07 los Celtics grabaron una marca de 24-58 en curso regular y fue entonces cuando más lejos pareció de conseguirlo. Pero el desastre precipitó la llegada, en verano, de Kevin Garnett y Ray Allen.

Ya con el Big Three ampliando las fronteras verdes, Boston llegó a una marca de 66-16 el curso siguiente, siendo el mejor equipo de la liga durante el período obligatorio. También hubo título final, el 17º en la historia de los Celtics.

Además, esas dos temporadas representaron el salto de victorias más grande de siempre que cualquier equipo haya protagonizado. Pierce terminó siendo MVP de las Finales —21,8 puntos y 6,3 asistencias en la serie — . De largo, su obra anual más destacada en la NBA y de paso se convirtió en el quinto ‘celtic’ que se alzaba con un cetro individual en las Finales —antes que él, lo hicieron Havlicek, Jo Jo White, Cedric Maxwell y Larry Bird—. Bill Russell no figura entre los agraciados puesto que el premio empezó a concederse en 1969, última temporada antes de su retirada; a pesar de quedar campeón aquel último año, el trofeo fue para Jerry West, que había caído la ronda definitiva con los Lakers.

Destronando a LeBron

Antes de llegar a las Finales y el anillo de 2008, la excursión por los playoffs resultó más entretenida de lo que podía esperarse tras la barrida verde en temporada regular. En el Game 7 de las semifinales de conferencia el baloncesto regaló una de las erupciones anotadoras duales más ruidosas que se recuerdan. Paul Pierce y LeBron James (de 23 años) se combinaron para anotar 86 puntos entre los dos; 41 Pierce y 45 James.

Con un final apretado y el ’23’ de los Cavs descubriendo sus límites de postemporada, Kevin Garnett sintenizó perfectamente el sentimiento de aquellos Celtics en los minutos clave. «Había que darle el balón a Paul Pierce y apartarse de su camino».

Pierce terminó decidiendo uno de los mejores séptimos partidos de siempre (97-92) desde la línea de tiros libres. Seguramente, estaba cerrando su actuación individual más decisiva en toda su carrera. Después de eso —tras superar a Pistons y Lakers en las rondas siguientes—, recordamos, Boston ganaría el anillo.

Resurreción ante New Jersey

Rebobinemos un poco más. Game 3 de las Finales del Este del año 2002. El Paul Pierce más joven (24 años) veía como él y sus Celtics descarrilaban con estrépito ante los New Jersey Nets de Jason Kidd, Richard Jefferson o Kenyon Martin. 26 puntos de desventaja en el tercer cuarto, 21 (74-53) al término del último período y Pierce con una tarjeta de 2 de 14 en tiros de campo.

Ningún equipo hasta ese momento había levantado más de 20 puntos de desventaja en playoffs al comienzo de un último acto; pero hubo resurrección. El joven Pierce hizo 19 tantos en el cuarto final y puso a su equipo por delante cuando el reloj quedó seco (94-90). Los Celtics se ponían 2-1 por delante en la pelea por alcanzar las Finales pero no ganarían un partido más de la serie ante los Nets. No obstante, la actuación de Pierce quedó grabada para varias décadas.

Maestro del ‘trash’ y del ‘clutch’

Nueva epopeya del joven Paul Pierce. Nos remontamos al cuarto partido de la primera ronda de playoffs 2003. Los rocosos Celtics (sextos en temporada regular) ponen en aprietos a los Pacers (terceros). Y en aquel partido Pierce tuvo a bien desplegar una de sus acciones más célebres. Un revuelto de trash talking, dominio a los momentos finales (clutch), de la mente del rival y de los tiros decisivos.

Al término del tercer cuarto del partido, Al Harrington y el propio Pierce habían puesto en común un baile cargado de charla subterránea y juego psicológico. Desafío extremo, en definitiva. Y el alero de los Celtics dio el golpe maestro: a punto de cerrar dicho tercer cuarto, asestó una puñalada definitiva en el corazón de su par en la cancha.

Con el choque consumido, Pierce estuvo en 37 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias. Prácticamente él y nadie más había desangrado a los temibles Pacers de Ron Artest, Reggie Miller, Jermaine O’Neal o Brad Miller. Además, Boston se terminó llevando la serie (4-2) y pasó a semifinales del Este —donde New Jersey les barrió 4-0—. Lo dicho, una de las acciones de Pierce que jamás podremos difuminar.

Una carrera de 19 años, 15 en los Boston Celtics, da para mucho. Hemos rescatado algunos de los instantes más rutilantes vistiendo el hábito verde pero ni mucho menos son los únicos. Queremos saber cuál os convence más como capítulo culmen de su trayectoria. La de Paul Pierce, una leyenda eternamente portadora de la verdad.


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