Miami Heat: sirva el ejemplo de Wade

Si le preguntaras a Dwayne Wade sobre el dominio que Miami Heat impuso en la pasada post-temporada, y que resultó en el primer anillo de la era Big Three, te diría que, aunque por poca diferencia, este último de sus dos títulos ha sido más dulce, si cabe, que aquel de 2006.

Se lo preguntaron, de hecho, recientemente, ahora que el jugador está de promoción de su faceta de padre en forma de libro. “Me gusta decir que ambos han sido muy especiales. Pero creo que la diferencia está en que he tenido que pasar por muchas más cosas para conseguir este segundo. En lo profesional, pero también en lo personal. En los últimos seis años me han pasado tantas cosas, que la consecución del segundo anillo me ha hecho respirar más profundo que aquella primera vez”.

Pero si el ocho veces All-Star ha aprendido algo acerca de ganar campeonatos es que nunca puedes dejar al más reciente título lo suficientemente rápido detrás de ti. O que siempre es demasiado pronto para empezar a pensar en dinastías.

Wade no ha olvidado lo difícil que para una franquicia NBA resulta repetir anillo. Lo experimentó en primera persona en 2007, nada menos. Y mientras la mayoría del mundo del baloncesto (con permiso ahora de Lakers) parece preparado para entregar a los Heat los “tres, cuatro o cinco” títulos que ellos mismos prometieron el día de la presentación del Big Three, Wade pondera la importancia de hacer entender a sus compañeros que, simplemente, el trabajo justo acaba de comenzar.

Se trata este año para Miami de defender la corona. Nada más. Tampoco nada menos. Y en el 601 de Biscayne Boulevard legítimamente esperan que dicha defensa sea más sencilla que la anterior.

Porque tan solo un año después de conseguir los Heat el primer anillo en la historia de la franquicia, allá por 2006, Wade vio romperse en mil pedazos el incipiente imperio que él mismo había creado. Las lesiones hicieon estragos en la plantilla en la temporada siguiente, empezando por el propio Wade (que se perdió 31 partidos), y siguiendo por Shaquille O’Neal (42) o hasta por el entonces entrenador, Pat Riley (22).

Aquel curso 2006-07, los Heat colgaron la bandera de campeones en lo más alto del American Airlines Arena la noche de Halloween para, poco más de dos horas después, caer por unos vergonzosos 42 puntos de diferencia ante los Bulls en el partido que inauguraba su temporada. Llegaron con un pírrico 26-26 en victorias-derrotas al All-Star Break, para acabar la regular season con un modesto 44-38.

Se fueron de vacaciones los por aquel entonces todavía campeones de la misma forma que empezaron el año de la primera defensa de título, vapuleados por los Bulls (4-0 en primera ronda de Playoffs). Por no hablar del colapso que siguió al equipo la temporada siguiente (2007-08), en la que solamente ganaron 15 partidos.

Pero no nos equivoquemos, la encarnación del equipo campeón en 2012 es mejor a la del de 2006 en casi todos los aspectos posibles a considerar. Estos son más jóvenes, más grandes, más rápidos, más telentosos y más atléticos que lo que fueron aquellos. Así que de ninguna manera se repetirá aquella desintegración. Pero, ser mejores también permite menos excusas.

Con un escandalosamente bueno y, de repente, amnistiado LeBron James liderando el camino, los Heat tienen ahora un enorme objetivo en forma de back-to-back en su horizonte, y todo el trabajo de la temporada estará al servicio de conseguirlo. Porque obviamente, Miami es claro favorito al anillo de 2013, pero quizá no con la superioridad que uno podría llegar a pensar.

Más allá de lo que acabe sucediendo en el Este, son las incorporaciones de Steve Nash y Dwight Howard (para juntarlos con Kobe Bryant y Pau Gasol) en Los Angeles las que ya han convertido a los Lakers en los máximos favoritos al título en las apuestas de muchos analistas… O hasta en las declaraciones de algunos compañeros de Wade como Chris Bosh, que recientemente calificó a los oro y púrpura como el mejor equipo de la NBA “sobre el papel”.

Sea como sea, los Heat afrontan la próxima temporada llenos de confianza, ¿cómo no?. Tienen quizá más talento que cualquier otro conjunto, siguen ambrientos (esta vez por estar a la altura de sus propias expectativas) y están sin la presión de tener que conseguir lo que ya han conseguido. Pero harían bien de tomar el ejemplo de Wade y no dar nada por garantizado. El segundo anillo consecutivo del Big Three, menos aún.


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