¿Por qué el Warriors-Cavaliers sí es una rivalidad necesaria para la NBA?

Un repaso por algunas de las razones por las que esta rivalidad es más buena que mala.

Una vez se ha confirmado ya que el enfrentamiento de las Finales 2017 será, una vez más, un Warriors-Cavaliers, es hora de hacer balance. No de cuestiones de trayectoria esta temporada, no de cuestiones tácticas, no de cuestiones meramente de este año. De eso ya se ha hablado y se hablará mucho.

Es necesario darle una vuelta a lo que ha supuesto el enfrentamiento entre Warriors y Cavaliers en los últimos tiempos. Por todo lo negativo que se ha dicho sobre ello. Ya es una serie histórica, una rivalidad totalmente necesaria.

Superequipos

He aquí una de las dicotomías más importantes por lo que afecta a todos los equipos y, en consecuencia, a todos los aficionados de la NBA. ¿Los superequipos son buenos para el espectáculo o matan la competencia de la mejor liga del mundo?

No es sólo una cuestión de aceptarlo sólo si le toca a tu equipo. En estos playoffs se ha visto perfectamente que hay polos que se repelen en la cadena que se ha creado esta temporada. Warriors y Cavaliers están en un nivel sideral si lo comparamos con sus rivales en Oeste y Este.

Un fenómeno a recalcar en los últimos años, quizá porque lo permite la reglamentación y no hay nada malo en ello, es la creciente firma de jugadores veteranos por el sueldo mínimo en equipos contendientes al campeonato. Siempre se ha hecho, pero ni con tanta frecuencia ni con tanta calidad en sus manos. Ya hablamos aquí del caso de David West.

Es difícil medir esto, pero hacía mucho tiempo que no se veía un big-four en un equipo. Y ahora lo tienen en Golden State, es innegable. El efecto de Kevin Durant como desencadenante es otro elemento extremadamente vendible al consumidor no regular.

¿Se desvirtúa la competición? Sí. ¿En qué medida? No hay un estándar. ¿Qué hacemos? Después de soportar eliminatorias desigualadas, toca abrocharse el cinturón ante la colisión que se presume; si no hubiera oposición entre ambos, sí que abría que replantearse un par de cosas desde el punto de vista competitivo.

Aire nuevo

Siempre está bien encontrar nuevos objetivos para filias y fobias, otros equipos a los que apoyar o por los que emocionarse. La NBA tiene una ventaja en el mundo baloncestístico debido al modelo que emplea, lo que hace que los equipos victoriosos vayan rotando en el tiempo.

Los Warriors son un equipo clásico de segundo nivel. Tras Celtics y Lakers, tanto en número de triunfos como en número de seguidores, y los Knicks por su propia idiosincrasia, está el grupo de franquicias que existen desde el primer día pero no han tenido tanta relevancia. Con la nueva tendencia del equipo, creando un estilo propio muy reconocible y batiendo récords, ha aumentado la repercusión mundial de los Warriors y ha devuelto parte de la historia que ya les pertenecía.

Los Cavaliers son unos neófitos en las grandes citas. La llegada de LeBron les situó en el mapa y la posterior vuelta de su estrella les ha permitido alcanzar el estrellato. Actualmente defienden el campeonato que ganaron el año pasado, el primero en las vitrinas de la franquicia. Cleveland nunca fue un lugar que haya atraído el brillo y el dinero, pero con esta nueva situación ha permitido a muchos descubrir su cultura oculta y parte de su esencia.

Son dos conjuntos cuya creación de la historia está siendo irreparablemente paralela. Ambos suplementan sus carencias y potencian las virtudes. La rivalidad que viven en la actualidad es ganar o ganar para las dos franquicias.

Akron

Como en toda historia, el componente de vida real es fundamental para acrecentarla aún más. En el caso que nos ocupa, todo discurre por Akron. Esta ciudad, del condado de Summit y el estado de Ohio, es el principio de esta rivalidad. De allí salieron sus dos estrellas, LeBron James y Stephen Curry. Como muchos de los lectores sabrán, los dos nacieron en el mismo hospital.

Y es todo un mejunje de sensaciones. Para James es la historia del que primero fue traidor y luego hijo pródigo, llevando el campeonato a su casa y sintiéndose muy orgulloso de hacerlo de esa forma. Para Curry es la historia del nacido y no agradecido, ya que la vida de jugador de su padre Dell lo hizo así aunque él se sienta hijo de Charlotte.

Estos papeles de héroe y villano son siempre una bendición a la hora de vender una rivalidad, pero no hay nada más puro que el hecho de que no haya que forzarlo para que así sea.

Entrenadores a tener en cuenta

Los técnicos siempre estan en un segundo plano, pero el hecho de que sean los que son lo hace mucho más especial.

Salvo cambios de última hora, Mike Brown será el que dirija a los Warriors. Para él supone un reto para mostrar que sí puede ser capaz. Ya ha estado en unas Finales antes, en las de 2007. Fue parte de los inicios de LeBron James, pero no pudo transformar la expectación en anillo. A día de hoy Brown sigue cobrando dinero de los Cavaliers, una paradoja difícil de igualar por cualquier genio de la escritura.

Steve Kerr es el que podría no estar por enfermedad. Y eso que ha sido el que ha estado estos tres años de rivalidad, desde el inicio. Su único palmarés como entrenador es éste, llevando a cotas insospechadas su pedigrí en los banquillos. Habiendo jugado con Jordan y para Popovich, la guinda era comenzar una carrera de entrenador por todo lo alto.

En el otro lado, Tyronn Lue también besó al santo nada más llegar al cargo. Un campeonato en sólo media temporada. Llegó para cubrir el vacío que existía entre la figura de jugador y entrenador, algo de lo que él sabe un poco, y ha logrado cohesionar a un grupo que no congeniaba en un principio. Eso sí, la sombra de David Blatt —cada uno decidirá en qué sitio— seguirá siendo alargada.

Todos ellos pasarán a la historia como parte imprescindible de esta narrativa tan rocambolesca.

Audiencias

La parte romántica nos dicta que un número no mide completamente un hecho, pero la pragmática nos obliga a mirarlos para saber si algo funciona o no. En una NBA donde la televisión (y más ahora que aporta una millonada a las franquicias) tiene mucha influencia, las audiencias sentencian.

ABC es el canal que retransmite las finales en Estados Unidos. El 7º partido de las de 2016 lo vieron 30,8 millones de espectadores en dicha plataforma. Fue la emisión de baloncesto más vista de su historia y la total del año tras la SuperBowl y los Oscars.

Viniendo de dos equipos que nunca han sido de los que más han vendido externamente, y contando con todos los ingredientes enumerados, esta rivalidad es historia viva que merece ser reconocida como tal.


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