NBA Draft: los 5 peores/mejores números uno

Cada Draft de la NBA incluye 14 lottery picks que los equipos con derecho a elección usan de la forma que les parece más conveniente, siendo todos testigos de grandes aciertos o todavía más grandes errores a lo largo de la historia de la Liga. O tantas joyas elegidas en el 14º lugar como calamidades en el número uno.

A falta de abrir el melón que representa Anthony Davis para los New Orleans Hornets este año, echemos un vistazo a los cinco mejores y cinco peores números uno de los últimos 25 años.

(NOTA: Para tratar que todos nos sintamos más familiarizados con los nombres de los miembros de ambas listas, hemos acotado el rango de elección en los Drafts que van de 1985 a 2011).

Quinto peor: Andrea Bargnani. Número 1 del Draft de 2006, elegido por Toronto Raptors.

398 G, 30,5 MPG, 15,4 PPG, 4,9 RPG, 1,3 APG, 0,9 BPG, 44,0 FG%, 36,5 3P%, 82,4 FT%.

Este quinto lugar del italiano es la más clara demostración del enorme talento que suele haber en la primera elección del Draft. A su favor Bargnani tiene una clara evolución (mejora) como jugador desde su temporada rookie. Miembro del All-Rookie first team, debutó en la NBA promediando 11,6 puntos y 3,9 asistencias. El año pasado, sin embargo, y a pesar de jugar tan solo 31 partidos en regular season, puso encima de la mesa unos sólidos promedios de 19,5 puntos, 5,5 rebotes y 2,0 asistencias por noche. Solo es el quinto peor porque la gran mayoría del resto son muy buenos.

Cuarto peor: Pervis Ellison. Número 1 del Draft de 1989, elegido por Sacramento Kings.

474 G, 24,5 MPG, 9,5 PPG, 6,7 RPG, 1,5 APG, 1,6 BPG, 51,0 FG%, 68,9 FT%.

Ellison jugó cuatro temporadas enteras en Louisville, donde ganó el premio al Most Outstanding Player de una Final Four como freshman. 17,6 puntos, 8,7 rebotes, 2,5 asistencias y 3,2 tapones por partido fueron sus portensosos números como senior justo antes de dar el salto al profesionalismo. En su tercer año en la NBA consiguió unos promedios (20,0 puntos, 11,2 rebotes, 2,9 asistencias y 3,7 tapones por encuentro) a los que jamás volvería a acercarse en sus 11 temporadas de carrera NBA. De hecho, tan solo tuvo una temporada decente más, antes de empezar a deambular por la Liga.

Tercero peor: Greg Oden. Número 1 del Draft de 2007, elegido por Portland Trail Blazers.

82 G, 22,1 MPG, 9,4 PPG, 7,3 RPG, 1,4 BPG, 57,7 FG%, 66,6 FT%.

En su única temporada en Ohio State, Oden promedió unos notables 15,7 puntos y 9,6 rebotes por partido, al tiempo que anotaba el 61,6% de los tiros de campo intentados. Era un jugador muy activo, y aunque las bromas sobre el hecho que aparentaba muchos más años de los que realmente tenía abundaban, al final se demostró que tan solo algunas partes de su cuerpo estaban viejas y chirriantes. Oden simplemente no estaba en condiciones: operación en su rota muñeca derecha, microfractura en su rodilla derecha, una lesión en un pie, fisura de rótula para posterior fractura de rótula, microfractura de rodilla izquierda para, durante una artroscopia por una lesión distinta, descubrir más, y tener que pasar por el quirófano por tercera vez por otra fractura de rodilla izquierda. Sobran las palabras.

Segundo peor: Kwame Brown. Número 1 del Draft de 2001, elegido por Washington Wizards.

585 G, 22,4 MPG, 6,8 PPG, 5,6 RPG, 0,6 BPG, 49,2 FG%, 57,3 FT%.

Otro caso de jugador All-American saliendo del high school justo antes de dar el salto directamente a la NBA. Candidato al primer puesto de tan poco honrosa lista, pero quizá seria demasiado duro teniendo en cuenta que está consiguiendo aguantar 11 temporadas en la NBA. Simplemente, su caso nunca resultó. En su mejor año (campaña 2003-04) promedió “solamente” 10,9 puntos, 7,4 rebotes, 1,5 asistencias, 0,9 robos y 0,7 tapones por encuentro. Cabe preguntarse si, en su caso, un paso por la universidad le habría ayudado a prepararse mejor en términos de maduración de su juego. Pero, considerando que lleva ganados 58M$ en su carrera hasta el momento, ¿quién necesita de universidad alguna?

El peor: Michael Olowokandi. Número 1 del Draft de 1998, elegido por Los Angeles Clippers.

500 G, 26,3 MPG, 8,3 PPG, 6,8 RPG, 1,4 BPG, 43,5 FG%, 59,7 FT%.

Olowokandi tuvo un año senior en Pacific de ensueño, con 22,1 puntos y 11,2 rebotes de promedio. Como todos los miembros de lo que llevamos de lista, no son los peores jugadores que jamás se han calzado unas zapatillas pero, en su caso, se trata de un jugador que nunca respondió, además de ser un finalizador horroroso. O si no, ¿cómo se explica que con su más de 2’10m de altura promedie un mediocre 43,5% de acierto en tiros de campo en toda su carrera? (con un 45,6% y un 66,7% en tiros libres como mejor registro anual jamás conseguido). Suficiente como para lograr el honor de encabezar la lista de los peores nº1 de la historia reciente del Draft de la NBA.

Vistas las cruces, veamos ahora las caras:

Quinto mejor: Patrick Ewing. Número 1 del Draft de 1985, elegido por New York Knicks.

1.183 G, 34,3 MPG, 21,0 PPG, 9,8 RPG, 1,9 APG, 1,0 SPG, 2,4BPG.

Ewing es uno más en la larga lista de excelentes centers salidos de la factoría Georgetown. Hasta tres veces elegido jugador All-American allí, ganó el Most Outstanding Player de la Final Four de la temporada 1983-84 y fue designado Jugador del Año en la 1984-85. Ya en la NBA, Ewing tendría una larga y exitosa carrera marcada con fuego para siempre solamente por el hecho de no haber sido capaz nunca de ganar un anillo. Patrick Ewing está en el Top-100 de la historia de la NBA en puntos, rebotes, robos y tapones. Tampoco nunca ganó un MVP, pero estuvo entre los cinco primeros en votos hasta seis veces distintas.

Cuarto mejor: LeBron James. Número 1 del Draft de 2003, elegido por Cleveland Cavaliers.

689 G, 39,9 MPG, 27,6 PPG, 7,2 RPG, 6,9 APG, 1,7 SPG, 48,3 FG%, 33,1 3P%, 74,6 FT%.

El tiempo en el que nos podíamos referir a James como un jugador extraordinario sin anillo ya pasó. Por fin. A la consecución del ansiado campeonato de la NBA, James ha acompañado la que quizá haya sido su temporada más completa con la obtención del MVP de las Finales y de su tercer MVP en regular season. Con un cuerpo construido para jugar a fútbol americano, James es uno de los mejores jugadores que jamás haya jugado a esto del baloncesto. Su rendimiento defensivo, también, ha mejorado hasta tal punto de conseguir entrar en el All-Defensive first team durante las cuatro últimas campañas. Más maduro dentro y fuera de la pista, James ha logrado su mayor reto personal con clase y no con rebeldía.

Tercero mejor: Tim Duncan. Número 1 del Draft de 1997, elegido por San Antonio Spurs.

1.111 G, 35,4 MPG, 20,3 PPG, 11,3 RPG, 3,1 APG, 2,2 BPG, 50,7 FG%, 68,8 FT%.

Duncan sí estuvo los cuatro años de universidad que corresponden en Wake Forest, donde llegó a promediar 20,8 puntos, 14,7 rebotes y 3,2 asistencias en su año senior. Jugador del Año aquella última temporada y elegido hasta tres veces All-American, completan su bagaje como amateur. Ya en la NBA, Duncan será siempre recordado como uno de los mejores, sino el mejor, power forward que jamás ha jugado al baloncesto. Cuatro anillos, tres MVP de las Finales y dos MVP de la regular season son lo que más brilla de su palmarés. Ser elegido hasta 13 veces dentro de los dos Mejores Quintetos Defensivos del Año brilla menos, pero casi asombra más.

Segundo mejor: David Robinson. Número 1 del Draft de 1987, elegido por San Antonio Spurs.

987 G, 34,7 MPG, 21,1 PPG, 10,6 RPG, 2,5 APG, 1,4 SPG, 3,0 BPG, 51,8 FG%, 73,6 FT%.

Robinson se enroló en la Marina Norteamericana durante cuatro años, y tras un año de freshman de nivel inferior, simplemente explotó. 28,2 puntos, 11,8 rebotes y 4,5 tapones por partido en su año senior fueron los efectos de tal implosión. Para aquellos coetaneos que solo recuerdan a un Robinson ya en la trentena, conviene recordar que Robinson promedió en sus siete primeras temporadas en la NBA nada menos que 25,6 puntos, 11,8 rebotes, 3,1 asistencias, 1,7 robos y 3,6 tapones por encuentro. Casi nada. Y eso no fue precisamente ante rivales pobres en la pintura (hablamos aquí de Patrick Ewing, Hakeem Olajuwon, Dikembe Mutombo o Shaquille O’Neal). Jugador del Año en la universidad, Rookie of the Year ya en la NBA, Mejor Jugador Defensivo del Año, MVP y dos veces campeón de la Liga. Y por último, y no por ello menos destacable, forma parte del reducido grupo de superestrellas que se mantevieron fieles siempre a una sola franquicia.

El mejor: Shaquille O’Neal. Número 1 del Draft de 1992, elegido por Orlando Magic.

1.207 G, 34,7 MPG, 23,7 PPG, 10,9 RPG, 2,5 APG, 2,3 BPG, 58,2 FG%, 52,7 FT%.

El dominio de Shaq en los tres años que jugó en LSU fue abrumador. En su temporada sophomore, promedió 27,6 puntos, 14,7 rebotes y 5,0 tapones por encuentro. Sería elegido All-American dos veces antes de llegar a la NBA y ponerla patas arriba. Como jugador de baloncesto, O’Neal era virtualmente indefendible. Los rivales debían inventar nuevas estrategias para frenarle (Hack-a-Shaq) y algunas normas debieron revisarse por su mera aparición. En sus 13 primeras campañas en la NBA, Shaquille O’Neal estuvo en 26,7 puntos, 12,0 rebotes, 2,8 asistencias y 2,6 tapones por noche. De hecho, jamás promedió menos de 21 puntos y 10 rebotes por partido durante ese largo periodo. Cuatro anillos y MVP de las Finales en tres de ellos. MVP de la competición una vez y enrolado 14 veces en los All-NBA Teams.

[update]Nota: Este artículo es una traducción de un artículo original de Michael Dunlap para Bleacher Report.[/update]


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