‘Pure Sweat Basketball’: el antídoto para el verano

Los infinitos veranos de la NBA me remontan sin remedio a aquellos veranos, también eternos, de 1º y 2º de la ESO. Irrumpen las vacaciones y se repite el mismo guión. El profesor ve partir a un chaval imberbe, canijo, de pelo revuelto y a quien casi se le desliza la mochila de los hombros, rumbo a la playa y a los campamentos de verano; en septiembre, lo que se encuentra de regreso es a todo un hombretón, de facciones marcadas y voz cambiada.

En la liga más exigente del mundo, los aspirantes a MIP se van confirmando durante la temporada regular; pero su fragua y templado tiene lugar durante esos misteriosos tres-cuatro meses de verano.

Y es precisamente durante este letargo, tan anodino para algunos, tan pueril para otros, cuando para mí cobra especial fuerza un canal de Youtube con el que tuve el placer de topar un par de años atrás. Publicidad gratuita pero más que merecida. Porque lo que Drew HanlenPure Sweat Basketball para sus suscriptores— consigue durante estas fechas, es de una rareza visual extraordinaria.

Él difumina, como nadie más hace, colores y franquicias; rivalidades y contratos; latitudes y generaciones. Julio sirve de pistoletazo para su propio campamento de verano, La Academia de Baloncesto Drew Hanlen, y entre los inscritos abunda un rasgo por encima del resto: el potencial. Jóvenes (algunos no tanto) especímenes de lo más ilusionante de la NBA. Sementales cuya musculatura está lista para volver a tensarse de nuevo sin esperar a que asome el otoño.

La historia de Hanlen es de las curiosas. Vayamos a su origen. Al, diría cierto defensa central, cómo empezó todo.

Drew Hanlen: un ‘jugador’ diferente

Drew Hanlen es un producto de la Universidad de Belmont. Allí jugó cuatro años en el puesto de base, y allí moriría su carrera como jugador de baloncesto. De entre los muchos llamados, Hanlen no iba a ser de los elegidos. No para triunfar al calor del Garden, el Staples o el AT&T Center al menos. No era su destino; su sendero se iluminaba en la tangente.

Hace once años, su vida —él aún no lo sabía— cambió abrupta pero sibilinamente en mitad de un día que parecía del todo normal. Tenía 16 años, su coronilla no se elevaba más 1,80 metros del suelo y acudía religiosamente a sus clases en el instituto Webster Groves.

Por entonces, era un chico blanco, común y corriente, que amaba el baloncesto y que contrarrestaba una genética mediocre con incontables horas de sufrido entrenamiento. Todo con un solo objetivo: conseguir una beca que le permitiera seguir jugando en la universidad.

Fue precisamente en uno de sus workouts en solitario, cuando el padre de uno de sus compañeros de equipo se le acercó. «Mi hijo no sabe cómo hacer ejercicio. ¿Puedes incluirlo en tus entrenamientos y machacarlo?» Le ofreció 20 dólares la hora por ello.

Un par de semanas después, un tercio de los habitantes de St. Louis había oído hablar de la rutina de entreno elaborada por un chaval demasiado pequeño para beber alcohol y apenas apto para empezar a conducir. Lo siguiente que tuvo que hacer Hanlen fue comprarse una buena agenda, pues se le empezaron a acumular sus primeros clientes. La fama de sus entrenamientos, y la suya propia, comenzó a expandirse como un río de pólvora.

Aprendiz de profesional

Este súbito panorama no hizo sino facilitar terriblemente su salto a la Universidad. No tuvo que enviar una sola solicitud, pues eran muchos los centros interesados en añadir a sus equipos de baloncesto al chico prodigio en un campo que no era el de los dunks ni el de los crossovers. Sus mejores highlights partían de su cabeza.

A pesar de recibir invitaciones de numerosas universidades conocidas por destacar como perennes candidatas en sus respectivas conferencias, Hanlen optó por Belmont, Nashville. A menos de cinco horas de carretera del porche de su casa; todavía dentro del radar de su creciente fama. Sus ojos, sabiamente, empezaban a enfocar al mundo empresarial.

Y es que antes incluso de arrancar sus estudios universitarios, su negocio ya había hecho eclosión. Una próspera hornada de alumnos y el primer diamante en bruto. Algunos jugadores que hoy se ganan el pan entre hierro y madera en distintas ligas profesionales (Cameron Biedscheid, Scott Suggs, B.J. Young), y cierto pick 3 del Draft: Bradley Beal.

Troquelando promesas

Ya como jugador de los Bruins de Belmont, Hanlen logró compaginar un incremento paulatino en su minutaje como playmaker de su equipo (suplente los dos primeros años, titular desde entonces), con la atracción incesante de talento a su futura profesión, todavía en fase embrionaria. De entre su recua de discípulos, tres jugadores de Vanderblit que luego se presentarían al unísono Draft de 2012: Festus Ezeli, John Jenkins y Jeffrey Taylor.

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Si Hanlen tuvo o no un impacto directo en dicha tríada, el suficiente como para dejar huella en su orden de llamada al Draft, es algo con lo que solo podemos hipotetizar.

Quemaba su segunda etapa. Hanlen ponía el broche final a sus cuatro años de baloncesto college con una temporada senior (año 2011-12) de 10,8 puntos y 3,9 asistencias. Por entonces, el boca a boca ya había hecho todo el trabajo sucio, por lo que cualquier inversión en publicidad, para terminar de lanzar el producto, carecía de todo sentido y necesidad.

Como él mismo reconocía en una entrevista concedida en junio de 2015, sus gastos en marketing se resumían por entonces en 265 dólares: lo que le había costado encargar las tarjetas de visita de los veinticinco entrenadores con los que colaboraba y sus otro ocho empleados que trabajaban con él, hombro con hombro, a tiempo completo.

Entra en el ‘circuito’: su primer All-Star

Y llegó el primer veterano que lo certificaba como una opción real en la élite; llegó David Lee. «Después de mi primer año en Golden State, Drew me facilitó 20 minutos de vídeo sobre cosas que necesitaba hacer para mejorar, «decía el ala-pívot, que por entonces acababa de ser seleccionado para jugar su segundo All-Star Game. «Lo mejor de Drew es que es un adicto a los vídeos. Personaliza absolutamente todo lo que hacemos. Soy un trabajador nato, pero lo que busco es ser eficiente. No quiero pasarme horas y horas en el gimnasio sin motivo. Drew customiza mis workouts, y tras una hora y media trabajando a su ritmo, estoy literalmente muerto. Para mí, eso es eficiencia».

Desde entonces, su tiempo se empezó a convertir en un bien muy preciado y mejor remunerado. La aldaba no tardó en desencajar los goznes de su puerta, de tanto repicar. Los aspirantes a padawans se agolpaban en fila india. Zach LaVine, Andrew Wiggins, Anthony Bennett, Jameer Nelson, Carmelo Anthony, Jordan Clarkson, Shabazz Muhammad, Dwight Howard, Kelly Oubre…

Metodología empresarial

¿Cuantos preparadores físicos han alcanzado el éxito añadiendo a su rutina de burpees y mancuernas, unos conocimientos universitarios específicos que nada tienen que ver con el deporte en sí? Hanlen recurre al SWOT (análisis DAFO: debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) con sus pacientes, adaptándolo al target como si de un plan empresarial se tratase.

«El trabajo y dedicación que imprime en lo que hace es increíble», decía hace un par de años Beal, para Dime Magazine. «No hay mucha gente como él».

«En 10 años, todo el mundo conocerá su nombre», auguraba Jenkins. Bueno, han pasado tres años de estas declaraciones y el chico ya se ha hecho merecedor de su primer artículo de 2.000 palabras en nbamaniacs. Algo es algo.

Perfeccionismo patológico

Pero el baloncesto, vive Dios, es mucho más que números, estadísticas y curvas y rectas en una gráfica de resultados. El baloncesto es plasticidad, es potencia, es el crujir de la madera, es el chirrido de las converse sobre el parquet. Hanlen, como cualquier hooligan de la canasta a los cinco años, también tuvo su héroe. Su inspiración. Que a nadie le sorprenda si hablamos del mejor. Michael Jordan.

Hanlen estudió y memorizó cada uno de sus movimientos, y luego los fue practicando en el rectángulo uno por uno, hasta imbuirse en ellos y ser capaz de reproducirlos a la perfección. Estaba listo para el siguiente nivel: transmitir lo aprendido. Pero no se quedó en Michael.

Cuando asumió que alcanzar los dos metros de altura era algo a lo que no estaba biológicamente destinado, empezó a analizar también la forma de jugar de algunos de esos locos bajitos. Jayson ‘Chocolate Blanco’ Williams fue su Piedra del Arca. Ahora, verlos trabajando y entrenando juntos es algo habitual.

La carrera de Hanlen como preparador de estrellas ha sido progresiva y cambiante. En sus primeros años se desenvolvía como una suerte de ermitaño, de nómada por la geografía de Estados Unidos con la mochila al hombro. Un Just Eat a domicilio pero transportado a otro nivel.

Hanlen ha cuidado desde el primer día de cada cliente como si de primos hermanos se tratasen, rehuyendo por sistema poner cualquier impedimento a la hora de desplazarse a sus lugares de residencia, en su filosofía de priorizar siempre la eficiencia, el confort y la aclimatación del jugador. Eso, en los primeros años, significaba vuelos constantes a Minneapolis, Washington, Oakland… Hanlen devoraba kilómetros como Bubba Watson yardas con su diabólico driver.

Un día ‘de entrenos’ cualquiera

Pero gracias a su popularidad, imparable, las tornas han cambiado un poco en los últimos meses. Ahora es él quien escoge su propio pabellón como centro de mando, y ellos, los aspirantes a contratos máximos, los que le visitan, cada uno en su franja horaria correspondiente dentro de un planning minuciosamente estructurado.

Tomaremos como modelo más reciente, por ejemplo, el filmado en la semana del 2-9 de julio de 2018 y subido a la red el día 10. Hace seis días.

Ocho alumnos VIP para una sesión que abre sus puertas muy temprano: Meyers Leonard (Blazers) Semi Ojeleye y Jayson Tatum (Celtics), John Jenkins (Liga Endesa y ‘partiéndolo’ en la Summer League), Joel Embiid y Markelle Fultz (76ers), Jordan Clarkson (Cavaliers) y el recién seleccionado del Draft, Mo Bamba (Magic).

HORARIOJUGADOR/ESENTRENAMIENTO
7:00Meyers LeonardRutina completa
8:00Semi OjeleyeRutina completa
9:15John JenkinsRutina completa
10:00Joel Embiid, Jayson Tatum, Mo Bamba1 vs 1
12:30Markelle FultzRutina completa
14:30Markelle FultzTécnica
21:00Semi OjeleyeRutina completa (x2)
22:00Jordan ClarksonRutina completa
23:00Markelle FultzTrabajo específico de tiro

Remedio estival ante una Liga inhóspita

Uno de los principales hándicaps, sino el principal, de jugar en la NBA, es lo mal repartidas que están las semanas. No hay tiempo para nada y a la vez lo hay para absolutamente todo. Horas muertas de jets privados, de cartas, de hoteles de lujo, de restaurantes, de estiramientos, de masajes, de ruedas (de calentamiento y de prensa), de más jets privados….

Los contados jugadores que superan la criba juvenil y logran dan el salto e ingresar en la NBA, una de las primeras cosas que tienen que hacer es enfrentarse a una realidad distópica. El entrenamiento y la técnica debe traerse de serie, pues el mimo invertido en los entrenamientos, trabas del calendario, es altamente insuficiente.

Con la reducción de los back-to-backs y las medidas enfocadas a alargar un puñado de días extra la temporada, permite ahora, en contadas ocasiones, que los equipos encadenen dos-tres días de entrenamiento grupal consecutivo. Pero esto continúa (y continuará) siendo la excepción a la regla.

Hanlen: presente y futuro

Por lo tanto, si los jugadores más jóvenes quieren realmente pulir su técnica, embetunar su juego de pies, amolar sus internadas, depurar el tiro e incrementar su fuerza, deben condensarlo casi todo en el largo cuatrimestre de verano. Y Drew Hanlen, ya no hay quien lo detenga, está haciéndose, gracias a su eficaz mezcla de ingredientes, con el monopolio del extra homework.

Truncado su sueño de convertirse en jugador profesional, ahora se conforma con alimentar la utopía desde la retaguardia. «He aceptado que mi papel esté en segundo plano y les doy esa pequeña asistencia adicional para asegurarme de que tengan una ventaja competitiva cada vez que pisen la cancha contra un oponente. Mi objetivo final es ayudar a tantos jugadores [como sea posible] a alcanzar el nivel de éxito con el que sueñan y llevarlos más allá de lo que incluso piensan que son capaces».

Mi queridísimo Okafor (Jahlil): ¿a qué diablos estás esperando?


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.