Con talento de sobra desde su aterrizaje en la NBA en 2012, Jeremy Lamb siempre se ha visto perseguido por el fantasma de la irregularidad, ese que el curso pasado –su cuarto en la liga– le llevaba a jugar una noche 30 minutos y a la siguiente prácticamente desaparecer.
Sabedor de que es su carrera la que está en juego, el escolta de los Hornets valora el hecho de haber dedicado todo el verano a trabajar en su físico y en sus habilidades; sin embargo, entiende que el mayor paso lo ha dado fuera de la cancha al darse cuenta de lo valioso que es «comer bien, dormir bien y planificar los entrenamientos» para su juego.
Justo desde ese cambio de actitud espera convencer a su entrenador, Steve Clifford, de que está listo para rendir en cada partido al nivel que se espera de él. «Mi mayor objetivo es luchar por minutos y tener la misma energía cada noche. Si hago eso, seré capaz de mantenerme sobre la pista», expresa a NBA.com.
Contento con su verano
Desde la madurez que muestra en sus palabras, Lamb explica además como el periodo estival –lejos del habitual ocio– ha llegado marcado por un deseo de mejorar. «He estado en Charlotte casi todo el verano compartiendo tiempo con los entrenadores y escuchando sus consejos. He trabajado tanto mi mentalidad como mi nivel físico, así que ha sido un gran verano».