La transición Dirk-Luka y el Madison Square Garden

Noche marcada en el calendario: un debut y un adiós legendario.

Hoy escribo la columna número 75 de esta sección y aún no le había dedicado ninguna al genial, al magnífico, al legendario Dirk Nowitzki. Ni con aquel final en Boston, ni el día que debutó esta temporada ni después de un emotivo adiós en Charlotte. De hoy no podía pasar…

Debutaba Luka Doncic en el Madison Square Garden en el que ha podido ser el último partido de Dirk Nowitzki en la meca. No me digáis que no tiene tintes de guiño histórico que el europeo con más impacto que recuerdo en su primera temporada en la Liga esté coincidiendo en temporada, vestuario y momentos como el de ayer con el mejor de la historia de su continente. En fin, que ayer tocaba hola y (probablemente) adiós en el Madison Square Garden. No era una noche cualquiera en el corazón de la gran manzana.

Ningún jugador de los (desastrosos) New York Knicks consiguió un aplauso similar al que se llevó Luka Doncic cuando fue presentado. Ninguno… Bueno, quizás Enes Kanter, que terminó besando el logo al pisar la cancha (está teniendo sus más y sus menos con la franquicia y es un favorito de la afición). Pero la realidad es que el público que acudió ayer al Madison sabía a lo que iba. Y no tenía nada que ver con los Knicks.

«¡Luka Magic en el Garden!»

Recibieron con aplausos y onomatopeyas de todo tipo Luka Doncic. Murmullo cada vez que tocaba el balón, emoción cada vez que intentaba un step-back (ayer no le salió…). El esloveno, que nunca perdió la sonrisa, empezó el partido con un airball, falló sus cinco primeros triples y perdió varios balones tontos. Pero, como siempre, salvó la papeleta: 16+8+5 (7/18 en los tiros) y un triple en el último suspiro de una posesión que permitió al narrador gritar «¡Luka Magic en el Garden!». No falla ni en sus peores días.

La leyenda de Dirk

Y de un europeo debutante y nervioso pasamos a los galones del otro. Dirk atacaba, puede que por última vez, su escenario visitante favorito. Hasta ayer, 24,9 puntos de promedio en 17 partidos en el Madison, su media más alta en una cancha rival. Siete partidos de más de 30 puntos, un máximo de 39 y un game-winner frontal sobre Carmelo que no se me borrará nunca de la cabeza. El cuarto rival que más puntos les ha metido a los Knicks en la historia de la NBA.

Saltó entre aplausos al parqué y le devolvió el cariño al público con un saludo. Muchas camisetas de Dirk en la grada y también alguna de Luka. Lo que os digo, sabían a lo que iban: Doncic es el último gran fenómeno de la liga y Dirk ha sido así de bueno.

El Madison se levantó en cada uno de sus intentos. Aplaudió cada carrera, cada gesto. Y esta vez, además, apareció todo el acierto que le faltó en Boston: 2/3 en los triples, 5/7 en los tiros y 14 puntos que ya son su mejor marca en lo que va de temporada. Disfrutó él, disfrutó la grada y disfrutamos los que lo hemos visto desde nuestras casas.

Se despidió como los grandes, sonrisa de oreja a oreja y brazos en alto. Pudo ser su último partido en el Madison Square Garden. Y fue increíble. «Lo recordaré el resto de mi vida», aseguró Dirk. A nosotros es imposible que se nos olvide lo que ha sido y lo que ha significado él.

(Fotografía de Sarah Stier/Getty Images)


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