‘The Last Shot’: el último tiro de Michael Jordan con los Bulls

Dios volvió a disfrazarse de jugador de baloncesto”. Éstas eran las palabras que el reputado periodista Antoni Daimiel pronunciaba justo al finalizar el sexto encuentro de las Finales entre los Bulls y los Jazz para referirse a lo que acababa de ver hacer a Michael Jordan instantes antes. Hoy, 14 de junio, se cumplen justamente 15 años de ese momento en el que el considerado por muchos como mejor jugador de la historia anotó su último tiro con los Bulls, una de las canastas más famosas, recordadas e importantes en la historia de la liga, y que sirvió para que Chicago lograse su sexto anillo en ocho años.

Afrontar aquel sexto encuentro –3-2 para los Bulls– era clave para ambos equipos. Utah aguardaba en él la última bala en su recámara si no quería repetir lo acaecido un año antes, cuando también se quedaron a las puertas del título; Chicago no podía permitirse el lujo de llevar hasta un séptimo partido, y de nuevo como visitantes, una serie en la que el cansancio iba haciendo mella tras estirar la Final del Este hasta otro Game 7.

El final del partido no podía resistir que el marcador estuviera más apretado. A falta de 59,2 segundos, el contador se paró. Era el turno para que Jordan fuese a la línea de personal. No podía fallar si quería empatar el encuentro a 83, y así lo hizo. Breve silencio en el Delta Center de Utah que se rompería poco tiempo después. John Stockton, aprovechándose de que había dos hombres defendiendo a Karl Malone, recibió la bola en solitario y clavó un triple que ponía tres arriba a los suyos. A Phil Jackson no le quedó más opción que reaccionar con un tiempo muerto.

“Seamos sinceros”, decía el ex de los Bulls, Steve Kerr. “Todos nos montamos ahí sobre la espalda de Michael. Él solo nos condujo. Era su partido esa noche”.

Vaticinio de lo que ocurriría en esas palabras de Kerr, el héroe forjado de rojo era quien aglutinaría la presión por anotar. Y además hacerlo rápido y sin problemas. Había que reducir distancias y hacer después una buena defensa. Entendiendo esta máxima con una perfección supina, Jordan penetró a canasta y logró una bandeja que colmaba los objetivos hasta ahora planteados. Turno para los Jazz a falta de 35 segundos.

Cargando de nuevo el juego sobre Malone, los pupilos de Jerry Sloan querían repetir su ofensiva anterior. “El Cartero” consiguió recibir, pero Michael Jordan apareció en la doble cobertura para robarle su entrega a Malone. “La verdad es que Karl jamás me vio venir, y fui capaz de tocar la bola”, señaló el escolta de los Bulls años después. El desconcierto en la cancha, aficionados y espectadores cundía. No era el guión que se había pensado, pero al héroe de aquella noche aún le faltaba afrontar su batalla final.

19 segundos por delante. En las cabezas de muchos seguramente entró el gastar la posesión para evitar una posible reacción de los Jazz, pero Jordan afrontó la situación de otra manera. Bryon Russell se quedó defendiéndole. La opción de intentar otra penetración con bandeja, y quizás buscar la falta sobrevolaba también. Por qué no. Sin embargo, ahí fue cuando todo se volvió a cámara lenta.

Jordan comenzó a avanzar de manera incisiva hacia canasta con Russell encima, pero en un instante, Jordan realizó un quiebro, y Russell se embelesó ante él, cayendo incluso al suelo. No pudo hacer más. En esa misma décima en la que se describe esta acción, Jordan, una vez se había quitado a su defensor del medio, se suspendió en el aire con una elegancia cristalina y anotó esa canasta que ponía a los Bulls 86-87 arriba. Tan arriba como los pies de su héroe se habían querido levantarse para dejar a los Jazz casi noqueados.

“Cuando Russell llegó, me dio una pista”, ha explicado posteriormente Jordan. “Hice mi primer impulso [hacia canasta], paré y ya pude hacer mi tiro en suspensión. Una vez que entró, sabía desde ese momento que sería la canasta de la victoria, y que ya era cuestión de hacer una defensa sólida”.

A falta de 5,2 segundos, a Sloan no le quedó otra que pedir un tiempo muerto para encarar su última jugada. Las repeticiones sobre lo que acaba de hacer Jordan en unos cuantos segundos se sucedían de manera incesante en la televisión. Era como un pellizco para reconocer lo que estaba pasando, todo un cúmulo de sensaciones encontradas.

Sin tiempo para entender o encajar, según el punto de vista, la situación, Stockton se jugó la postrera posesión. Aquel triple del base no entró. No pudo cambiar la historia que, momentos antes, se había encargado de escribir Jordan.

Ese dorsal Nº 23 volvía a hacerlo. No sólo acabó con 45 puntos, incluyendo 16 en el último cuarto – con un 15 de 35 en tiros de campo y 12 de 15 desde libres –, sino que le daba a los Bulls el sexto entorchado como campeones de la NBA.

Nunca puedes permitirte el lujo de darles una segunda oportunidad, y más con Michael Jordan estando ahí, porque él hará sus jugadas, será capaz de conseguirlas y tú tendrás que vivir con ello”, comentó pasado el tiempo, y de manera resignada, Sloan.

No es para menos. Lo que por aquel entonces se bautizó como `The Last Shot´, por pensarse que sería el último lanzamiento que haría en su carrera, para nada ha supuesto un final. El incomparable eco que ha tenido pasados los años ha hecho que cada temporada se recuerde esta fecha como uno de esos grandes momentos en los anales de la NBA. El 14 de junio de 1998 se creó un mito y, como tal, su permanencia en la memoria colectiva es una cuestión que va más allá de lo perdurable.

Como final, el extracto en imágenes de esos últimos momentos narrados por Andrés Montes y Antoni Daimiel.

Nota: este artículo fue publicado originalmente el 14 de junio de 2013 y ha sido vuelto a publicar con nueva fecha con motivo del vigésimo aniversario de la canasta.


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