Austin Rivers y Ariza sellan sus diferencias por teléfono tras su incidente en el Staples

La particular expedición de los Rockets al vestuario de los Clippers para pedir explicaciones terminó con Gerald Green y Trevor Ariza sancionados dos partidos —nada para Chris Paul o James Harden— . Y si bien parecía que la relación entre los jugadores de ambos frentes se encontraban en su punto más picante, Austin Rivers ha podido desvelar que las aguas se han aclarado ciertamente.

Rivers y Ariza, uno de los sancionados por parte de la NBA, hablaron por teléfono durante 35 minutos para limar las diferencias expuestas durante y después de medir el acero en la cancha del Staples Center. «Lo primero y sobre todo, yo y Trevor no tenemos ningún problema», pudo declarar el escolta de los Clippers en una amplia entrevista concedida a Ramona Shelburne (ESPN). «Él me llamó, contactó conmigo. Trevor y yo hablamos y solucionamos todo. Él estuvo bien siendo el chico ‘mayor’ y llamándome», añadía Rivers.

Aunque no pudo disputar el partido por estar afectado por una lesión, Austin sí estaba en el banquillo del encuentro de la discordia entre Rockets y Clippers y fue uno de los más activos en las discusiones.

«Se sucedieron los golpes bajos durante todo el partido. Yo no estoy acusando a nadie. Pero él (Ariza) estuvo haciendo cosas con Blake (Griffin) y entonces llegó andando hasta delante de nuestro banquillo. Entonces, ¿qué esperaba que pasase? Empecé a hablarle. Si yo le hubiera hecho algo a James Harden, su mejor jugador, y luego hubiera pasado por delante de su banquillo, ¿crees que alguien de su banquillo me hubiera dicho algo? OK entonces», argumentaba Rivers, que después de Blake Griffin fue quien más fricción encontró con sus rivales.

La expedición a vestuario enemigo, de hecho, tenía por objetivo ir a pedir acaloradas explicaciones tanto a él, Rivers, como a Griffin.

Encuentro en el vestuario

Austin confirma que gritó al aire «¡Hazlo, hazlo!» en dirección a Ariza, cuando el alero de los Rockets se paseaba delante del banquillo local. «Él no escuchó lo que le dije. Así que se volvió y me dijo ¿qué coj**es has dicho de mí? Después me dijo algunas cosas. Yo soy un hombre adulto. No aceptaría eso por parte de nadie, igual que él tampoco lo haría. Así que pasé al ataque. Y él seguía sin saber lo que yo le había dicho. Así que después del partido vino al vestuario (en la famosa excursión prohibida) y todo lo que quería era aquel ‘¿qué dijiste?, ¿qué dijiste?», continuaba Rivers con su explicación detallada de los hechos.

Parece que toda la voluntad de venganza de Trevor Ariza, suponemos que en un tono bastante más beligerante y hostil que el que expone Rivers, era saber lo que su rival le había lanzado al aire, que el escolta de Clippers diera la cara.

Después de todo el lío, Ariza se las arregló para poder contactar con Rivers a través de sus antiguos compañeros de Houston que ahora están en Clippers. Montrezl Harrell parece que trazó un puente entre su excamarada y Rivers y los consiguió unir a través del teléfono.

«Trev me llamó y me decía ‘fue culpa mía, tío. Pensé que me habías dicho algo. Obviamente, el partido fue caliente’. Yo estaba como, ‘culpa mía. No quería llegar a enemistarnos».

Herida pues curada —no sabemos si sellada—  entre dos equipos que podrían verse las caras en la primera ronda de playoffs. Al menos por la parte de Austin Rivers y Trevor Ariza.

Austin, «el hijo de Doc Rivers»

En la misma entrevista concedida a ESPN, Rivers asumía ser uno de los jugadores NBA menos queridos en la actualidad. Y la mayor parte de esos sentimientos, según el propio Austin, llegan por la genética.

«La gente puede decir lo que quiera de mí y mi padre (Doc Rivers, entrenador de los Clippers). Lo capto. Me puedo poner en su posición y entender por qué no les gusta la situación. Cuando crecí y veía al hijo del entrenador, era como que todo el mundo decía ‘apesta, solo juega porque su padre es el entrenador’. Así que lo capto», pudo alegar el escolta de los Clippers.

No obstante, Rivers también rompió una lanza en favor de sus cualidades más allá de los lazos familiares. «Me ofendió cuando se empezó a juzgarme como persona (a raíz del conflicto ante Houston). Que me juzguen todo lo que quieran como jugador. Algunos piensan que soy un gran jugador, otro que no. Eso está bien. Los números no mienten. Sé lo que estoy haciendo y lo que está haciendo el equipo», alegó Austin.

Si bien es cierto que su parentesco siempre ha podido ser motivo de menoscabar su calidad como jugador, también lo es que Austin Rivers ha mejorado sus números como profesional cada temporada desde que llegó a la liga, en 2012. Ahora promedia 15,8 puntos y 3,6 asistencias en 32 minutos de juego de media. Todos, techo absoluto de su carrera.


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