Según informa ESPN, el pasado jueves, antes del duelo entre los Blazers y los Pacers en Portland, se produjo un encuentro entre Damian Lillard y Paul Allen, el dueño de la franquicia. Esa reunión fue solicitada por el jugador y se trató de una cita muy discreta, sin el conocimiento del resto de la organización y en la cual por espacio de una hora Lillard y Allen hablaron sobre el rumbo de los Blazers y también sobre el presente y el pasado.
Comprometido con Portland pero necesitado de garantías
La cita tuvo lugar en la oficina de Allen del Moda Center, el pabellón de los Blazers. En ella Lillard, de 27 años y toda su vida en la NBA con la camiseta de Portland, reiteró su compromiso con el equipo de RIP City, pero a su vez quiso garantías de que desde las oficinas se trabaja para hacer un equipo candidato a estar en la pelea por el anillo, algo que ahora mismo tiene muy lejos. Los Blazers son séptimos de la Conferencia Oeste con 25-22, tras caer anoche ante Denver, y únicamente con 1,5 partidos de margen sobre la novena posición, en manos de los Clippers.
Miedo a un traspaso
Allen temió que Lillard pidiera un traspaso, dada la situación de los Blazers, sin aspiraciones reales a avanzar muchas rondas en los playoffs. Esos miedos los tuvo el propietario de Portland semanas antes de la reunión. Lillard no solicitó ser enviado a otro equipo y en el encuentro hablaron de posibles añadidos a la plantilla para que se haga más competitiva. El nombre estrella fue el de DeAndre Jordan, apunta ESPN.
Críticas a operaciones pasadas
Lillard se quejó ante Allen de que Portland enviara en 2015 a Will Barton a Denver, un jugador que podría cubrir bien las carencias de triples del equipo, además del hecho de que dejaran escapar a LaMarcus Aldridge rumbo a San Antonio. Igualmente, el exterior quiso dar un voto de confianza a Terry Stotts.
Lillard acaba contrato en julio de 2021 y tiene firmadas para las siguientes tres temporadas un total de casi 90 millones de dólares. Los Blazers son el quinto equipo que más gasta en salarios este curso, con 123 millones de dólares, por encima del impuesto de lujo.