Una de las infinitas ventajas que implica el tener a tu disposición a un jugador como Ben Simmons, es que éste te lo pone fácil incluso para sus fallas a mejorar. Es lo que sucede cuando solo somos capaces de identificar una.
Porque Simmons bota bien, rebotea bien, penetra bien, y reparte juego aún mejor. Su lunar, todos lo conocemos, es el tiro. Casi con total certeza, la virtud que más abre las puertas del paraíso hoy en día en la NBA. Toda sutil muñeca tiene su trocito de madera en la mejor liga del mundo.
Y si Ben Simmons también tuvo su hueco —como primero de su clase además—, fue porque, a pesar de carecer de tiro, hace todo (pero todo) lo demás bien. Así pues, ¿de qué clase de jugador estaríamos hablando de añadir este último y vital recurso a su arsenal? Probablemente de un jugador de época.
Así, concluido su año de debut con la eliminación ante Boston, no se demoran en Philadelphia para planear lo que será la agenda baloncestística de su diamante a pulir. Para cuando terminen las merecidas vacaciones, Brett Brown ya ha señalado el elemental y casi único extra homework de su pupilo.
El jump shot. Es decir, el tiro en suspensión, que como el propio coach ha señalado en rueda de prensa, se someterá a un «intenso refinamiento».
Espejo en el que mirarse
El objetivo de Simmons con este entrenamiento específico no será convertirse en un nuevo J.J. Reddick ni en un clon de Marco Belinelli. Para eso precisamente ya tienen a ambos en el equipo.
Pero su reflejo a imitar, por los múltiples paralelismos, bien podría ser el la estrella de los Bucks, Giannis Antetohounmpo. Otro all around player cuya principal falencia, que evoluciona mes a mes, es el tiro.
Boston, el leitmotiv
En 369 minutos de playoffs, los disputados por el de Melbourne, la hoja de tiro habla de 125 lanzamientos. De estos, tan solo 11 han partido de más allá de la pintura. Y de ellos, diana han hecho dos.
De triples mejor ni hablamos. Consciente de su 0/11 en temporada regular, ¿para que insistir en playoffs? Solo uno y no deberíamos ni contarlo, ya que éste vino de más allá de media cancha, forzado por la imperante bocina que ponía fin al segundo periodo del Game 3 ante Miami.
Esta información la manejaban los Celtics y sacaron petróleo de ella. El tiro es imprescindible en esta NBA. Incluso para una bestia multidisciplinar como Simmons.
Lo genial de todo esto es que los veranos en jugadores menores de 25 años en la NBA, recuerdan a menudo a los de los adolescentes cuando embocan el bachiller. Bastan solo dos meses para encontrarte de frente con un chico prácticamente irreconocible. El estirón baloncestístico llega a ser, en ocasiones, sobrenatural.
Victor Oladipo y el encargado de biselar la estatuilla del MIP, saben esto la mar de bien.