Cuando Gordon Hayward cayó lesionado muchos vaticinaron que las aspiraciones de Boston se marchaban con él. La premisa no estaba infundada. Era la mayor apuesta del equipo en la agencia libre, la cual debía conducirles junto a Kyrie Irving a la corona del Este. Pero en esas apareció un chico cuyo talento, fuera de toda duda, emergió desde el primer momento con una fuerza inusitada: Jayson Tatum.
Descartado por Danny Ainge de la lucha por el rookie del año al pensar que le faltarían minutos, este jugador formado en Duke ha dejado claro en estas semanas que justo con eso, con tiempo, puede brillar en una plaza tan exigente e histórica como Boston.
Hablamos de 13,7 puntos y 5,4 rebotes en 30,6 minutos por noche. Pero Tatum es más que eso, es la capacidad para posicionarse y elegir bien como quien ha derramado incontables gotas de sudor sobre una cancha. Su excelso 47,8% en triples así lo hace ver, y lo más preocupante (para los rivales) es que como avisa su compañero, Al Horford, lo mejor está por llegar.
«Tenemos a Tatum con solo 19 años. Espera a ver cómo será en dos años… Es un alumno aventajado respecto al juego. No esperábamos esto de él. Realmente te emocionas cuando piensas en ello», explica a masslive.com.
No le falta una pizca de razón al dominicano. El nivel mostrado por el alero es fantástico, pero más lo es aún si se pone en perspectiva. Es prácticamente un adolescente, acaba de llegar a la NBA y debe rendir en un equipo que aspira a todo. ¿Hasta dónde puede llegar? Incalculable en estos momentos.
Una pareja envidiable
Está Tatum y está Jaylen Brown. El primero merece los halagos y el segundo no le anda a la zaga. Juntos forman una de las parejas de aleros titulares más versátiles de la liga para sonrisa ‘céltica’. Brown, tras un primer año dubitativo, ha cogido los galones para ser en todo momento una referencia de los suyos en pista. A Horford no le sorprende: «Desde que lo conocí pude ver que no era un novato corriente». Ninguno lo es. Boston está de enhorabuena.