Rockets: balance de una decepción

Por tercera temporada consecutiva, los Houston Rockets han quedado fuera de los Playoffs.

Puede que dentro de unas semanas, ya en frío, los responsables de la franquicia de Texas saquen conclusiones positivas de lo que ha sido esta campaña. O puede que no. Puede que con las tres elecciones de primera ronda de Draft que los Rockets poseen, consigan acertar y hacer llegar jugadores que mejoren el potencial ya existente en el vestuario de Houston. O puede que no.

Antes que todo esto suceda, sin embargo, los Rockets estarán de nuevo viendo la post-temporada por televisión y preguntándose por las razones a las que culpar. Saldrán ahí, inevitablemente, lesiones, traspasos “secuestrados” y, principalmente, la incapacidad para escapar de la rutinaria medianía.

Por aquello de empezar por el principio, nada de lo que ahora ha sucedido se entiende sin la prematura retirada de Yao Ming. Tras perderse el gigante chino toda la temporada 2009-10 y ser capaz tan solo de jugar cinco partidos de la 2010-11, Yao decidió dejarlo el pasado verano.

Si bien la ausencia de Houston en los Playoffs de 2010 y 2011 puede ser atribuida, casi en su totalidad, a la ausencia de su hasta entonces superestrella, no se puede decir lo mismo de lo sucedido este 2012. Daryl Morey, GM de la franquicia, y de forma más que ingenua, jamás consideró necesario un reemplazo para Yao Ming en la posición de center del equipo, y cuando tras más de dos años finalmente se decidieron en esta último trade deadline a incorporar al veterano Marcus Camby para tal cometido, ya era demasiado tarde.

El traspaso vetado de Pau Gasol a los Rockets no puede de ningún modo ser dejado en el olvido, tampoco.

Y es que cuando se recuerda todavía con bochorno lo sucedido con el frustrado traspaso de Chris Paul a los Lakers el pasado otoño, suele hablarse de David Dtern como verdugo, los Clippers como agraciados y sus vecinios angelinos como víctimas. Pocos recuerdan ya que Gasol tenía las maletas preparadas destino Houston como parte de aquel movimiento; así que a la hora de evaluar los daños del infausto intervencionismo del Comisionado, cabe hablar también de los Rockets, que contarían ahora con uno de los mejores power forwards de la competición.

Porque las condiciones atléticas de Pau, con su versatilidad, talento, visión del juego, capacidad de pase y su muy mejorado juego de media distancia hubieran convertido a Houston Rockets en un equipo mucho más duro de batir y con unas dosis de experiencia en grandes altitudes cuya falta ahora se ha demostrado imprescindible. Decir que su conexión con un base del talento de Kyle Lowry no hubiera funcionado sería mentir. Como también lo sería negar que, con el mayor de los Gasol, este artículo sobre la no-clasificación de los Rockets para la post-temporada no tendría razón de ser.

Otra cosa es lo condensada de esta temporada post-lockout. Obvio es que afecta a todas las franquicias por igual, pero nadie duda que puede hacerlo más a aquellas que la afrontaron con un nuevo entrenador en sus filas.

En su segunda experiencia como head coach de Kevin McHale, lo extremadamente corto del training camp ha limitado al equipo en cuanto a preparación, fracasando a la hora de perfeccionar al conjunto a medida que la temporada avanzaba. La traducción de ello se ha visto en demasiados fallos en finales apretados que han llevado a derrotas ahora recordadas, así como en la posibilidad de establecer como regular cualquier buena racha.

En lo que no han fallado estos Rockets ha sido en no salirse de la medianía.

Todavía capaces de terminar la regular season con un balance de victorias/derrotas positivo, cabe no olvidar que no hace ni dos semanas estábamos ante un 32-25 que les presuponía octavos clasificados en el salvaje Oeste. Pero un injustificable 1-7 en los últimos ocho partidos ha sido una condena demasiado grande y ha puesto al equipo a la altura de su nivel real. Ni más, ni menos.

Porque primero de todo, estamos hablando de un conjunto sin ni una sola estrella. Muchos jugadores interesantes, sí. Otros cuyo progreso merece columnas, también. Pero quizá la falta de un faro que ilumine el juego del equipo en los momentos importantes ha acabado también oscureciendo la temporada.

Algunas buenas rachas de victorias siempre seguidas por una buena cantidad de derrotas. Al equipo de McHale le ha faltado saber encontrar el ritmo necesario que acrecentara su confianza. En la mitad de las más significativas clasificaciones estadísticas de conjunto, su ataque ha sido, en general, mejor que su defensa. Pero nada ha sido excelente ni nada desastroso. Medianía. Y como se ha visto de nuevo esta temporada, la medianía no es suficiente en la Conferencia Oeste.

El empeoramiento en el juego de Kevin Martin ha sido también, finalmente, decisivo. Martin promedió la temporada pasada 23,4 puntos por partido en un 43,6% de acierto en el tiro y un 38,3% desde más allá de la línea de tres puntos. Era sin duda la mejor opción ofensiva de Houston y parecía preparado para que a su alrededor se cinstruyera el futuro deportivo de la franquicia.

Pero este año, en cambio, su rendimiento y, con él, muchas de las aspiraciones de los Rockets, han dado un inexplicable paso atrás. Martin cayó lesionado a mediados de marzo, dejando así esta temporada unos registros alarmantemente menores: 17,1 puntos por encuentro (su peor registro desde su temporada sophomore en Sacramento en 2006), con un 41,3% y 34,7% como sendos porcentajes de acierto en tiros de campo y triples, respectivamente.

A pesar de la destacable mejora de jugadores como Goran Dragic, Courtney Lee o Chandler Parsons, Martin era quien debía marcar el tono ofensivo de Houston Rockets y el intento ha terminado en fracaso.

Así, no ha sido éste un año para olvidar de los Rockets, y sí el primer paso hacia una potencial estabilidad ganadora para los próximos años. No excluye eso decir, que su ausencia en los Playoffs no puede dejar de considerarse como una decepción.


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