¿Una luz en el irregular mundo de Wiggins?

Ayer jugó su mejor partido de la temporada. Y puede que haya puesto la primera piedra. Algo está cambiando…

Los que me conocen saben que Andrew Wiggins es uno de los jugadores contra los que más he cargado en los últimos años. La adorada estrella canadiense que llegaba a la NBA para ser el nuevo LeBron y que no ha hecho más que decepcionar (a casi todos los niveles…) desde entonces. Pero lo que hizo ayer en Oklahoma City fue una barbaridad, las cosas como son. Y me ha hecho reflexionar. Puede que haya una luz en su mundo de irregularidad. Puede…

Wiggins arrancó la temporada dando pasos en dirección contraria. Justo el año en el que entraba en vigor su extensión de 150 millones… No anotaba tan poco desde su año rookie, no había tirado peor nunca, no iba a la línea de libres y la toma de decisiones no hacía más que empeorar… Un desastre absoluto. Al menos hasta hace unos días.

Ayer explotó en el celebrado debut de Ryan Saunders. Venía con confianza tras un gran partido ante los Lakers y, cambiando la norma (maestro del una de cal y dos de arena), se salió: 40 puntos, 10 rebotes, cuatro asistencias, un tapón clave sobre Paul George y, ojo a esto último, 18 viajes a la línea de personal. Inesperado. Increíble casi. Tremendo.

Y de ahí viene esta columna, de la intensidad en el tapón y en el último rebote ofensivo. Y del impacto que pueden tener los viajes a la línea de personal en un jugador tan sumamente irregular. Podría ser la luz de Wiggins, un grito a la regularidad de un jugador que suma un partido de 30 puntos entre dos de 14 y 15 de manera habitual y que acaba de encadenar por primera vez en toda la temporada dos encuentros de 25 tantos. Hay mucho que trabajar…

El camino correcto

No voy a los 40 puntos, que vienen y van (casi nunca están). Y tampoco a una toma de decisiones que hasta en su mejor partido tiene ratos buenos (asistencias tras dos contra uno, bandejas buscando el contacto, el último pase a un Okogie abierto en el triple cuando llegaba la ayuda…) y ratos malos (anota siete lanzamientos largos tras bote, de los que le entran un día y falla los próximos tres). Pero sí a los tiros libres.

Con un físico como el suyo y el talento que tiene de fábrica podría estar abonado a la personal. Y esa podría ser su primera piedra hacia la regularidad.

Wiggins no había llegado a la decena de tiros libres intentados ni una sola vez en los dos primeros meses de competición. Y voy más allá, no había lanzado 10 libres en un partido en temporada y media (ni una sola vez durante la temporada pasada). Lo dicho, caminaba en dirección contraria. Sin embargo, el de ayer fue su sexto partido con al menos 10 intentos en los últimos 20 días. Algo ha cambiado.

¿Milagro? ¿Realidad? Veremos. Pero sería una mejora exponencial en el rendimiento de un jugador que necesita urgentemente bases de regularidad.

(Fotografía de Harry How/Getty Images)


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