Thabo Sefolosha salva a una mujer de morir ahogada

Contenido del que aparece en esa otra columna, la de Otra NBA, donde recordamos que los jugadores, además de profesionales del baloncesto, también son personas, y en ocasiones grandes personas o pequeños héroes. Incluso clandestinos; de esos cuya mano derecha no es consciente de lo que hace la izquierda. Porque esta historia ve la luz hoy, pero sucedió hace casi un mes.

Thabo Sefolosha, que en verano firmó por dos años y 10,5 millones con los Utah Jazz, logró que un sólo día de sus vacaciones valiera mucho más que todo lo que haga durante las dos próximas temporadas. Salvó una vida; y el valor de una vida no encuentra su equivalente al pie de en un contrato.

Sefolosha aprovechaba el barbecho entre temporadas para sumergirse, literalmente, en su nueva ciudad y lo que esta tiene por ofrecer. Eligió una de sus joyas, los rápidos del río Provo. Un día de rafting; un perfecto plan familiar con la suficiente dosis de adrenalina como para contentar a todo hijo pequeño. La épica superó ampliamente lo esperado.


Aprovechando su primer partido de pretemporada ante los Sydney Kings, un fan soltó la liebre a través de Twitter. The Salt Lake Tribune no tardó en localizar a Lori Clark, el sujeto pasivo de esta historia, para desentrañar la hazaña de una de las nuevas caras de los Jazz para este curso entrante.

«No se percató realmente del apuro en el que me encontraba —cuenta la superviviente en la entrevista concedida al citado medio—. Realmente salvó mi vida ese día». Como Thabo y su familia, Lori Clark había elegido aquel mismo día para ir, con amigos e hijos, a experimentar el reto que suponen los rápidos del Provo.

«No sabíamos exactamente qué esperar —cuenta Sefolosha sobre la excursión—. Fue un poco más difícil de lo que pensábamos». Desde luego, para algunos más que para otros.

Minutos de alta tensión

Tras veinte minutos esquivando peñascos y surcando la corriente, la barcaza de Clark golpeó con fuerza en una roca haciendo que esta saliera despedida y cayera al agua. El chaleco salvavidas se escurrió por su cabeza y el remo desapareció entre la espuma. El agua empezó a succionarla hacia el fondo. «Siempre me preguntaba cómo la gente se ahogaba en aguas poco profundas antes de que esto me sucediera. Pero el agua giraba tan rápido que no podía ni recuperar el aliento. Fue realmente aterrador», confiesa Clark.

Empezaron entonces los fallidos intentos de rescate. Una de sus amigas, Heidi Bishop, la agarró por la camisa, pero en su intento de alzarla casi zozobra ella también. Mientras, el agua se arremolinaba entorno a Clark, golpeándola contra piedras y rocas provocándole cortes y magulladuras.

Algunas personas pasaron de largo, vociferando, como única ayuda y consejo, que se mantuvieran ahí donde estaban —a la espera quizás de que la Virgen de Lourdes se dignará a comparecer—.

Una aparición vital

Fue entonces en ese momento cuando los Sefolosha aparecieron encarando el río. La nueva adquisición de los Jazz se percató de que había que actuar, y rápido. Dirigió sin perder tiempo su balsa hacia  donde la náufrago hacía esfuerzos por mantenerse a flote y logró izarla y ponerla a salvo en su embarcación. «No sé cómo habría conseguido que aguantara 20 minutos más en el agua —afirma Bishop—. Realmente le salvó la vida».

Otra cosa curiosa: Clark no tenía ni la menor idea de quién acababa de actuar como su salvador. Estando ya en la barca y tratando de calmar sus nervios, le preguntó qué hacían allí y a qué se dedicaba. «Me acabo de mudar desde Atlanta por cuestiones de trabajo», respondió Thabo —ninguna mentira—.

«Yo no salvé a nadie», replica todavía Thabo restándole importancia a su acto. Pero esto no es del todo cierto. Navegar el río Provo no es un juego de niños. El pasado mes de mayó estas aguas se llevaron la vida de tres personas, y son numerosas las que caen y a duras penas logran salir a flote. No es un descenso apto para principiantes.

«Será realmente agradable ver jugar a los Jazz a partir de ahora, porque tienen un jugador que sabes que ayudará a cualquiera. Utah tiene mucha suerte de tenerlo». En esto no se equivoca Clark. Si por algo lleva el alero 11 años en la NBA, es por ser un auténtico jugador de equipo.


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.