La NBA debe parar el ‘Hack-a-quien-sea’

Realizar faltas intencionadas sin balón no es novedoso. La idea de parar el juego para que un pésimo lanzador de tiros libres se vea obligado a pasar por la línea y poner en peligro el rendimiento en ataque de su propio equipo ha triunfado desde hace décadas.

Wilt Chamberlain o Shaquille O’Neal ya sufrieron este tipo de tácticas, pero estamos en 2015 y el hacking intencionado funciona a pleno rendimiento.

La serie entre Clippers y Spurs fue la antesala de lo que se puede vivir en la eliminatoria que enfrenta a Clippers y Rockets. Ambas franquicias, con al menos un malísimo lanzador de tiros libres entre sus filas, ya han establecido las reglas del juego. El segundo encuentro fue un auténtico despropósito de faltas y tiros libres que resulto en una pesadilla para el aficionado.

Los Clippers cometieron 40 faltas, logrando que Dwight Howard fuera a la línea 21 veces y que Houston como conjunto lanzara 64 lanzamientos de personal, la cuarta mayor marca de la historia de los Playoffs en un partido sin prórroga.

Los Rockets fueron penalizados con 27 faltas, consiguiendo que los Clippers lanzasen 32 tiros libres y que DeAndre Jordan, a quien se le practicó el hacking ocasional, no estuviese en pista más de 25 minutos.

“He oído que tiramos muchos tiros libres. Pues que nos dejen de hacer falta”, explicó Kevin McHale. “Tiras un montón de tiros libres cuando decides que te penalicen y empiezas a golpear a todo el mundo. Sí, acabas tirando un montón de tiros libres cuando pones al suplente del pívot suplente simplemente para agarrar a los jugadores, eso ocurre”.

El resumen de ese partido fue que la duración del mismo se extendió hasta las 2 horas y 58 minutos, 35 minutos más que el choque que jugaron ese mismo día Chicago y Cleveland, o 41 minutos más que lo que duraron de media los encuentros durante la temporada 2012–13.

Las audiencias se resienten

Las críticas arrecian desde multitud de medios, pidiendo una nueva regulación que no invite al hack, pero mientras la NBA no decida cortar por lo sano, nada va a cambiar.

Estar casi tres horas viendo un partido de baloncesto en el que se lanzan 96 tiros libres en total no es divertido y casualidad o no este año las audiencias de televisión presentan una disminución de cuota de pantalla respecto a los Playoffs de 2014.

El magnífico séptimo encuentro entre Clippers y Spurs perdió 1 millón de espectadores (–18%) comparándole con el séptimo partido de la pasada temporada entre Thunder y Grizzlies en el mismo momento del año. En global, la primera ronda de Playoffs de 2015 ha visto como 34 de sus 41 encuentros han obtenido menos audiencia que los mismos choques del año pasado según Sports Media Watch. Eliminatorias descafeinadas, equipos poco atractivos para el aficionado medio en la Conferencia Este y estrellas lesionadas son los principales causantes de este descenso.

Que el hack-a-quien-sea no se convierta en un motivo más que ahuyente al seguidor de la NBA.


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