ROY 2017/18: Donovan Mitchell llega muy a tiempo

Mi duda es, ¿vendimos la piel del jabalí antes de haberlo matado?

Por noviembre, lo confieso, yo ya tenía atado hasta al taxidermista. Cuando me preguntó por el clisé, no tuve dudas sobre el texto: «Ben Simmons, Rookie del Año 2017/18».

Con febrero entrando en su fase de madurez, ya me estoy empezando a mosquear. Me preocupa que pueda estar ante uno de esas rarezas ibéricas del mundo laboral. Un autónomo diligente que ama su trabajo y curra a destajo, al que lo de ‘caña y patá al olivo a las 13:30′ le suena a prospecto chino y resuelve sus encargos con previsión teutona. Me preocupa, digo, tener que echarle el teléfono en un par de meses y oír al otro lado: «¡Qué cosas, justo andaba sacándole brillo a tu placa!»

Entonces me sentiría doblemente imbécil. Primero por tener que encargarle otra exactamente igual, con idéntico año pero distinto nombre; y segundo por tener que rascarme nuevamente el bolsillo. Eso ocurre cuando se cruzan un trabajador serio y un cliente demasiado espabilado.

En la nueva placa, a todo esto, se leería lo siguiente: «Donovan Mitchell, Rookie del Año 2017/18».

Tête de la Course

Lo que en octubre se destapaba como una agradable sorpresa, en noviembre se describía como un gran acierto por parte de los Jazz. En diciembre no había lugar a debate; Donovan Mitchell era el robo del Draft de 2017.

Venimos de un año en que el galardón del que hablamos se entregó por defecto más que por exceso. Joel Embiid jugó 31 partidos; cifra que resultó ser insuficiente para la Liga.

Así pues, ignorado el legítimo ganador por un mero defecto procesal, quedaba Malcolm Brogdon como única alternativa potable. Seamos justos, el base de los Bucks, un segunda ronda, hizo una temporada insólita, sensacional, de catálogo, e incluso firmó un triple-doble. Y de igual modo, pasaría absolutamente desapercibido en el debate del ROY de 2018.

De lo clásico a lo concreto. Rompemos el hielo con la estadística tradicional. Boxscore a 12 de febrero.

MinPtsRebAsistRobPérd2P%3P%
Ben Simmons34,916,57,77,31,83,753,20,0
Donovan Mitchell31,919,43,43,41,52,650,335,4

Protagonismo similar, roles muy diferenciados.

2,10 metros de puro básquet

Ben Simmons es forward de fisionomía y playmaker de condición. El juego de los 76ers nace y crece en su bote y zancada. La App de NBA no miente sobre quién luce las siglas PG en el quinteto inicial.

A Simmons le viene de alcurnia lo que Jason Kidd intentó con Antetokounmpo a base de implantes de artificio.

El australiano es la falsificación menos vulgar y más perfecta que ha salido de Magic Johnson en los últimos veinte años. Por traer, trae incluso el mismo error de diseño: ambos se llevan a matar con la línea de tres (Magic desde el triple en sus cinco primeros años: 22,6% – 17,6% – 20,7%, – 0,0% – 20,7%).

De novato, Simmons, tan solo tiene el salario, porque en el manejo del juego parece que estamos ante un veterano de treinta años o más.

La cadencia en la posesión, la toma de decisiones y el don para encontrar el pase más adecuado lo convierten, desde el primer chapuzón, en el timonel perfecto de un equipo con serias ambiciones de playoffs y cuyo ritmo lo marca un jugador que no supera los 21 años.

Líder a golpe de urgencias

Frase de copia y pega esa última en el caso de Donovan Mitchell. Cuando no está Ricky en pista, y aunque el dibujo coloque a otro la etiqueta de ‘1’ (ya sea Neto ya sea O’Neale), el panel de mandos lo controla el ex de los Cardinals. Mitchell asume de forma supletoria y sin evasivas funciones de dirección, pero residiendo su principal labor siempre en la anotación.

Tardó muy poco en ganarse el corazón de los hinchas y no necesitó mucho más para hacer lo propio con el de Quin Snyder, quien lo plantó de titular y hoy es indiscutible dentro del quinteto inicial. Versátil como un tupper y adaptable como unas Reebok Classic, Mitchell se ha convertido en un comodín para salvar casi cualquier situación.

En las prolongadas ausencias de Rudy Gobert volcó el peso del juego sobre la línea exterior, las noches en que al tiro de Rodney Hood salía cruz, él daba la cara, y cuando el ataque de los Jazz se llenaba de tiradores abiertos en las esquinas él ofrecía el contrapunto con sus mates y penetraciones. Donovan Mitchell, un pluriempleado.

Los otros factores

Esto hiede a photo finish desde aquí. Un sprint codo con codo donde tras cruzar la meta alguien te corrompe los tímpanos con una frase odiosa desde el día de su concepción: «En esta carrera no hay perdedores». Lo habrá, pues a diferencia del MVP del All-Star Game (donde hemos visto alzarlo al unísono a Shaquile O’Neal y a Kobe Bryant en 2009), hoy apenas se contempla la opción del ROY compartido.

Así que si ambos se mantienen en su rendimiento individual como hasta ahora, aquellos que voten deberán franquear lo individual y tener en cuenta otros factores que se alejan de la vertical. A saber:

– Playoffs. Me atrevería a decir que ante tan brutal paralelismo, que un equipo se clasificara para la postemporada y el otro no, sería definitivo. Jazz y Sixers se encuentran actualmente en la frontera, en una batalla campal por subirse al último vagón del tren. Ambos jugadores son claves en sus esquemas, y acceder o no a las eliminatorias marca la diferencia entre una temporada exitosa y una fracasada.

– Abril-mayo. En caso de empate en el punto anterior y alcanzando ambos conjuntos los playoffs, quizás el que tenga el arreón final individual más descollante y decisivo podrá inclinar la balanza a su favor. El voto del indeciso, electoralmente conocido como voto flotante, que se decide por un aspecto tan trivial y tardío como es el debate televisivo, patraña final en el cuál ya no debería quedar una sola papeleta a repartir y sin embargo, ante empate técnico, vale su peso en oro.

– Premios menores. Simmons, a pesar de que las lesiones no han dejado de insistir, no acudirá a su primer All-Star en su temporada de desvirgue. El último chasco (sustituyendo a Porzingis) lleva el nombre de Kemba Walker. Y esto probablemente vaya a pesar ante un final de temporada hipotéticamente parejo.

Ambos tendrán, no obstante, un rol activo en el fin de semana de las estrellas, como flamantes miembros del Rising Stars Challenge que enfrenta a lo más selecto del Draft de los dos últimos años. Pero es que Mitchell tendrá un papel todavía mayor. Competirá por el Concurso de Habilidades y también por el Concurso de Mates. Ya lo decíamos antes: este chico vale para todo. Proclamarse vencedor en alguna de estas contiendas, podría significar el ítem que resuelve el empate.


Pequeños incontrolables

El Win Share, en el campo de las avanzadas, favorece ligeramente a Simmons, mientras que compartir pista con un showman y bestia parda como es Joel Embiid, ayuda a que en Utah, sin más en quién fijarse, los focos se centren todos en Mitchell.

Los dos tienen ya su pequeña colección en los Top-10 diarios de la NBA con varios mates y acciones espectaculares, pero dudo que estos lleguen a dirimir un solo voto.

Por último están los intangibles, que quizás condicionen a uno o dos de los 24 periodistas totales acreditados; predilección por uno u otro jugador fruto del sesgo personal, la alergia a los datos, el forofismo encubierto o, como decimos en mi tierra, decidas votar «al que más coraje te dé».

Damian Lillard lo tiene claro: «Donovan Mitchell debería ser el Novato de Año”

Puede que termine acertando, pero aunque ocurra, el point guard de Portland seguirá sin tener razón. Me toca a mi esta vez hacer de padre y soltar el eslogan putrefacto. «En esta carrera no importa quién gane; no hay perdedores».

Ambos son muy buenos. Ninguno merece no salir vencedor.


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