Te tienes que reír

Ayer fue el día más kickerbocker del año. Espero…

Buenos días post-locura a todos. Lo primero que voy a hacer es felicitaros por seguir la NBA. Porque es increíble. No tiene rival. Días como el de ayer enganchan más que la droga. Y al espectáculo de oficinas, rumores, traspasos y redes sociales, hay que sumarle el maravilloso deporte que tiene detrás. No tiene rival…

Os diría que he digerido el traspaso y que todo cuadra y es fantástico. Pero hablamos de los Knicks, amigos. Lo único realmente fantástico son los castillos en el aire que construimos año tras año. Y la esperanza que nunca se pierde por muy pateada que esté. Cada uno se lo puede tomar como quiera. Yo, sinceramente, me tengo que reír. Y creo que tú también.

La salida de Porzingis es un golpe seco en la yugular. Era el salvador, la luz al final del túnel. Un jugador de casa, seleccionado en el draft por la franquicia (¡milagro!), que se hacía hueco a base de triples, tapones y mates entre la élite de la NBA. Un jugador verdaderamente especial (como indica su mote), y que además había sabido lidiar desde el principio con los focos, la prensa y los vientos huracanados que zarandean a diario a todo el que juega en Nueva York. Era el futuro de la franquicia, la esperanza de la gran manzana. Hasta ayer, claro… Un golpe seco en la yugular.

No voy a entrar en los detalles del traspaso (lo tenéis todo aquí), ni tampoco en lo que significa para ambos equipos (luego hablaremos de eso en drafteados). Pero sí os voy a contar porque creo que, por duro que pueda parecer todo lo que acabo de escribir en el anterior párrafo, te tienes que reír…

Te tienes que reír porque los Knicks decidieron no ofrecerle una extensión máxima a Porzingis cuando tocaba. Y porque estaba bien hecho… Siempre que el jugador entendiera que era lo mejor para el futuro de la franquicia. Su franquicia. Pero hablamos de los Knicks: todo lo que pueda salir mal, saldrá mal.

Te tienes que reír porque desde el entorno de Porzingis han dicho que avisan a Dallas de que el jugador pretende coger su oferta cualificada en verano para ser agente libre sin restricciones en 2020. Hablamos de un tipo de 2,18 que aún no ha salido de una lesión gravísima de rodilla rechazando un contrato asegurado de, supongamos que todo va bien hasta entonces, 158 millones de dólares. Todo para jugar un año por 4,5 millones a riesgo de que una nueva lesión grave destroce tu carrera. No ha pasado en la vida algo similar. Y no creo que pase. Tendrían que estar muy locos todos.

Te tienes que reír también porque la pieza de mayor valor que llega al Madison es (en principio, ya veremos los picks) Dennis Smith Jr. El mismo Dennis Smith Jr que fue elegido por los Dallas Mavericks en el número nueve del draft de 2017 justo después de que los Knicks seleccionaran con el ocho a Frank Ntilikina. Knicks things…

Te tienes que reír porque (esto solo pasa en Nueva York y en Los Angeles) aún no había salido KP por la puerta y el tema de conversación ya era que los Knicks tendrán espacio para ir a por Kevin Durant y Kyrie Irving. Y es verdad que el espacio estará ahí y algún día tiene que tocar la lotería, pero… Stoudemire, Tim Hardaway Jr y castillos en el aire.

Y, sobre todo, te tienes que reír porque los knickerbockers (entre los que me incluyo, aunque estoy lejos de ser un fanático) gritarán, morderán y se retorcerán de dolor durante semanas, meses o años por la salida de Porzingis. Pero ya están pensando que con Dennis Smith Jr, Kevin Knox y Mitchell Robinson, más el sueño de Zion Williamson, no estamos tan mal. Y puede que sea verdad… Pero hablamos de los Knicks: algo saldrá mal.

Tu jugador franquicia pide el traspaso lesionado, y amenaza a su nuevo equipo con la oferta cualificada sin haber vuelto aún de una lesión grave. Encima, lo que consigues a cambio en el traspaso es al jugador que pudiste elegir en el draft y del que pasaste hace solo año y medio. Mientras, construyes castillos de Durants y Kyries en un equipo de 10 victorias y eres capaz de aguantar todo eso, levantarte esta mañana y pensar, de verdad, que no estamos tan mal. Todo en menos de siete horas. Decidme que no tengo razón… Te tienes que reir.


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