T-Wolves: lecciones para Rick Adelman

Rick Adelman ha visto ya muchas cosas.

Y algunas son muy cuantificables: puntos, victorias, derrotas, rebotes, presencias en Playoffs. Terminó sus ocho años de carrera profesional como jugador con 3.567 puntos y 1.129 rebotes. Ha entrenado a cinco franquicias NBA, con 971 victorias y 656 derrotas en temporada regular. Añadir a ello 16 presencias en post-temporada, con 79 triunfos y 78 partidos perdidos en ellas. Como entrenador, ha sido testigo de 185.463 puntos y 76.766 rebotes de jugadores a su cargo.

Eso es mucho.

Pero Adelman ha visto incluso más cosas. Vió como sus jugadores en Portland grabaron dos discos. Llevó a los Sacramento Kings a ser portada de Sports Illustrated bajo el título “The Greatest Show On Court”. Y estaba comandando el banquillo de los Rockets tanto cuando se retiró Dikembe Mutombo como cuando lo hizo Yao Ming.

Eso es todavía más.

Pero de alguna forma, tras 21 temporadas como entrenador NBA, con todas esas victorias y todos esos jugadores, Adelman todavía sigue aprendiendo. Y es que esta temporada, su primera como head coach en Minnesota, ha sido un doloroso recordatorio para él de cuántas lecciones todavía puede impartir la competición, de cuántos distintos y únicos escenarios son los que se puede encontrar un entrenador en su carrera profesional.

Éste último seguro que no ha terminado en la forma que Adelman esperaba pero, llegado el próximo mes de octubre, estas (malas) experiencias finales seguro le proporcionarán una ventaja superior.

Ha sido la temporada 2011-12 para Rick Adelman una lección de control. No es que antes los resultados llegaran con facilidad (todas y cada una de sus 16 presencias en Playoffs estuvieron llenas de esfuerzo y ambición), pero quizá nunca fue tan duro para este veterano entrenador. Algunas lesiones, a la cabeza sin duda la de Ricky Rubio, acabaron con las opciones del equipo sin casi tiempo para reaccionar. El pequeño margen de error que se maneja en la NBA, confirmado.

Ha sido también una lección para Adelman de quedarse sin tiempo para nada. De cómo una temporada se te puede escurrir entre las manos sin apenas darte ni cuenta. Seguro sabía Adelman que, con este calendario post-lockout tan apretado, las prisas aparecerían tarde o temprano, pero cuando lo hicieron, las derrotas se apilaban ya sin remedio demasiado rápido.

Ha sido también una lección para Adelman de lo poco que pueden tardar las cosas en cambiar completamene. En los tan solo cuatro meses de Adelman al mando de los Wolves, el equipo ha ido de ser el peor de la Liga a convertirse en la gran sensación de la misma para, al final, volver a ser un grupo a ignorar. Y en Adelman tenemos a un entrenador que ha construido dinastías, que ha afectado positivamente a todos los equipos que ha entrenado excepto a uno, antes de su llegada a Minnesota. Pero en los Wolves, peleó contra un deseo de grandeza que creció demasiado en muy poco tiempo, siendo incapaz de implementar aquello que consideró necesario. Y este ha sido un reto quizá como ningún otro para Adelman.

“Hay mucha esperanza, sí. Pero creo que debemos ser realistas sobre dónde estamos”, declaró Rick Adelman terminada la regular season. “Llevamos tres años consecutivos sin ser protagonistas llegado el mes de abril, y habrá que estudiar muy detenidamente que es lo que ha sucedido para ver cómo podemos cambiarlo en el futuro”.

Hubo, eso sí, también momentos de gran esplendor esta temporada. Adelman vivió en primera persona como un joven y ambicioso rookie español se comía toda pizca del despliegue mediático que entorno a él se generó. Fue testigo privilegiado también de cómo su power forward titular, Kevin Love, pasó de bueno a algo muy cercano a la élite. Pero hasta ambos casos acabaron en decepción producto de las malditas lesiones.

Ahí está el reto. Adelman tuvo ante sí lecciones de intensa dificultad. Pudo ser algo muy grande lo vivido esta temporada. Y no fue. Y ocurre, además, que todo se olvida muy deprisa. No es el hecho de quedarse fuera de los Playoffs lo que debe suponer una mayor decepción para Adelman y sus T-Wolves. Más bien la forma como se esfumaron sus opciones.

Es momento ahora para Rick Adelman de empezar a pensar en el Draft y en los posibles traspasos cara a la próxima campaña. Habrá que revisar las lecciones que le ha dejado la temporada 2011-12, por dolorosas que sean, y cuando lo haga, algo deberá ayudarle.

Momentos exasperantes y cómo negociar con ellos sí, pero acordarse también de lo bueno. De cómo el equipo llegó a su punto álgido. Algunas de las cosas negativas que han sucedido este año en la franquicia de Minneapolis están fuera del control de Adelman, así que los momentos de éxito e impacto del equipo (que los tuvo) no fueron una casualidad. Tal como abundan aspectos negativos de los que aprender y a los que combatir, también existe una buena posibilidad de que la suerte en los Timberwolves el próximo curso brille con más fuerza.

Porque esta pasada temporada regular también ha habido suerte para Minnesota, pero de la mala. Impotente a veces, Adelman ha aprendido en los Wolves cuánto te puede quitar el baloncesto. Hay que esperar que se le devuelva a él y a su equipo el año que viene algo de lo que se les ha quitado en éste. Nuevas lecciones que aprender para Adelman en el curso 2012-13, probablemente muy distintas.


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