La renovación de Harrison Barnes con Sacramento fue una de las noticias más extrañas del verano. El jugador tenía una player option de 25 millones que todo el mundo daba por hecho que aceptaría, pues se antojaba imposible que nadie le ofreciese dicha cantidad, pero los Kings sorprendieron a propios y extraños dándole la posibilidad de renovar por cuatro años y un total de 85 millones. El alero no se lo pensó dos veces, y ahora, con algo más de perspectiva, parece que la franquicia empieza a ver el movimiento de la misma forma que el resto de la humanidad.
Según Shams Charania, de The Athletic, los californianos están comenzando a sentir un «cierto arrepentimiento» por dicha renovación, debido en parte a las limitaciones que les supone de cara a futuros contratos. No es casual que esto coincida con la negociación de la extensión de Buddy Hield, quien recientemente ha definido como «un insulto» la oferta de 90 millones y cuatro años que ha recibido.
La cuestión es que los Kings no pueden permitirse ofrecer mucho más, pues además de la del bahameño están negociando la extensión de Bogdan Bogdanovic, y en los próximos dos años tendrán que hacer lo propio con De’Aaron Fox y Marvin Bagley III respectivamente. Es aquí donde entra en juego el contrato de Barnes, innecesariamente largo y absurdamente inflado, que ocupará una parte importante del cap que idealmente iría destinado al núcleo joven del equipo.
Un problema previsible
Lo más sorprendente de la situación es que no puede decirse que no se viera venir. Si la renovación fue sorprendente en su momento, lo es más aún que la franquicia no barajase el problema que podía suponer hasta que se lo ha encontrado de golpe, pues ahora el margen de maniobra es prácticamente nulo. Es de esperar que a Sacramento le toque rascarse el bolsillo en los próximos años, pues lo que sí que no parece una opción es perder a alguno de los jóvenes por los que pasa el futuro inmediato del proyecto.
(Fotografía de portada: Lintao Zhang/Getty Images)