NBA y homosexualidad, un debate abierto

Cada fecha del calendario es un Dia de. Los hay más reconocibles y hay otros cuyo significado sólo recordamos año tras año gracias a una pieza del telediario. El pasado 17 de mayo fue el Día de Internet y todos los internautas celebramos las horas que perdemos o ganamos, según se mire, delante de una pantalla. Pero como en el mundo hay bastantes más de 365 causas que reivindicar o inventos que conmemorar, las 24 horas deben repartirse y el internet le ha tenido que ceder un pedacito del reloj a la lucha contra la Homofobia y la Transfobia. Decir ‘no’ a la discriminación contra la comunidad gay, lésbica y transexual.

No pienso que la efeméride haya sido casual. El pasado domingo, Rick Welts se convirtió en el primer directivo de la NBA en declararse abiertamente gay. El presidente y jefe ejecutivo de los Phoenix Suns salió del armario en un comunicado difundido por el New York Times. Según reflejan las informaciones posteriores, el dirigente pidió consejo a Steve Nash y Bill Russell antes de tomar la palabra. Su decisión de hacer pública su condición sexual se la comunicó previamente y personalmente a David Stern, con el que le une una estrecha amistad, el pasado 12 de abril. En los reportajes que han glosado esta información se realza la figura de Welts como ejemplo del ‘Sueño Americano’ en forma de pelota naranj: comenzó de recogepelotas en Seattle y terminó siendo clave en el diseño actual del All Star.

Al día siguiente de esta reunión, Kobe Bryant, en un lance de un partido ante los Spurs, fue ‘cazado’ por las cámaras dirigiéndose al árbitro utilizando una expresión de alto contenido homófobo (fucker faggot=puto maricón). La NBA sancionó duramente con 100.000 dólares a uno de sus jugadores estrellas como medida ejemplar por utilizar una expresión que no es inusual. El mismo calificativo fue recogido por la televisión en un enfrentamiento entre Kenyon Martin y Mark Cuban hace un par de temporadas (ver vídeo) al acabar un intenso Mavs-Nuggets o fue pronunciado por Kevin Garnett en un choque entre Celtics y Cavs en el playoff del 2008 (ver vídeo) en referencia al público de Cleveland. La Mamba Negra pidió disculpas a la comunidad gay que se levantó encolerizada en protesta e incluso se unió a una campaña en apoyo a los Derechos de los gays, lesbianas y transexuales. Los Lakers realizaron un vídeo de urgencia, en mitad de un pasillo, para pedir perdón (ver vídeo).

El incidente abrió de nuevo el debate sobre la homofobia dentro de la NBA. David Stern quiso apagar el fuego con rapidez y contundencia. El comisionado añadió a la sanción de Kobe estas palabras alusivas al tema: «No quiero ser un cruzado social sobre esta cuestión, pero creo que en los deportes masculinos, tradicionalmente, no ha sido un entorno acogedor para que los gays se identifiquen. Pero llegará un futuro en el que no sea un problema. Va a ser difícil, pero ocurrirá, no tengo ninguna duda al respecto», apuntó Stern.

Para intentar corregir el error personal de Kobe, aunque otros jugadores utilizan habitualmente este tipo de descalificativos, la NBA ha intensificado su inclusión en campañas que censuran el uso de insultos o ‘coletillas’ alusivas a la condición sexual. En los playoffs se ha visto en los videomarcadores de algunas canchas el anuncio de la campaña ‘It Gets Better’ que pretende eliminar el acoso escolar a los jóvenes gays. Curiosamente, dos jugadores de los Phoenix Suns, Grant Hill y Jared Dudley, apoyaron otra campaña de la asociación GLSEN en contra del lenguaje homófobo denominada ‘Think B4 talk‘ y cuyo anuncio se pudo ver en la retransmisión del primer partido de la Final del Este el pasado domingo. Pueden ver ambos spots a continuación:

Campaña en contra del acoso a los jóvenes homosexuales

Campaña contra el lenguaje homófobo en el deporte

La relación entre el deporte y la homosexualidad no ha sido fácil e incluso más restrictiva dentro de una sociedad dominada por la visión ‘hetero’ que poco a poco se abre a todas las orientaciones y a tolerar sus derechos sin trabas. Son pocos los deportistas que descubren su orientación sexual y menos los que lo hacen cuando todavía están en activo. El secretismo es incluso mayor en los deportes de equipo y en los vestuarios masculinos que en los femeninos. En el mes de febrero de 2007 el británico John Amaechi fue el primer jugador de la NBA en airear su homosexualidad en su libro Man in the middle. Amaechi había jugado cinco temporadas en la NBA y hasta que no se retiró no desveló su secreto. En su relato incluyó la discriminación que sufría por parte de sus compañeros de equipo. Las reacciones a tal descubrimiento fueron variadas, aunque en líneas generales se defendió la igualdad de derechos, sin esconder los tabús que aún existen en la privacidad del vestuario en un universo donde ser gay no está todavía bien visto. La reacción más extrema la firmó otro exjugador, Tim Hardaway, que descargó toda su fobia hacia el colectivo gay. «No me gustan las personas homosexuales ni estar cerca de ellos. Soy homófobo. No me gustan y no podrían estar en el mundo ni en Estados Unidos», dijo Tim, aunque luego pidió perdón por sus duras declaraciones, lo que no evitó que el propio Stern le prohibiera la asistencia al All Star de esa edición.

Según una estadística que esta semana publicaban varios medios nacionales, el 6% de españoles de entre 15 a 30 años (medio millón, aproximadamente) se declara homosexual. Este porcentaje, como simple referencia, desvela que, en una competición donde han participado más de 3.000 jugadores a lo largo de su historia, es ridículo pensar que Amaechi es el único gay que ha participado en la NBA.«Cada jugador ha tenido compañeros gays. Yo no lo creo, sé que he tenido compañeros gays», declaró esta semana Charles Barkley.

El secretismo se debe, sin duda, al miedo a la reacción de compañeros y la opinion pública, a las continuas bromas del entorno, al posible rechazo de las franquicias, a la intolerancia que impera en la sociedad y que en el deporte se multiplica bajo excusas variadas como el contacto físico en un mundo que ha alardeado de virilidad. Pero en el debate entra también la libertad de expresión de los jugadores homosexuales de no querer hacer pública su condición y permanecer en el anonimato, algo lícito si esta actitud no está condicionada por fuerzas coercitivas.

El código del vestuario suele ser nombrado para explicar esta realidad, como hizo LeBron James cuando Amaechi publicó su libro. «Con tus compañeros de equipo tienes que tener confianza y si eres gay y no lo admites, entonces no estás demostrando que tienes confianza en el equipo. Esa es la regla número uno dentro de un vestuario, debes confiar en los demás. Es una razón de confianza, de honestidad», declaró King James.

Varias franquicias de la NBA han celebrado días especiales en pro del movimiento de Gay, Lesbianas y Transexuales, realizando ofertas o campañas especiales para promover la asistencia a los partidos de los homosexuales. Algunos jugadores, particularmente, han demostrado su apoyo a la causa de la bandera arco iris, como el argentino Manu Ginóbili, que celebró en el pasado verano que los gays de su país se pudiesen casar, o Isiah Thomas, que posó con su hijo para pedir la legalización de los matrimonios entre homosexuales. Además, el pasado mes de enero, los Wizards decidieron eliminar la kiss cam (cámara que intenta que dos espectadores se besen al aparecer en el videomarcador) tras una denuncia. Se censuraba el carácter homofóbico de la broma que se perseguía al pretender el beso entre dos personas del mismo sexo (incluidos jugadores propios y del rival). Este hábito es habitual en otras pistas y ha llevado imágenes del todo curiosas.

David Stern siempre ha mantenido las formas, intentando promover la idea de que la NBA es una marca blanca, políticamente correcta y que no hiere los sentimientos de ninguna comunidad de la que pueda sacar beneficio. Así se han oficializado la Noche Latina o se celebra el Día de San Patricio, por poner varios ejemplos. Siempre al gusto del consumidor, del público, sin juzgarlo. ¿Es entonces la postura gay friendly de la NBA una simple postura comercial, de lavado de imagen, o realmente un acercamiento a la integración de los Gays, Lesbianas y Transexuales? Es una pregunta abierta en Estados Unidos y que en Europa parece cerrada al ser un debate que no se pone tan habitualmente sobre la mesa.


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