No se trata de precipitarse. A estas alturas LeBron James Jr. tiene tantas posibilidades de dedicarse al baloncesto como a cualquier otra profesión, pero si no acaba haciendo lo primero no será porque en sus manos no se sienta el básket de su padre, ese que le encumbra ya como uno de los mejores de la historia de la NBA.
Tiene 12 años y aún juega -como debe ser- por divertirse, pero viéndole queda claro que sabe lo que hace. Dirige al equipo, es capaz de anotar por fuera y por dentro y, si le cierran el camino, encuentra compañeros con una visión que una vez más recuerda a su versión adulta en pleno contraataque. Puedes comprobarlo:
Ofertas universitarias
Imágenes como estas no van a frenar el ímpetu de Duke o Kentucky, dos de las universidades que mantienen desde hace dos años ofertas permanentes por el pequeño James, algo que no gusta nada a su padre, quien llegó a afirmar que «reclutar a niños de 10 años debería ser sancionable».