El peor equipo de la historia puede perder su «inmortalidad» ante Charlotte

Kevin Loughery empezó su carrera como entrenador en 1973 de la peor forma posible. Los 76ers, aún recordando el esplendor de la época dorada de Wilt Chamberlain, cesaron a Roy Rubin tras un inicio de temporada sencillamente espantoso: 4 victorias en 51 partidos. Loughery, entonces un base de 32 años en el ocaso de su carrera, fue elegido para ocupar su cargo en calidad de jugador-entrenador. Un regalo envenenado que le valió un puesto en la historia, a su pesar.

Ni ocho participaciones para Playoffs con Nets, Hawks, Bulls, Bullets y Heat, ni haber sido el primer entrenador de Michael Jordan en la NBA, tienen tanto peso en su legado como el de haber acabado aquella temporada 72-73 con el peor balance jamás visto en la liga: 9-73 (11,0% de victorias).

Pese a que contando sólo los partidos con Loughery (5-26) el porcentaje de triunfos no fue tan calamitoso (16,1%), el técnico, ya retirado, entró en un libro de records del que puede salir esta semana gracias a los Bobcats. Si el equipo entrenado por Paul Silas (curiosamente, jugador entonces del que fue el mejor equipo en temporada regular 72-73, Boston) es incapaz de ganar al menos uno de sus dos últimos partidos, en Orlando ante los Magic, y en casa ante los Knicks, acabarán la temporada con un 10,6% de victorias que «superará» a aquellos Sixers.

Loughery no se muerde la lengua hablando sobre los Bobcats. «En cuanto a talento, son el peor equipo de siempre», afirmó a Fox Sports. «Teníamos más talento que ellos», en comparación con sus 76ers. «Sé que es miserable por lo que está pasando Paul Silas, que es una gran persona, y Michael Jordan, a quien he entrenado. Sencillamente odio que esto les pase a ellos». Jordan puede pasar a la historia por estar involucrado en el mejor record jamas visto en una temporada regular (72-10, con los Bulls de la campaña 95-96, como jugador), y en el peor (este año, como propietario de los Bobcats).

Otro de sus protagonistas, el alero Fred «Mad Dog» Carter fue el máximo anotador de aquellos 76ers, y el líder del equipo en una dolorosa transición hasta el fichaje del pivot George McGinnis y la llegada de un joven Doug Collins que décadas más tarde se convertiría en entrenador de Philadelphia, tiene un sentimiento curioso sobre aquella temporada. «Quiero mantener el récord», explica Carter preguntado sobre la posibilidad de que los Bobcats, a su pesar, se lo arrebate. «Quiero mantener mi inmortalidad. No fui una superestrella que ganó siete títulos, así que quiero ser conocido por alguien».

La mujer de Roy Rubin, el entrenador que empezó la temporada con los 76ers, tiene sensaciones similares. «Este récord mantiene el nombre de Roy vivo», explica Marsha Rubin, cuyo marido, de 86 años, sufre daños cerebrales tras una operación de corazón. «La gente que no sabe cree que este récord fue culpa suya, pero no tuvo nada que ver con él como entrenador. Sabemos que se tienen que tener jugadores decentes para ganar, y el propietario (el magnate de origen ruso Irv Kosloff) se negó a gastar en talento».

Los Bobcats de Silas y Jordan pueden arrebatar a los Sixers de la temporada 72-73 uno de los records más llamativos de la NBA, aún a pesar del deseo de sus protagonistas, 40 años antes, de permanecer en los libros de historia. Si Charlotte es incapaz de volver a ganar un partido esta temporada, serán los D.J. Augustin, Kemba Walker, Tyrus Thomas, Bismack Biyombo y compañía los que, posiblemente, aún hablen décadas después de lo que están viviendo en los últimos meses.


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