Miami Heat, ¿casualidad o acierto en las decisiones?

Temporada 1988-1989. Miami Heat debuta en la NBA como consecuencia de un proceso de expansión en el que también participaron Charlotte Hornets, Minnesota Timberwolves y Orlando Magic (estas dos últimas franquicias se integraron una temporada más tarde, pues la expansión se desarrolló en dos fases).

Temporada 2010-2011. Los Heat alcanzan las Finales de la NBA en una reedición de aquella en la que derrotaron a los Mavericks de Dallas en la temporada 2005-2006.

Han pasado veintidós temporadas desde que esta franquicia iniciara su andadura en la NBA y tras analizar la evolución por ella experimentada pueden afirmarse dos cosas: una, la decisión tomada por Lebron James – y de Chris Bosh en menor medida – de jugar para este equipo del estado de Florida ha marcado un punto de inflexión que servirá para establecer su hegemonía en los años venideros; dos, el hecho de que los Heat estén jugando las Finales constituye un reflejo de las decisiones que con el paso de los años se han ido tomando desde Miami con el único objetivo de formar un equipo ganador.

Ahora que vemos cómo se han ido desarrollando estas eliminatorias por el título parece muy fácil apostar por Miami, pero si nos remontamos al comienzo de la temporada recordaremos las dudas que fueron generadas en torno a ellos, especialmente por la ausencia de un estilo de juego definido y por la incertidumbre de saber cómo resultaría la integración de sus tres súper-egos en la plantilla. El tiempo nos ha dado la respuesta a estas cuestiones.

Durante veintidós temporadas de existencia – relativamente pocas en comparación con algunos de los clásicos de liga y aguerridos rivales en la conferencia Este como los Knicks, Celtics o Sixers – han confluido un buen número de condicionantes que han definido a los Heat como el equipo que son hoy, pero existen tres factores que destacan sobremanera: la incorporación de Pat Riley como entrenador y presidente de la franquicia en la temporada 1995-96, el traslado al American Airlines Arena al comienzo del año 2000 y la elección de Dwayne Wade, en la quinta posición en el draft del año 2003.

Con el fichaje de Riley, Miami consiguió no sólo al máximo responsable del Showtime de los Angeles Lakers durante la década de los 80, sino también a un reputado y respetado entrenador que había conseguido llevar a sus equipos hasta los Playoffs de manera ininterrumpida durante trece temporadas; por su parte, el nuevo pabellón supuso un salto de calidad para una franquicia que ya había estado cerca de jugar unas finales de la NBA, en la temporada 1996-1997; esta cancha aumentaba en algo más de 5.000 personas su aforo respecto al Miami Arena y presentaba un ambiente más exclusivo y moderno. En cuanto a Dwayne Wade, simplemente destacar que se trata del jugador que lideró a la franquicia en la consecución del único campeonato que ha logrado hasta la fecha, que ha sido All-Star ininterrumpido desde la temporada 2004-05 y que ha sido el artífice principal de que tanto James como Bosh eligieran Miami como destino para luchar por el anillo.

El destino ha sido caprichoso en el devenir de los acontecimientos en cuanto a que King James se decidió a fichar por los Heat en lugar de hacerlo por New York, New Jersey o Chicago o renovar por Cleveland –ahora resulta imposible imaginar cómo podría haber cambiado el cuadro de Playoffs en lo que concierne a la conferencia Este– pero la realidad es que no es la primera vez que Miami Heat configura su equipo con unos planteamientos similares a los de la temporada actual.

Pat Riley ha tendido a estructurar sus equipos centrándose en un jugador dominante dentro de la zona y complementando esta presencia con otros jugadores exteriores que fueran capaces de aportar otros aspectos al juego; en los Lakers este pívot era Kareem Abdul-Jabbar, perfectamente apoyado por Magic Johnson, James Worthy, Byron Scott o Michael Cooper entre otros; en los Knicks, equipo con menos talento, todo giraba en torno a Patrick Ewing, y eran jugadores como Greg Anthony o John Starks los que aportaban desde el perímetro.

Pero es que si nos remontamos al curso 95-96, temporada en la que ficha por Miami, Riley vuelve a repetir sistema de juego; en su primera operación al mando de esta franquicia, en el mes de noviembre, se hace con los servicios del pívot All-Star Alonzo Mourning, utilizando como “moneda de cambio” a Glen Rice, estrella del equipo hasta ese momento, y en el mes de febrero, poco antes para que acabara la fecha límite de traspasos, adquiere, entre otros, a Tim Hardaway para llevar las riendas del equipo. Esa misma temporada Mourning acabaría como máximo anotador y reboteador del equipo (23,8 puntos y 10,4 rebotes) y Tim Hardaway como máximo asistente y octavo en la liga. Vuelta de Miami a los Playoffs y renovadas aspiraciones de futuro, aunque en esta ocasión fueran eliminados por los fantásticos Bulls de Michael Jordan (72-10).

Y los paralelismos no acaban aquí. En la temporada 2003-04 Wade debuta en la liga, y ¿quiénes son los jugadores interiores de Miami? Lamar Odom y Brian Grant, dos elementos que rindieron a muy buen nivel en el equipo hasta que, una temporada más tarde, formarían parte de otro traspaso a partir del cual Shaquille O`Neal aterrizaría en Miami. Es decir, otra vez un equipo estructurado a partir de Wade y O’Neal y complementado por jugadores como Damon Jones o Steve Smith (el que fuera jugador franquicia del equipo en sus años de asentamiento en la liga, regresaba a formar parte de un proyecto en el que también volverían a integrarse otros “ex” del equipo como Bimbo Coles o el primer entrenador de la franquicia, Ron Rothstein, como parte del “staff” técnico). Esa misma temporada los Heat estuvieron a punto de luchar por el título, pero cayeron en la final de la conferencia Este en siete partidos frente a los Detroit Pistons.

Decepción para un conjunto que se había ido forjando desde los despachos – Stan Van Gundy era el entrenador, Pat Riley seguía siendo el cerebro – pero confianza máxima sabedores de que ya se habían iniciado en la búsqueda del éxito absoluto. En la siguiente ocasión, consiguieron el ansiado anillo al remontarle a los Mavericks una serie que se les había puesto 2-0 en contra y en la que ganaron el tercer partido de manera asombrosa tras llegar al último cuarto por detrás en el marcador.

Salto de nuevo en el tiempo, retornamos al presente. Los Heat cuentan con varios jugadores interiores que pueden aportar lucha, intensidad y algo de clase –Udonis Haslem, Joel Anthony y Zydrunas Ilgauskas-. Pero no dependen de ellos ya que tienen a tres “monstruos”, en un gran momento de plenitud física y mental que pueden hacer, literalmente, de todo: anotar, rebotear, defender, asistir, decidir partidos… Tal y como está ensamblado el equipo ahora, no necesitan un pívot tan dominante como los de antaño, pues entre los jugadores citados se bastan y sobran para compensar estas carencias y los números que un hombre grande pudiera aportar.

Pero que no quede ninguna duda, Miami no ha llegado hasta aquí por casualidad. Ocho temporadas como campeón de división (1997, 1998, 1999 y 2000 la Atlántica y 2005, 2006, 2007 y 2011 la Sudeste), dos títulos como campeón de conferencia (2006 y 2011) y un campeonato de la NBA (2006) no pueden ser casualidad. Los Heat han llegado hasta aquí porque están hambrientos y quieren conseguir aquello para lo que se conjuraron durante el verano pasado, quieren rubricar esa visión que imaginaban a comienzos de temporada. Pero detrás, en la sombra, se han tomado un gran número de decisiones -acertadas en su mayoría– que han ido definiendo la identidad del equipo actual y les ha conducido allí donde únicamente los dos mejores equipos de la competición pueden llegar.

Dejo una pregunta en el aire: ¿Quién será capaz de defender a Dirk Nowitzki durante las Finales?


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