Los T-Wolves sin Love, a examen

Para los Minnesota Timberwolves, la esperanza es una compañera caprichosa.

Desde el pasado mes de marzo, la esperanza se focalizó en tan solo una cosa: la pronta y completa recuperación de la rodilla de Ricky Rubio. Y venía creciendo en estas últimas semanas, con la presencia continua del point guard en Minneapolis, y las constantes noticias que llegaban de que los plazos se cumplían. El pasado martes, incluso, pudimos ver a Rubio lanzando tiros en movimientos por primera vez en muchos meses.

Pero ni 24 horas después, esa esperanza quedó, de nuevo, en estado de devastación. Y esta vez no tenía que ver con Ricky ni su rodilla. Esto podía ser peor. Era Kevin Love, ausente del entrenamiento del miércoles, y se había roto el tercer y cuarto dedo de su mano derecha. Sí, la de tiro.

Para un equipo claramente construido alrededor de Love este pasado verano, y que, lógicamente, viene usando a su power forward All-Star y campeón olímpico como ancla de sus proyectos de grandeza, esta lesión es más que un simple contratiempo. Es una losa.

Kevin Love es el líder incuestionable de los Minnesota Timberwolves. Es también, de hecho, la razón por la que el equipo tiene la oportunidad  este año de ser un conjunto ganador. Y ahora, sin embargo y de repente, deberá sentarse en el banquillo para solamente poder ver los partidos al menos durante las cuatro primeras semanas de competición regular. Al hablarse oficialmente de seis a ocho semanas en el dique seco, su vuelta puede ser proyectada para cualquier día entre el próximo 28 de noviembre y 12 de diciembre. O lo que es lo mismo, se va a perder de 14 a 18 encuentros, los primeros de la regular season.

Con la relatividad por bandera, los Wolves todavía pueden considerarse afortunados. La lesión de Love llega con más de dos semanas de antelación al tip-off de Minessota, previsto para el 2 de noviembre ante Sacramento. Y echando un vistazo a su calendario, noviembre es, sin duda, el mes menos complicado de la temporada para Rick Adelman y los suyos. En los 15 partidos previstos para los T-Wolves durante ese primer mes de competición, Minnesota solamente se enfrenta a seis franquicias que el año pasado llegaron a los Playoffs (Magic, Pacers, Bulls, Mavs, Nuggets y Clippers). De ellos, puede considerarse que tan solo Denver tiene este año un equipo mejor del que tenía el pasado, así que, del resto, todos menos los Clips son más débiles ahora que entonces.

Aún con ello, y substituyendo ahora la bandera de la relatividad por la del realismo, cuesta imaginar cómo ganarán los Wolves sin su jugador-franquicia. El año pasado Love se perdió 11 partidos. De ellos, perdieron 9.

Pero aquí puede estar la clave: aquel equipo de Minnesota no es este equipo de Minnesota. No es que el actual sea de “nivel anillo”, pero es mejor. Significativamente mejor. Todas las incorporaciones mejoran lo que había, desde las más obvias (Roy, Kirilenko), a las menos (Cunningham, Budinger, Amundson). Además, en la gran mayoría de partidos que Love se perdió el curso pasado, Rubio andaba lesionado también, y Nikola Pekovic estaba jugando con serias molestias en su tobillo. Sin Love, había pocas opciones que, al final de la pasada temporada regular, pasaban a ser “ninguna opción” para los analistas. Esto ahora ya no es así.

Sigue estando Pekovic, por supuesto, pero también Greg Stiemsma o el ya citado Lou Amundson pueden tratar de cubrir la baja de Love de la mejor manera. Sin olvidarnos de que Dante Cunningham, Derrick Williams o hasta Andrei Kirilenko podrían jugar de cuatro con eficiencia.

Sea como sea, será mucha la presión que los Wolves tendrán que soportar en las próximas semanas. Substituir a Love será un trmendo error de planteamiento; compensar su ausencia un acierto. Y hacer un gran esfuerzo dentro del vestuario para no perder el entendimiento como conjunto hasta ahora conseguido en los primeros partidos de pre-season, el reto.

Cuando Rubio se lesionó de gravedad la temporada pasada, raramente se le vió cerca del equipo y jamás en el vestuario. Esta temporada, sin embargo, su presencia en el banquillo durante los partidos y en el gimnasio durante los entrenamientos es más que sentida. En el (menor) tiempo que dure la recuperación de Kevin Love, cobrará mucho sentido verle con el equipo la mayor parte del tiempo, contribuyendo en lo poco que pueda.

Los Timberwolves necesitan a sus líderes. Siguen, de hecho, necesitando a Love, aunque sea sentado en el fondo del banquillo al lado de Rubio.

La lesión de Love no condena a Minnesota, pero si hace aún más dura una tarea ya de principio complicada. Durante los dos meses anteriores a la lesión de Ricky el año pasado, los Wolves hicieron muchísimo con muy poquito. Ahora toca hacerlo de nuevo, sin otra estrella, pero con unos actores de reparto mucho mejores.


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