LaMelo Ball, 16 años, ya la hunde haciendo el ‘molinillo’

Que su padre lo envicia e hiperboliza todo, desde luego. Que el sensacionalismo de medios como TMZ nada tienen que hacer ante el don para el Titular de LaVar, no cabe duda. Pero que en el ADN de los Ball también derrama baloncesto por los cuatro costados, es algo que tampoco se puede ni se debe negar. Y es por eso que tras haber seguido cuidadosamente los pasos por la NCAA de Lonzo, ahora toca no quitarle los ojos de encima al menor de los tres hermanos, LaMelo, el más prometedor de los dos que quedan por dar el salto al profesionalismo.

En este medio ya hemos hablado de su amplísimo rango de tiro. También nos hemos hecho eco de que, gracias a Big Baller Brand, la firma que regenta su padre, se ha convertido en el primer jugador de instituto en disfrutar de su propia línea de zapatillas. Lo último que hemos sabido de él es que, para huir aún más de lo normal y ordinario, LaVar ha sacado a su hijo del instituto para proseguir con su educación desde casa.

A por los dos metros

Hoy rescatamos su nombre por hechos exclusivamente baloncestísticos. LaMelo se está haciendo mayor. Literalmente. A sus 16 años no para de crecer. En lo que va de 2017, las webs de scouting reflejan un variación en su ficha de los 191 a los 196 centímetros. Apenas dos menos que los que mide su hermano Lonzo (1,98).

Y esto encuentra su equivalente en el plano físico. Hasta ahora LaMelo era un point guard habilidoso, técnico y que presumía de buena muñeca; pero también era enclenque, canijo y con escaso poderío atlético. A principios de año, apenas lograba hacer un mate con la punta de los dedos.

Eso ha cambiado. Fruto del trabajo, fruto de la propia genética, la evolución que ha sufrido el tren inferior de LaMelo en pocos meses ha sido descomunal. No sabemos cuántas sentadillas con peso habrán precedido a este vídeo, pero el salto físico queda patente. El ex jugador de los Chino Hills ya no solo es capaz de alcanzar el aro con solvencia, sino que además le sobra para hundirla completando previamente el movimiento del molinillo (windmill dunk).

Se le podrá acusar de muchas cosas a LaVar Ball, pero en ningún caso de no tener claro el futuro de sus tres hijos. Los tres serán jugadores de la NBA y los tres jugarán juntos en los Lakers. Hasta ahí su clásica fanfarronería.

Dicho esto, de LiAngelo, el mediano de los hermanos, hay serias dudas de que albergue el talento suficiente para acceder al Draft de la NBA; pero en LaMelo es un talento diferente.

La obsesión del padre por ver en sus hijos el reflejo de lo que él nunca fue, contribuirá a que LaMelo no se duerma en el trecho que le separa todavía de dar el salto a la universidad. Simplemente, ganas de verlo en un par de años en la NCAA.


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