Seis años de regalos envenenados para Anthony Davis

New Orleans saldrá de nuevo al mercado con su primera ronda en la mano y el cuchillo entre los dientes. No les queda otra…

La noche nos ha vuelto a dejar con la boca abierta. De Jaren Jackson Jr. al game-winner de Curry (ojo al putback dunk anterior de Avery Bradley…), pasando por las derrotas de los Thunder contra los Wolves y los Pistons contra los Hawks o el triple para forzar la prórroga en Portland de Luka Doncic. Espectacular… Y yo hoy, previa de Navidad en la NBA (la noche del 24 no hay partidos), me quedo con la derrota de los Pelicans a manos de los Kings. Y con el reloj de un Anthony Davis al que, probablemente, le va a caer otro regalo envenenado por Navidad.

19 arriba fueron los Pelicans en el primer cuarto ante Sacramento. Y mantuvieron su ventaja hasta el último cuarto antes de ceder. Otra derrota sufrida que añadir a una historia que está empezando a coger tintes dramáticos: van cuatro consecutivas, 19 en 34 partidos y, de repente, el gran inicio de temporada del equipo ha desaparecido y aquella serie ante los Blazers que les tenía que dar alas esta temporada no existe. Puesto 14 en el durísimo oeste y a remar. A remar mucho y desde abajo.

Mientras, Anthony Davis se va de cena con LeBron. Para hablar del tiempo y esas cosas. Ya sabéis. Y los rumores, que llevan revoloteando desde que empezó la temporada (su penúltima de contrato garantizado), están a un par de derrotas de descarrilar en un torrente incontrolable de información/desinformación sin vuelta atrás.

Con todo esto sobre la mesa y aprovechando las fechas navideñas, en Nueva Orleans estarán preparando sus armas (sus rondas de draft) para buscar el regalo de turno para Anthony Davis. Una última ofrenda al jugador que tiene en sus manos el destino de la franquicia durante la próxima década…

Y lo normal sería que, como la temporada pasada (Mirotic) o la anterior (DeMarcus Cousins), los Pelicans se lancen al mercado con su próxima primera ronda en la mano y el cuchillo entre los dientes. Porque, hasta que Anthony Davis diga lo contrario, tienes que quemar todas tus cartas. Todas…

Y aquí llega el drama. Mi pregunta del día es la siguiente: ¿Anthony Davis es tan bueno que ha sido malo para los Pelicans?. La primera respuesta es no, claro. Llegada de Anthony Davis no ha sido mala para los Pelicans porque no hubiera sido mala para nadie. Pero la segunda respuésta… Ojo.

Desde que los Pelicans eligieran a Anthony Davis en el número uno del Draft de 2012, la gestión de la plantilla merece un capítulo especial en su historia. Desde aquel sorteo de novatos, los de Nueva Orleans solo han tenido dos primeras rondas en seis años de draft: el 6 de 2013 (Nerlens Noel), que acabó en Philadelphia con el 10 de 2014 (el traspaso de Jrue Holiday), y el 6 de 2016 (Buddy Hield), que acabó en Sacramento con el 10 de 2017 (el traspaso de DeMarcus Cousins). Y ninguna juega en Nueva Orleans.

La preocupación constante que supone para un equipo pequeño (por mercado y tradición) intentar retener a una de las grandes estrellas de la competición, convirtió desde el principio la contrucción del equipo de Anthony Davis en un festival de parches. Un festival que, tras algún acierto y muchos fallos, ahora no puede parar (tienen que buscar lo que sea…). Pero que, probablemente, debió tardar muchísimo más en arrancar.

En definitiva, no digo que Davis haya sido malo para los Pelicans, sino que igual los Pelicans no han sabido gestionar/procesar lo que supone tener a un jugador como Anthony Davis.

Las mejores casas en los mercados pequeños se construyen desde abajo. Y con paciencia. Incluso si cuentas con los mejores pilares.


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