Nuevos paradigmas en L.A. Lakers

What the f**k?”. Así empezaban todas las frases en Estados Unidos justo después de conocerse la noticia de que Mike Brown sería el nuevo entrenador de Los Angeles Lakers. Y no es para menos. De entre la lista de candidatos, su nombre salió tarde; mientras que su firma, se materializó quizá demasiado pronto.

Pero ahora, con ella, una cosa está clara en estos nuevos Lakers. Han entrado en la era de Andrew Bynum.

Durante más de una década, todas las decisiones importantes tomadas por la franquicia angelina tenían el aval de Kobe Bryant. O, al menos, su consenso. Se dejó marchar a Phil Jackson la primera vez y se envió a Shaquille O’Neal a Miami para apaciguar las amenazas de Bryant de salir del equipo como agente libre. Se trató de contratar a Mike Krzyzewski porque era el entrenador que Bryant hubiera querido tener de haber ido a la universidad. Se pidió a Phil Jackson que volviera porque tal decisión contaba entonces con el beneplácito de Kobe. Se fichó a Pau Gasol no solo por haber sido un All-Star, sino porque se pensó que sería (por características de juego, pero también por idoneidad de carácter) el complemento perfecto para Bryant. Y así, tantas otras.

Pero este movimiento, el fichage de Mike Brown como nuevo coach de la franquicia, nada tiene que ver con Kobe ya. Ni tan siquiera nadie le preguntó su opinión al respecto. Jim Buss fue quien tomó la decisión, eso sí con la aprobación de su padre, el propietario de Los Angeles Lakers.

Mike Brown tiene experiencia en manejar a una potencial estrella del baloncesto y en su tiempo como coach en Cleveland, construyó al equipo en base a una sólida defensa. Además, podemos dar como hecho que va a acabar con el perenne triángulo ofensivo como principal sistema de ataque. Todo lo cual, nos conduce a intuir que será Andrew Bynum quien se pueda situar en el papel de piedra angular del futuro de la franquicia.

Pero esto no va a ser algo que suceda inmediatamente. Kobe Bryant es todavía el máximo responsable del colapso de los Lakers en estos Playoffs, así que debe ser también el principal abanderado en restablecer el orden deportivo del equipo cara a la próxima temporada. Además, Bryant llegará a ella tras un verano sin intervenciones quirúrgicas (como sucedió el verano pasado con su operación de rodilla), mucho trabajo físico y algo más de mental, para seguir reinando en la Liga. Pero con otra temporada más en las ya veteranas piernas de Bryant, Pau Gasol, Ron Artest, Lamar Odom y Derek Fisher, el camino hacia Bynum en Los Angeles parece del todo inevitable.

Existe, sin embargo, la percepción a escala nacional en Estados Unidos de que Bynum es solo una pieza de intercambio clave en el muy rumoreado futuro traspaso de Dwight Howard a los Lakers en el verano de 2012. Pero dicha percepción ignora dos factores importantes: Jim Buss fue quien drafteó a Bynum y sigue enamorado del juego de su chico. Por otro lado, no es descabellado pensar que, si las lesiones no se interponen más en su camino, en un año o máximo dos, no habrá mucha diferencia entre el juego de Bynum y el de Howard.

Nadie pone en duda que Howard es el mejor center de la NBA y uno de sus cinco mejores jugadores en estos momentos. Pero si echamos un vistazo a los dos encuentros que en esta temporada han enfrentado a Lakers con Orlando Magic, nos daremos cuenta que Bynum no ha estado nada lejos de Superman. Los 10 puntos, 18 rebotes y 4 tapones de Bynum cuando en el pasado mes de marzo ambos se enfrentaron, parecieron demasiado para un Howard falto de fuerza y recursos para superar al center angelino.

Andrew Bynum, todavía con 23 años, ha prometido volver menos pesado y más fibrado cuando la temporada siguiente empiece. La primera, por cierto, tras cuatro años, después de un verano sin tener que pasar por rehabilitación alguna. De demostrar que ha dejado atrás sus contínuas lesiones (es mucho demostrar, es cierto), y conseguir añadir nuevas piezas a su ya completo juego, puede que nos encontremos ante una nueva versión del juego de dominio de Shaq.

Veámoslo de otra forma. La contratación de Mike Brown como nuevo entrenador de los Lakers puede que no sea una sorpresa tan grande como puede, a simple vista, parecer. Tiene riesgos, evidentemente que sí, pero si Jim Buss (previo consentimiento de su padre) quería alejar para siempre a los Lakers de la sombra de Phil Jackson, no había mejor opción que contratar a Brown.

Jackson basaba su juego en el triangulo ofensivo mientras Brown lo hace en la defensa. Jackson es complicadamente sarcástico mientras Brown es más llano y simple. Mike Brown, además, es educado y presume de tener muy buenas relaciones con sus jugadores… y tampoco va a ir detrás de Jeanie Buss, la hija del dueño. De hecho, se necesita tener los pies muy bien puestos en el suelo para entrenar a los Lakers, una franquicia que tiene a un jugador que protagoniza un reality show (Odom) otro cuyo comportamiento público suele rogar la ética más ortodoxa (Artest) e incluso otro (Brown) casado con una estrella del pop. Eso, sin haber mencionado todavía que nadie olvida que puede que la causa de la ruptura (fuera de la pista, pero lo que es peor, también dentro) entre Bryant y Gasol que generó todo el cortocircuito en los Lakers en estos Playoffs, venga de problemas relacionados con sus respectivas parejas.

Todos los ojos estarán puestos en ver cómo Brown maneja el más que predecible bullicio en Los Angeles. Incluso los de su propio vestuario. ¿Puede un entrenador que no ha sido capaz de ganar con LeBron James, hacerlo con Kobe Bryant? Pero más importante será observar cómo maneja Brown a un 2’13m con rodillas inseguras, pero una cantidad enorme de talento.


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