Jahlil Okafor, su infierno de ansiedad y depresión ve la luz

De número 3 del Draft (2015) y joven con atribuciones intangibles —por desmedidas—, a olvidado y temporero en busca de un contrato para seguir jugando. La historia de Jahlil Okafor es la de un jugador que empezó promediando casi 20 puntos (17,5) en su temporada de novato y a partir del año siguiente degolló su progresión por completo. Con todavía 22 años de edad y un mundo por delante que comerse, el pívot ha sido otro de los deportistas de élite que recientemente han abierto su cabeza y corazón para contar la lucha interna que libró contra algunos de los peores demonios: la ansiedad y la depresión.

Como cuenta Jahlil Okafor y publica este martes The Athletic, su corta carrera ha estado salpicada por la leyenda negra de los problemas mentales en jugadores de alta competición. Todo comenzó, según relata el propio jugador, poco después de ser traspasado de Philadelphia a Brooklyn Nets. Hace escasamente diez meses. Recordemos, era un proyecto enorme llegado del Draft pero la irrupción de Joel Embiid y alguna que otra mala praxis por su parte le relegaron al destierro. Ni jugaba ni salía traspasado en su equipo original. Sin sitio en los 76ers, fue traspasado a Brooklyn, ya con bastante menos cartel personal en solo dos temporadas y media en la NBA. Y ahí todo comenzó a torcerse, su fuego interno ya había empezado a arder.

Él mismo se enteró de lo que atravesaban sus neuronas tras una conversación con un miembro del staff de los Nets, quien veía que el chico estaba algo confuso y enrarecido. Claro, hagámonos una idea de que en aquel entonces un joven de 21 años que siempre había tenido éxito deportivo desde el instituto había empezado a conocer en persona (y cantidades industriales) el rechazo y el fracaso. Eso despertó los peores consejeros posibles en su conexiones nerviosas.

«No me daba cuenta que contra lo estaba luchando eran la depresión y la ansiedad», pudo revelar Okafor en una historia exclusiva de The Athletic. El miembro del cuerpo técnico de Brooklyn le introdujo que todas aquellas rarezas que pasaban por su cabeza podrían ser sus peores enemigos.

«Cuando estaba en Brooklyn después del traspaso con Philly, empecé a hablar con alguien. Era la primera vez que oía que podía ser algo así. Después, durante la temporada, no actué sobre el problema. Estaba en un lugar oscuro, tío. No actué sobre aquello que me habían explicado, y lo ignoré y encerré», continuaba el ahora jugador de los New Orleans Pelicans.

Darle la espalda, el peor error

Como en cualquier patología (que lo son, no lo olvidemos) de índole mental, tratar de soterrar en problema no es nunca una solución, sino una hipoteca para avivar el problema en el futuro. Tal cosa ocurrió con Jahlil. Nadie había sabido nada acerca de su problema a excepción de su círculo más cercano y su ángel de la guarda en el staff de Brooklyn. Y finalmente, tras volverse el problema insostenible y ver su carrera irse por el desagüe, el jugador asumió que tenía que luchar contra sus demonios; primero, admitiendo que se habían empadronado en su cabeza y amenazaban con destruir su carrera para siempre, pues había pasado a ser un jugador de rol bastante residual en los Nets, uno de los peores equipos de la NBA.

«Una semana antes de que la temporada acabase, me miré al espejo y supe que no solo tenía que poner mi cuerpo a tono, sino que mi mente también. Me moví a Miami (al terminar el curso) y cambié mi dieta y entrenamientos. Pero más importante, empecé a ir a terapia para que un especialista me ayudara con la depresión y la ansiedad que estaba atravesando», reconoce Okafor. Todo eso fue hace escasamente unos meses, pues la temporada del estallido en su interior fue la pasada, como el propio jugador ha reconocido.

Ayuda de Kevin Love

«Es algo que todavía estoy haciendo (la terapia y luchar contra la ansiedad y depresión). Pero estoy bastante mejor y aprendo formas para sentirme mejor», pudo añadir un Jahlil cuyo trabajo estival ha estado muy concentrado en aspectos mentales además de físicos para volver a ser el joven prometedor por el que Philadelphia gastó un pick número 3.

«Le di las gracias a Kevin Love (también hizo públicos sus problemas de ansiedad y depresión) porque cuando leí su artículo me di cuenta de que era normal y de que algunas eran las mismas cosas que yo estaba sufriendo. Kevin Love, todos sabemos lo exitoso que ha sido en la NBA, pero escuchar a alguien de su talla hablar de eso me inspiró mucho. Yo perdí a mi madre cuando tenía nueve años y todo esto va mucho más allá que solo cuando juego a baloncesto, es cosa de mi vida. No culparé a Philly, a la prensa o a nadie», podía compartir Jahlil Okafor.

El pívot resta méritos y alusiones, pues, a los 76ers por el ostracismo y posterior traspaso en el que le incluyeron y no les señala como responsables de sus problemas. Simplemente, el infierno estaba ahí, dentro de sí, e iba a estallar cuando las circunstancias fueran más áridas para sus intereses.

Ética de trabajo

Qué duda cabe que en el la caída de su rendimiento deportivo mucho tuvieron que ver su ética de trabajo en algunos momentos y también su pérdida de forma de competición, precisamente producida por el primer punto citado. En la nueva temporada 2018-19, ya con los New Orleans Pelicans, Okafor busca la redención, no solo deportiva sino vital, para poder volver a disfrutar como profesional del baloncesto.


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