La situación de Carmelo Anthony en New York Knicks no ha cambiado. Decidido a salir del equipo con destino Houston, el alero sabe desde hace tiempo que la nueva gerencia de los neoyorquinos, con Steve Mills a la cabeza, desea reunirse con él para discutir sobre las opciones que existen. La respuesta de Melo es rotunda: no hay nada que hablar.
Con esa postura, y pese a que Phil Jackson ya no está al mando, ha pasado un largo mes en el que Mills ha intentado ponerse en contacto con Carmelo sin suerte. Éste, conociendo que ha sido el actual presidente quien detuvo cualquier posible acuerdo con la franquicia de Texas, no está interesado en hablar con su actual equipo, informa New York Daily News.
Lo cierto es que la ‘rebeldía’ de Carmelo, si es que se puede entender así tras verse empujado a salir del equipo desde hace meses, no está siendo tal cuando se trata de hablar de la franquicia ante los medios; es más, ha pasado mucho tiempo desde que dijese sus últimas palabras, un silencio que ha roto durante un acto en Baltimore, donde recibió una condecoración por su trabajo por la comunidad. Ante el drama, despreocupación.
«He estado bien, manteniéndome lejos de la pelea. No oiréis comentarios de mi parte, estoy dejándome crecer el pelo y pasando tiempo con mi familia. Estoy siendo un padre. Eso es lo que importa en este momento. Nada más importa», expresa.
En sus palabras se siente cierta resignación, una sensación lógica, ya que las fuentes consultadas por el citado medio aseguran que estaba prácticamente convencido de que jugaría en Houston junto a su amigo Chris Paul. Ahora, aunque aún es posible, lo ve con cierta lejanía.
¿Hay otra salida?
Por el momento no se ha cerrado un traspaso, y con Carmelo estando en posición de vetar cualquier intercambio, parece complicado que se de si el equipo no renuncia a parte de lo que cree merecer a cambio. Las dos posturas son legítimas, pero cualquier resolución que no sea la de separar los caminos perjudicaría enormemente a ambos. Toca hacer concesiones por un bien común.