Sobrevivir a un 2-0: precedentes de una remontada improbable

Tras la dura derrota ante Golden State, los Cavaliers se encuentran en una posición desesperada. Los dos partidos disputados en Oakland mostraron a los vigentes campeones dominando con autoridad, especialmente en un Game 2 que acabó con una demoledora paliza y con Kevin Love dudoso para los próximos partidos tras recibir un codazo en la cabeza. Lo poco positivo para los Cavs es la posibilidad de recuperarse de vuelta a casa y, sobretodo, que el cada vez más pedregoso camino que les queda para ganar el título ya ha sido recorrido antes. En 31 ocasiones, las Finales NBA empezaron con un 2-0. En tres de ellas, el equipo que empezó por debajo acabó celebrando el título.

El último vals de Boston

Las Finales de 1969 iban a marcar el punto y final de la mayor dinastía de la historia de la NBA. Los envejecidos Celtics, ya sin Red Auerbach de técnico ni Bob Cousy de director de juego, y con Bill Russell cerrando su carrera como jugador haciendo doble función de entrenador, se enfrentaban a los Lakers en las Finales por séptima vez en 11 temporadas. El equipo angelino llegaba en el mejor momento posible, con el factor cancha a favor en la serie y con un «Big Three» de leyenda: Jerry West, Elgin Baylor y Wilt Chamberlain.

Los dos partidos inagurales en el mítico Forum de Inglewood confirmaron esta tendencia. Jerry West estuvo descomunal, promediando 47 puntos y dándole dos triunfos ajustados a sus Lakers. Bill Russell, en su versión de entrenador, decidiría aumentar la presión sobre West en los siguientes partidos, haciéndole bajar su producción. Tras dos complicadas victorias en Boston del equipo local, incluyendo una de las más surrealistas de la historia en el cuarto partido en el que la canasta ganadora entró tras ser taponada por Chamberlain, rebotando en el tablero y entrando sobre la bocina, la eliminatoria quedó igualada.

Lakers y Celtics ganaron en casa el 5º y 6º partido, respectivamente, dejándolo todo para el Game 7  en Los Angeles. El propietario de los Lakers, Jack Kent Cooke, estaba tan emocionado con la perspectiva de ganar en casa el primer campeonato de la historia de la franquicia en Los Angeles que dejó preparados a la vista de todos globos de celebración, e hizo distribuir entre el público un panfleto con sus planes para la celebración del título. Esto se ganó el enfado monumental de Jerry West y un extra de motivación para los Celtics que acabó notándose.

En un partido vivido a base de rachas, Wilt Chamberlain se lesionó la rodilla a cinco minutos del final con sus Lakers 7 abajo. Ante las quejas del pívot, deseoso de volver a cancha, el entrenador del equipo angelino Butch van Breda Kroff decidió dejarle en el banquillo, considerando que su regreso no era necesario ante el buen partido del reserva Mel Counts, quien ayudó a acercar a los Lakers a 1 punto. Una canasta milagrosa de Don Nelson y el atasco ofensivo de los Lakers, especialmente sin su referencia interior, acabó deprimiendo al Forum. Los Celtics asaltaban Los Angeles en el que sería el último partido de Bill Russell, cerrando invictos su histórica rivalidad ante los Lakers de Jerry West, quien pese a llevarse el MVP de las Finales solo se quitaría el mal sabor de boca ganado el anillo 3 años después.

Una cenicienta en Portland

La temporada 1976-77 fue toda una revolución. La fusión con la ABA había traído a la liga una nueva camada de estrellas, incluyendo a la más rutilante de todas: Julius Erving. El alero había aterrizado en Philadelphia con la intención de dominar la NBA como lo había hecho en años anteriores en su liga rival gracias a su espectacular agililidad y explosividad, quizás no igualada a este nivel hasta que Michael Jordan llegó a Chicago.

Por el otro lado, Portland se encontró en un escenario inédito. Los Blazers eran una franquicia joven, fundada solo 7 años antes y que se habían metido en los Playoffs por primera vez en toda su historia. Era el proceso lógico tras haber conseguido adquirir en 1974 al jugador que estaba destinado a ser uno de los mejores de la liga: Bill Walton. El pívot se acercaba a su madurez como jugador, pero aún parecía necesitar algo de experiencia en Playoffs para llevar con los años un título a Portland.

Los Blazers, pero, quemaron etapas con una rapidez insultante, incluyendo un demoledor 4-0 en las Finales del Oeste al gran favorito de su conferencia, los Lakers de Kareem Abdul-Jabbar. Su debut en el escenario principal, pero, fue doloroso. Dos claras victorias de Philadelphia en casa parecían mantener la jerarquía bien delimitada con un Julius Erving extraordinario. Pero en Portland todo cambió, el espíritu combaitvo de Maurice Lucas y la inmensa calidad en la pintura de Bill Walton empezaron a fraguar una de las remontadas más inesperadas jamás vistas, ganando con una superioridad insultante los dos siguientes partidos.

Los 76ers volvían a casa en el quinto partido para recuperar la normalidad, pero la presión fue demasiado. Metidos en problemas de faltas, y solo con Julius Erving efectivo en ataque, los Blazers se escaparon rápido y volvieron a llevarse el partido pese al esfuerzo épico del «Dr. J.» para remontar. En el sexto partido, de vuelta a una ciudad de Portland entregada como nunca con su equpo, Julius Erving acabó con 40 puntos e hizo su mejor partido de la serie. Pero, de nuevo, lo ganado por su estrella quedaría perdido para los 76ers en la pintura, donde Bill Walton, elegido como MVP, impuso su ley. Los Blazers se convirtieron en lo más parecido a una «cenicienta» en la NBA y ganaron una de las Finales más sorprendentes e inolvidables de la historia.

Catástrofe en Dallas

Era el año de Dirk Nowitzki. El ala-pívot alemán, ya consolidado como una de las estrellas indiscutibles de la NBA, había logrado superar el escollo teóricamente más difícil: superar a los poderosos Spurs en las Finales del Oeste. El equipo tejano, entrenado por Avery Johnson, veía además como los duros Pistons, el único equipo del Este que parecía poder plantar cara a San Antonio o Dallas en una hipotética final, caía de forma inesperada ante Miami en el otro lado del cuadro.

Como su rival en las Finales, los Heat se encontraban ante la opción de ganar el primer campeonato de su carrera. Pese a la presencia de dos multicampeones del nivel de su entrenador Pay Riley y de su pívot Shaquille O’Neal, además de veteranos de alcurnia y hambre de anillo como Alonzo Mourning o Gary Payton y de un Dwyane Wade que acababa de explotar como estrella, Miami no había encontrado la química ideal para aspirar al título. La decisión como presidente de Riley a principio de temporada de prescindir de Stan Van Gundy para ponerse él mismo como entrenador había sido discutida, pero en los Playoffs acabó dando sus frutos.

Pese a la prometedora trayectoria de Miami, los Mavericks eran los favoritos. Y en los primeros partidos pareció evidente. Jason Terry y Dirk Nowitzki lideraron dos victorias fáciles en Dallas para viajar con tranquilidad a Miami. Pero fue el tercer duelo el que cambió la dinámica. Los Mavs dominaban de 13 puntos a 6 minutos del final, soñando ya con un 3-0 virtualmente definitivo. Pero Dwyane Wade, pese a su inexperiencia y juventud (24 años entonces), lideró una remontada histórica con 42 puntos y 13 rebotes. Un inesperado tiro libre fallado de Dirk Nowitzki a 3 segundos del final evitó la prórroga y le dio la victoria a Miami.

La dura derrota hizo mella en los Mavs, que fueron arrasados en el cuarto partido, perdieron en una agónica prórroga en el quinto partido y se vieron obligados a jugarse la vida de vuelta a Dallas. Un agresivo Dwyane Wade volvió a estar colosal en el sexto partido con 36 puntos. La mala defensa interior de Dallas y un desacertado Jason Terry, quien falló el triple que hubiera forzado la prórroga, hicieron el resto, dando un campeonato a Miami que pocos esperaban. Los Mavericks solo se recuperarían del golpe más duro de su historia 5 años después, ganando el escurridizo campeonao ante, curiosamente, el mismo rival.

Las leciones de la historia

Aún en épocas muy diferentes, los equipos que remontaron un 2-0 en contra tienen algo en común con los Cleveland actuales. Ni los Celtics de 1969, los Blazers de 1977 y los Heat de 2006 eran los favoritos de la eliminatoria, a lo cual se añadía tener el factor en cancha en contra. Lo que no es similar es la situación de Golden State respecto a los equipos que perdieron su ventaja. Lakers, 76ers y Mavs compartían una presión histórica por conseguir el título. Pese a ser superiores sobre el papel, ninguno de los equipos había ganado un título con el núcleo de la plantilla con el que llegaron a las Finales. Su inexperiencia para cerrar la eliminatoria ante un equipo desesperado les pasó factura hasta la derrota final.

Por contra, los Warriors actuales se han encontrado en situaciones peores. En las Finales de 2015 remontaron un 2-1 adverso, con el siguiente partido en Cleveland, ante el mismo rival de este año. Y hace solo unas semanas antes salvaron un 3-1 ante Oklahoma City para plantarse en las Finales de este año. Si bien la historia da algo de esperanzas a los Cavs, una remontada en estas Finales, ante el equipo con más victorias en una temporada regular, sería quizás la remontada más épica de la historia de la NBA.


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