Kyrie Irving: «Existe una diferencia bestial entre Boston y Cleveland»

Es el momento de quedarse o partir; de firmar por uno u otro equipo. A menudo, caemos en la precipitación de dar por sentado que un jugador, ante esta bifurcación —o trifurcación, o tetrafurcación…— solo maneja dos datos: el dinero a recibir y el proyecto deportivo. ¿Y cuando estas dos cosas empatan o están muy parejas? Pues entonces suelen entrar en acción otras variables que, de manera consciente o subliminal, juegan su papel.

Y en el caso concreto de Kyrie Irving, por lo que sabemos, no fue nada de lo anterior. No exactamente, al menos. Su principal incentivo para cambiar de equipo fue el proyecto deportivo, sí, pero no tanto lo que éste tenía para ofrecerle, sino el rol que el base ostentaría dentro de él. A Irving le había llegado la hora de separarse de las faldas de LeBron. A partir de ahí quería un equipo competitivo en el que él fuera su único capitán. Boston Celtics respondía a la perfección a sus demandas.

Y ya en la ciudad, ya en el estado de Massachusetts, se le van revelando poco a poco otra serie realidades. Una franquicia no es solo baloncesto. Una franquicia es ciudad, es sus gentes, es clima, es ritmo de vida, es oferta cultural, gastronómica y nocturna. Y Kyrie sonríe.

«Es emocionante estar de vuelta en la Costa Ese. —nacido en Australia pero criado en New Jersey—. Lo tienes todo, especialmente en Boston. Es un lugar dinámico. Con culturas, gentes y gastronomías diferentes. Cleveland tiene su vidilla nocturna, su propio ritmo, pero la diferencia es bestial. A veces voy conduciendo por sus calles y pienso: ‘¿Realmente estoy jugando en una capital del deporte como esta?’, ha dicho el point guard en declaraciones recogidas por The Charlotte Observer.

¿Qué bienvenida esperar?

En años donde los jugadores son tachados de traidores y mercenarios al cambiar de equipo, en años donde las camisetas arden y los nombres son arrancados de las espaldas, Irving está logrando pervivir como una de las honrosas excepciones, a pesar de haber pedido él mismo su salida de Cleveland. Con declaraciones como esta, aunque no pretendan ofender a nadie, se añade más picante al partido que abrirá la temporada con el Cavaliers-Celtics —17 de octubre en el Quicken Loans Arena—.

La línea que separa los silbidos de un buen recibimiento, es fina. Los Cavs le regalaron el número 1 del Draft, e Irving les hizo campeones por primera vez en su historia con un triple que quedará registrado eternamente en los anales. También ha sido el primero en abandonar el barco, en un éxodo en el que puede seguirle la próxima temporada el mismo LeBron James, y decir adiós a la etapa más dorada que han vivido en Ohio en sus 47 años de historia.


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