D’Angelo Russell y Brooklyn, en la escuela inmejorable

Primero, mesías de una exigente plaza como Los Angeles. Más tarde, segunda e importante espada del futuro; y un verano después, traspasado para editar pifias pretéritas con acento ruso. D’Angelo Russell pasó en solo dos temporadas en los Lakers de ser el nuevo héroe adolescente (llegó con 19 años) de la franquicia a sacrificio necesario para contentar a los dioses púrpura y oro.

Con la llegada de Lonzo Ball este junio —ojo, Lakers llevan tres años eligiendo en la segunda posición del Draft— Russell quedó sin sitio. Pese a ser un perfil distante del nuevo héroe angelino llegado de UCLA, el base tuvo fue llamado a las puertas de embarque sin posibilidad de réplica. Era el elegido para salir. Y, paradoja o no, la salida de Los Angeles puede haber sido lo mejor que le ocurra a la carrera de D’Angelo Russell desde su llegada a la NBA.

Estancado en Lakers —con segunda temporada resuelta pero no brillante y sí intermitente— y con Lakers atestados de talento joven, necesitado de espacio y responsabilidad creciente, las expectativas como número dos del Draft 2015 comenzaban a rechistar. A cambio, tras su traspaso a Brooklyn Nets, empieza su tercer ejercicio profesional como líder indiscutible de un proyecto cuya única urgencia es que él mismo crezca.

Habrá tiempo para que falle los tiros que hagan falta —que no habría en Lakers—, para liderar, mejorar en otros aspectos que precisa un base… y todo ello lejos de los siempre sedientos focos de Los Angeles.

Ya el curso pasado, Russell se prodigó más en los aspectos de ataque (15,6 puntos y 4,9 asistencias). Con porcentajes de tiro mejorables —40,5 en tiros de campo y 35,2 en triple— pero que anuncian un potencial año de 20 o más puntos por partido en Brooklyn. Mayor oportunidad de tener el balón (26,7% de posesión en sus manos el pasado curso en Lakers, que no está mal) y, en definitiva, opciones crecientes de decidir, fallar, acertar y aprender. Hacerse el gran jugador que aparentaba en la universidad. Brooklyn pareció un castigo por incomparecencia de rendimiento en inicio, pero puede resultar la mejor escuela posible para el joven base.

Dos años, 41 victorias

Junto al que parece un tímido despertar en Brooklyn tras dos últimos años con 41 victorias en total (de 164 partidos), Russell no estará solo en los Nets. Allen Crabbe, DeMarre Carrol o Rondae Hollis-Jefferson parecen los nuevos ladrillos de la franquicia. El hormigón, claro está, es Russell; y de todo lo que él crezca, lo hará también la franquicia.

El objetivo ha de ser superar las cómicas 20 victorias (62 derrotas) del pasado curso, pero ante todo, que fluya el crecimiento de Russell, que sea normativo. Para eso llega su año cero en la tercera campaña profesional. Russell será un jugador nuevo allí y cuidado como coja carrerilla para el premio de Jugador Más Mejorado.


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