Pon una estrella en tu equipo

Ya no hay dudas. Estos son tiempos en los que las franquicias NBA tratan de acumular tantas estrellas como el límite salarial les permita.

…Y después está George Karl. «Parece que la fórmula para ganar es tener a tres grandes jugadores. Pero, ¿por qué?. ¿Por qué no se puede ganar con 10 muy buenos jugadores? Quizá ninguno de ellos entre los cinco mejores en su posición, pero sí entre los mejores quince. ¿Por qué no tratar de jugar duro como equipo? ¿Por qué así no se puede ganar el anillo?».

Bueno, si eres entrenador de Denver Nuggets, acabas de perder a tu estrella y no tienes más remedio que competir sin ella, uno puede entender la forma de pensar de Karl… o la de suplicar clemencia. Es un reto enorme para cualquier equipo y entrenador aspirar a un campeonato con un buen montón de muy buenos jugadores pero sin ninguna estrella. Pero la realidad, nos guste o no, es que son las estrellas las que ganan los títulos. Y eso no es nada nuevo.

Los Celtics dominaron los ’60 con Bill Russell, los Lakers los ’70 con Chamberlain y West, los Celtics de nuevo en los ’80 con un front line devastador, y los Bulls los ’90 con Jordan, Pippen y, más tarde, Rodman.

Los jugadores muy buenos raramente se juegan los tiros decisivos de los partidos y, aún en menos ocasiones, los anotan. Las estrellas sí lo hacen. La presencia de jugadores muy buenos no fuerza al entrenador rival a preparar estrategias específicas contra ellos. Contra las estrellas, sí.

Las superestrellas se han ganado esa etiqueta a pulso. Son peligrosas, se crecen en situaciones apretadas e, históricamente, ganan anillos. Es por ello que las franquicias las demandan, pues, en teoría, cuantas más tengas, más posibilidades tienes de llegar vivo al mes de junio. Es simple, pero es así.

La romántica idea de un equipo formado por jugadores de nivel medio–alto compartiendo a partes iguales anotación y defensa hasta poder llegar a unas Finales, es cada vez más inalcanzable. Y más aún en la NBA actual, la de más alto nivel, donde las estrellas de la Liga llegan a ella a menudo ya siendo estrellas de sus universidades/institutos. Y donde un equipo que quiera aspirar a algo grande, no puede renunciar a tener al menos una.

Vale el ejemplo de Atlanta. En los Hawks, la distancia entre su mejor jugador (Joe Johnson) y el cuarto mejor (Jamaal Crawford) no es demasiado grande, y eso que acaban de añadir a su roster a Kirk Hinrich, enésimo intento de éxito de la franquicia en su perenne talón de Aquiles, el puesto de pointguard. No es por casualidad que difícilmente estarán por encima de Magic, Bulls, Heat o Celtics, equipos todos ellos con, al menos, una superestrella.

¿Dónde clasificamos entonces al hasta ahora y de calle, mejor equipo de esta regular season? Pues depende. Se puede decir que les falta una superestrella, pero solo por definición. Tim Duncan, claramente en el ocaso estadístico en todas sus categorías, es como lo que fue Isiah Thomas en los Pistons al principio de la década de los ’90: Un jugador que un día fue el mejor de la NBA en su posición, pero que en sus últimos coletazos en la Liga todavía ofrece un rendimiento muy bueno. Sucede algo similar con Tony Parker, mientras que Manu Ginobili, nunca considerado uno de los mejores guards de la competición, está teniendo sin embargo la temporada de su vida. Añadamos a Richard Jefferson, George Hill y DeJuan Blair, y tratar de encontrar un equipo con unos mejores primeros seis jugadores que los de los Spurs será tarea más que complicada.

En la NBA (y en el baloncesto, por extensión), se puede ganar en la pintura, jugando a ritmo lento, a ritmo rápido, con la defensa, mediante triples… se puede ganar de un buen número de maneras distintas. Pero solo una vale para llegar a conseguir campeonatos: con estrellas. Así que mejor que George Karl no trate de buscar una respuesta a sus propias preguntas, y consiga acostumbrarse cuanto antes a jugar sin Carmelo Anthony y con un buen número de muy buenos jugadores.

Fueron muchas las críticas que recibió LeBron James el pasado verano de otras antiguas estrellas de la Liga cuando decidió cobrar menos pero jugar al lado de Dwayne Wade en Miami. Pero, por ejemplo, si Magic Johnson no hubiera jugado al lado de Kareem, Worthy o Cooper, y hubiera estado siete años llevando a su equipo en sus espaldas sin conseguir ningún anillo, ¿no hubiera hecho lo mismo? Considerando su deseo de ganar, seguro que sí.

Basta de hipocresías. Los mismos entrenadores o jugadores (o GMs… o hasta fans) que se molestan cuando ven a grandes jugadores unir sus fuerzas en otras franquicias, estarían emocionados de recibir a esos mismos grandes jugadores en sus equipos. No nos olvidemos que todos los equipos querían a LeBron a principios del mes de julio. Hasta los Cavaliers.


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