Byron Scott y el porqué de no elegir a Porzingis

Si algo prueba la elección de los mejores quintetos de novatos del año es que esta temporada ha sido la de los rookies interiores. Los Wolves no fallaron en su primera elección del Draft 2015 haciéndose con un Karl-Anthony Towns que de forma unánime se ha proclamado el líder de su camada, pero tras ellos los Lakers de algún modo sorprendieron poniéndole la gorra a D’Angelo Russell, cuando no eran pocas las apuestas que apuntaban a Jahlil Okafor.

Sin embargo, el paso del tiempo ha vuelto a dar ocasión al oportunismo y Kristaps Porzingis se erige hoy como el segundo mayor valor de la generación 2015. Críticas, abucheos y lágrimas inocentes e infantiles le acompañaron de camino al estrado cuando los New York Knicks se tiraron a la piscina desde su cuarto lugar. Ya avisó durante el verano: me ganaré a la afición, callaré bocas. Lo hizo.

Byron Scott, que se ha ido de los Lakers como cara visible de la peor etapa de la historia de la franquicia, ha querido recordar frente a la prensa las sensaciones internas que se vivían en la oficina angelina durante aquella noche. Según afirma el ya exentrenador hubo una «discusión seria» sobre elegir a Porzingis en el número 2, pero su mala forma en el workout fue clave a la hora de descartar la opción. La idea general era que sería un buen jugador en tres o cuatro años, pero nunca que fuera a dar tanto rendimiento ya desde el primero.

Futuro en forma de Draft

El adiós de Scott ha ido de la mano de una despedida muchísimo más importante y simbólica, la de Kobe Bryant. Su marcha marca el inicio de los nuevos tiempos, de la tristeza y la nostalgia del adiós pero también de la esperanza y la ilusión de una época por estrenar, de salir del barro y de volver poco a poco al lugar que corresponde a Los Angeles Lakers.

La segunda elección del pasado Draft hará de director de orquesta, otro ‘novato’ del recién terminado curso como Julius Randle —causante en buena parte de la llegada de Russell— dará el empuje hacia el aro como ‘4’, y dentro de unas semanas llegará, casi con total seguridad, el jugador llamado a marcar diferencias en el puesto de alero. Todo ello unido en la pizarra del entrenador más joven, sangre púrpura y oro y anillo como asistente en los Warriors, Luke Walton. El primer miembro de la generación de los 80 en hacerse con un banquillo, y vaya banquillo.

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Si no llega Brandon Ingram por acción y sorpresa de los Sixers, será Ben Simmons. Cualquier otra cosa escaparía a cualquier guión. Mientras, Mitch Kupchak ya ha anunciado que la ronda no se traspasa. Soplan nuevos vientos en California, vientos que limpian malos sueños y traen frescura. Una frescura que tendrá que colarse en las oficinas de la franquicia y enfriar algunas cabezas para evitar que las prisas y la precipitación tiren un castillo de naipes que contará este año con una base lo suficientemente sólida como para empezar a construir su camino hacia la cima, ya sea sumando buenas cartas a la baraja o apostando por un ‘as’ que le de brillo.


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