¿Qué ha cambiado en los candidatos a MVP?

Las estadísticas están actualizadas a día 16 de enero de 2024 *** Hasta el momento, la carrera por el MVP de 2024 está siendo una ...

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Por David Sánchez

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Las estadísticas están actualizadas a día 16 de enero de 2024

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Hasta el momento, la carrera por el MVP de 2024 está siendo una candidatura abierta. Al menos seis nombres reúnen méritos suficientes para acaparar el galardón al término del curso. Joel Embiid, Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo, Luka Doncic, Jayson Tatum y Shai Gilgeous-Alexander están firmando campañas casi impecables en lo individual. 

A excepción del base de los Thunder (y este ya solidificó su estatus el curso pasado), ninguno de ellos supone una irrupción estelar. De hecho, podría pensarse que el público general ya les conoce, incluso, en exceso. El ojo se cansa de ver a Embiid acudiendo a la línea de personal, del Luka-sistema de Dallas e incluso de la rutinaria excelencia creativa de Jokic. Pero si por algo los mejores reciben esta consideración, es por su capacidad para reinventarse. Y todos los mencionados están dando pasos más o menos evidentes en algún área de su juego. Por eso resulta interesante el ejercicio de preguntarse qué están haciendo mejor que nunca los aspirantes al MVP. 

Luka Doncic, triple y defensa

Aunque parezca mentira en la era del triple, hay muy pocos jugadores en la historia que hayan promediado diez o más intentos de tres por partido en una temporada. De hecho, sólo Stephen Curry (7), Damian Lillard (3), James Harden (3), Klay Thompson y Buddy Hield engrosan dicha lista. Luka Doncic va camino de convertirse en el sexto integrante de ésta. El esloveno está promediando 10,4 lanzamientos exteriores por encuentro con un 38% de acierto, ambos máximos de carrera. Mejores números de efectividad que cualquier temporada de La Barba y que una de las de Dame (la pasada).

Su stepback, como lo fue el de Harden, se ha convertido en uno de los movimientos más imparables de la liga por lo difícil que es puntear a un jugador de su tamaño (2,01m) tras generar el espacio tras bote. Según Kirk Goldsberry, 80 de los 135 triples que ha intentado en total los ha anotado después de un paso atrás (Curry le sigue con 39 anotados). Pero es que cada vez se siente más cómodo castigando a los defensores que pasan tras el bloqueo tras un simple bote abierto. 

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Luka está lanzando 8,4 triples tras bote, el número más alto de su trayectoria, y 1,9 tras recepción. Lo que también supone una nueva cima (en su temporada rookie promedió 1,8). Esto último es relevante. Este año es el primero desde la salida de Brunson en el que Luka comparte pista con otro generador prácticamente todos los minutos que pasa en cancha. Hasta el 28% de sus triples (y el 18% de sus tiros convertidos) llegan tras asistencia, de nuevo tope de carrera. Ya sea al lado de Kyrie Irving o Dante Exum, Luka está dejando más posesiones que nunca en manos ajenas. Y, lo más relevante, el balón le está volviendo para permitirle ejecutar en ritmo (41%). 

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Ahora bien, su mejora más sustancial se ha dado al otro lado de la pista. Doncic venía de una temporada especialmente mala en el apartado defensivo. Escudado en el cansancio acumulado por lo exprimido que se le vio en ataque, el esloveno acostumbraba a bajar los brazos y a eludir esfuerzos a las primeras de cambio. Parte de su documentado trabajo físico el pasado verano se centraba precisamente en esto. En mejorar su desplazamiento lateral y reforzar su core para aguantar mejor los impactos en defensa. Luka ya tuvo una decente temporada 21-22 como defensor en ayudas. Este año el paso adelante ha venido sobre balón. 

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Doncic acostumbra a ser uno de los objetivos preferidos por los ataques rivales para buscar emparejamientos. Y la forma más sencilla es provocando cambios con bloqueos y atacándole con balón. Sin embargo, el esloveno se está mostrando muy sólido en la defensa del uno contra uno, estando en el 66,4 percentil en la defensa del aclarado y en un 98 percentil protegiendo situaciones al poste. Preguntado por su capacidad de soportar emparejamientos de espaldas a canasta, Luka señaló la fuerza de su tren inferior como gran ventaja. “Tengo las piernas muy fuertes, la gente no se lo cree”. 

Dicho esto, la defensa sin balón sigue siendo su asignatura pendiente. Por tamaño y condición, el esloveno puede ser un decente defensor de ayudas, pero le cuesta más cuando su par es un atacante móvil en lado débil. Precisamente así fue como los Warriors acabaron desangrando a los Mavericks en las finales del Oeste en 2021. Aunque quizás evitar desangrarse por ahí sea más tarea del resto a la hora de proteger a su estrella. Él, de momento, está cumpliendo su parte. 

Joel Embiid, lectura y castigo al pase

Si algo ha separado estos años a los Sixers de ser un aspirante con todas las letras, eso es la salud de Joel Embiid. Pero más allá de eso, atendiendo únicamente al juego puro y duro, es la inconsistencia del pívot en la lectura del juego lo que más dolores de cabeza ha provocado en Philly. El camerunés no es un mal pasador per sé, pero sí uno muy irregular tanto en la lectura del juego como en el gesto del pase en sí. Especialmente cuando acuden dobles ayudas en situación de poste. 

Ante estas situaciones, costaba ver a Embiid tomando la mejor decisión de manera consistente. El pívot tiene dificultades para encontrar a los tiradores en lado contrario y a menudo ignora situaciones de ventaja de sus compañeros en movimientos hacia la pintura. A menudo, su capacidad para anotar suspensiones complicadas y para sacar faltas le han servido como bula, pero los playoffs castigan demasiado esas carencias. Este año, no obstante, se está viendo a un Jojo cambiado. 

En esta ocasión da igual si fue antes el huevo y la gallina. Embiid parece haber mejorado a la hora de reconocer comportamientos defensivos y castigarlos desde el pase. Ya no levanta la cabeza para observar el comportamiento de su defensor, sino el del resto de rivales y el de sus propios compañeros. Sigue mostrándose algo irregular en el gesto, sumando pases por debajo de la cadera o sin la tensión necesaria. Pero cada vez son menos. Aunque su evolución, sobre todo, se debe al comportamiento de los jugadores sin balón de los Sixers de Nick Nurse. 

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Para empezar, lo obvio. Si Embiid está promediando 6 asistencias por encuentro para un máximo de carrera, es porque la relación con Maxey es mucho más recíproca que con Harden. El año pasado Philly utilizaba el mano a mano como una simple variación del pick&roll, pero este año los exteriores están tomando los handoffs prácticamente al sprint, convirtiéndolo en una acción de asistencia potencial de forma directa. Además, Tyrese aprovecha como nadie cuando es él quien introduce el balón en el poste desde la diagonal. Habilitando su tiro a la mínima distracción o sobreayuda que le caiga a Embiid y convirtiendo estas secuencias en su principal fuente de triples tras recepción (49% de acierto en algo más de tres intentos por partido).

Solo hay que ver los sistemas de bloqueos y cortes entre exteriores para cerciorarse de que estos no son los Sixers estáticos del uno atacando y cuatro mirando. Maxey, Harris, Oubre, Melton y cía están moviéndose siempre con intención de recibir el balón en posiciones interiores. Extrañamente se quedan quietos, ejecutando acciones de pares que dejan a otros dos tiradores abiertos como amenaza que les procura el espacio necesario. Y Embiid les está encontrando mejor que nunca. 

Únicamente el futuro dirá si esto es suficiente para dar ese siguiente paso que el proyecto tanto anhela. No ya para alcanzar al fin las ansiadas finales de conferencia, sino para reconocerse como un contender legítimo. Aunque los cielos caigan cada mayo sobre Pensilvania, el equipo no está tan lejos de lograrlo como se quiere hacer creer. 

Nikola Jokic, el balón hay que cuidarlo

Estrenando el trono que le reconoce como mejor jugador del planeta, la temporada de Nikola Jokic está siendo extraña. No por el rendimiento en general, sino por su aproximación al juego, que ha dado ya unos cuantos giros de timón en lo que va de curso. El serbio está jugando a lo que pide el partido más que nunca. Alternando momentos y partidos en los que ni siquiera parece querer mirar el aro con tramos en los que domina la anotación interior a placer. 

En este aparente desdén se hace complicado rescatar un área en el que esté rindiendo a su máximo nivel de carrera o en la que haya registrado un cambio sustancial. Pero sí hay dos estadísticas de las que subyace la idea que mejor define a estos Nuggets: jugar de memoria. Y estas no son otras que el diferencial entre asistencias y pérdidas, y los puntos generados a través del bloqueo. Ambas máximo de carrera. 

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Aunque esta misma semana haya protagonizado su peor partido del curso en este aspecto ante Indiana (tanto Jokic como el equipo), Denver es el quinto equipo de la liga que menos pérdidas comete. Normalmente la élite en estas lides pertenece a equipos con estrellas que amasan mucho balón. La norma dice que, a menos pases, menos riesgos de extravío. Sin embargo, los Nuggets son el octavo equipo que más comparte el balón y el segundo conjunto que más asistencias suma por noche (29,7). Esta conjunción de dinamismo y cuidado del balón la representa a la perfección Jokic, cuyas asistencias llegan con más naturalidad que nunca. Si acaso es posible. 

Solo Indiana Pacers y Tyrese Haliburton superan en volumen y precisión a Denver y Jokic. Y sólo Fred VanVleet y Chris Paul pueden meterse en la conversación por ser el playmaker de élite más seguro de lo que va de curso. 

Ratio asistencias/pérdidas en jugadores con más de siete pases de canasta por partido: 

  • Tyrese Halliburton: 12,5 asistencias (4,89 AST/PÉR)
  • Trae Young: 10,9 asistencias (2,59)
  • Nikola Jokic: 9,3 asistencias (3,2)
  • Luka Doncic: 9,1 asistencias (2,32)
  • Fred VanVleet: 8,5 asistencias (5,28)
  • James Harden: 8,4 asistencias (3,12)
  • Domantas Sabonis:7,8 asistencias (2,37)
  • Devin Booker: 7,7 asistencias (2,66)
  • LeBron James: 7,5 asistencias (2,25)
  • Cade Cunningham: 7,3 asistencias (1,92)
  • Chris Paul: 7,2 asistencias (6,05)

Aunque se le reconozca poco, Jokic es, junto a Domantas Sabonis y quizás Steven Adams, el mejor bloqueador de la liga. Por un tema de tamaño, kilos, orientación y capacidades a la salida de la pantalla. Este año los Nuggets le están utilizando mucho más como medio que como fin, aprovechando sus bloqueos para generar 10,9 puntos por noche. Nuevo marcador de la armonía ofensiva de los de Colorado. Especialmente en su conexión con Jamal Murray. 

Shai Gilgeous-Alexander, guarden sus carteras 

Hagamos como que la gran diferencia que está marcando Shai no es su magisterio al aclarado. Estar por encima del 58% de tiro de campo efectivo cuando el 40% de tus lanzamientos llegan entre los 2,5 metros y el triple no es normal. Convertir en títeres a algunos de los mejores defensores exteriores de la liga tampoco. Y ni mucho menos situarse en el percentil 92 en el uno contra uno siendo el cuarto jugador de mayor volumen de la NBA. El base ocupa ya la cima técnica de la liga y, exceptuando el triple, no hay recurso en el que no sea absoluta élite a la hora de anotar desde el bote. 

¿Qué ha cambiado en los candidatos a MVP?
Números de Shai Gilgeous-Alexander en situaciones de aclarado durante los 38 primeros encuentros de la 2023-24

Aun así, el gran salto de SGA en este apartado ya se dio el año pasado, siendo lo del presente curso su definitivo asentamiento entre la aristocracia de la liga acompañado de un conjunto en el que todo ha encajado. Los Thunder son la quinta mejor defensa de la liga. Y, aunque sus principales estandartes ahí sean Luguentz Dort y Chet Holmgren, el paso adelante de Shai hace que el equipo no cuente con puntos débiles explotables. 

Las condiciones del canadiense para la defensa son envidiables. Sobre todo por su tremenda envergadura (2,11m). Lo cierto es que nunca ha sido un mal defensor, aunque tampoco ha destacado especialmente por encima de la media. Los Thunder siempre prefieren esconderlo en defensa para no desgastarle, y los rivales tampoco le buscan como emparejamiento a explotar. 

Sus números defendiendo en aclarado son notables (percentil 69), y el portal de estadística avanzada Dunk and Threes valora con un +2,9 (percentil 98) su Estimated Plus-Minus defensivo. Pero si algo salta a la vista de su temporada en defensa es el instinto que ha desarrollado a la hora de saltar a la ayuda sobre balón, acosar al atacante cuando se queda sin bote o atacar la línea de pase buscando el robo. 

Shai lidera la liga en robos por partido con 2,3 recuperaciones por noche y en desvíos con 3,7. Tiene un don parta este tipo de acciones de los que no se enseña. Y mientras otros exteriores como Smart, Caruso o Suggs parecen desplegar un esfuerzo mayúsculo, el base de los Thunder parece que las acumula sin sudar. Oklahoma es el cuarto equipo que más balones recupera en el, el que más porcentaje de pérdidas genera en el rival, el que más anota tras esas pérdidas y el quinto que más puntos suma al contraataque. 

Y esto se lo deben, básicamente, a la velocidad de manos y capacidad de anticipación de todos sus defensores. Fuera de Dort (stopper y punta de lanza) y Chet (ancla o protector del aro en ayudas), el resto de piezas son totalmente intercambiables. Pero Shai destaca entre todos por la pesadilla que supone ante bases de menor tamaño a los que avasalla con la longitud de sus brazos. 

Tatum

Giannis Antetokounmpo, el empujón a la zona de Damian Lillard

Hay que mirar unas cuantas veces para creerse que Giannis Antetokounmpo, el rey indiscutible de la pintura en el pasado lustro, va camino de firmar su temporada de mayor anotación y eficiencia en el tiro. Emparejarle con Damian Lillard está teniendo contraprestaciones evidentes en defensa. Pero en ataque es ya la tercera pareja que más anota (56,4) de la liga después de Embiid-Maxey (61) y Doncic-Irving (59,4). En puntos totales, supera ampliamente a ambas. 

Además es, después del dúo de Philly, el que más se retroalimenta. Lillard le ha repartido 77 asistencias a Antetokounmpo en lo que va de temporada, mientras que el griego le ha dado 34 pases de canasta a Dame. Brook Lopez comenzó siendo la pareja preferida del base en el pick-and-roll, pero poco a poco Giannis se va imponiendo como el bloqueador favorito. 

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No es nada que no se haya dicho hasta la saciedad pero, a priori, hay pocas parejas que se beneficien más de la compañía del otro ni que sea de forma indirecta. No hay nadie en la liga que albergue mayor gravedad interior que Antetokounmpo, y solo Stephen Curry supera la atracción exterior de Lillard en los últimos años. Lo que supone estirar la cancha hasta límites insospechados. Esto ha empujado a Giannis a la zona restringida con mayor vehemencia si cabe. Solo en la 18-19 ha lanzado un porcentaje mayor de tiros a menos de tres metros (52,5% en esta por 57% en aquella. En aquella promediaba 10,7 intentos con un 73% de acierto, este curso se va a los 11,8 por noche con un 78%. 

El porcentaje de canastas asistidas de Giannis ha pasado de oscilar entre el 41 y el 43 por ciento en las últimas tres campañas al 51% en la presente. Prodigándose como nunca en los cortes sin balón, con los que genera 1,62 puntos por posesión (percentil 93,5). Pero es que, por si fuera poco, la convivencia con Lillard también le ha hecho mortífero como manejador en situaciones de pick-and-roll (1,16 puntos por posesión, 95,5 percentil). Y eso que los Bucks apenas están involucrando a sus exteriores como bloqueadores en este tipo de acciones. Estar rodeado siempre de tiradores también le empujan a su máximo de carrera en asistencias (5,9).

Pero más allá del perfecto encaje con Lillard, lo cierto es que Giannis está pletórico en lo individual. Rajando defensas que, noche tras noche, tratan de construirle un muro de dos o más defensores. En el siempre interesado debate del talento, al griego se le hurta a menudo el privilegiado juego de pies que posee ya en vuelo. Como si aquello saliese fuera de lo denominado como técnica. Quieran darle el mérito que quieran, Giannis está ahora mismo cima en su repertorio ofensivo, cayendo cada vez menos en triples y medias distancias regaladas. 

Tatum, delegando ¿voluntariamente?

Lo admito, la estrella de los Boston Celtics es el más complicado de abordar porque, sobre el papel, no está haciendo nada claramente mejor que en cursos anteriores. De hecho, se podría argumentar que, por causa propia o ajena, ha dado un paso atrás en varias áreas. Ataca el aro menos y en menor porcentaje (aunque con mayor acierto), abusa del triple tras bote a pesar de su 33% en esas situaciones (5,7 intentos es su máximo de carrera)  y no ha dado ese salto en el playmaking que tanto se anticipa con él. Aunque antes del traspaso por Jrue Holiday se hablase de él como posible base del equipo.

Estaría dispuesto a admitir que pasar de un porcentaje de uso del 32% a un 29% es un símbolo de madurez. Pero lo cierto es que ha habido muchos en los que el equipo pedía a gritos mayor participación del alero cuando se ha mantenido en un segundo plano. Pese a que es un problema puntual. 

Cabe destacar también que enero estaba siendo su mejor mes en anotación hasta su doble técnica ante los Raptors cuando solo llevaba 15 minutos en cancha. Y es que, precisamente en este último tramo de temporada, es cuando parece que estaba encontrando el balance perfecto entre mantenerse en los márgenes y tomar el partido por las solapas. Tatum está dominando con bastante claridad la anotación de Boston en los últimos cuartos (7,1). No en el clutch, donde el rey está siendo un Kristaps Porzingis que lo está bordando en finales apretados. 

Pero es que es Tatum el que está evitando que muchos finales sean apretados, especialmente en el último mes de competición. Los porcentajes podrían ser mejorables, pero promedia un 38% en el triple que es élite entre los anotadores de volumen. Su anotación no da la sensación de ser tan fluida como el pasado curso a estas alturas, pero está teniendo la mejor temporada de su carrera en aclarados y situaciones de poste (no tan eficiente, pero sí de mucho mayor volumen). ¿Está metiendo Tatum tiros más difíciles que nunca?

La toma de decisiones de Tatum desde el pase ha mejorado ostensiblemente en los últimos tres años. Aunque no necesariamente su selección de tiro. Esta evolución no está en el número de asistencias, sino en cómo el alero cada vez ejecuta más pases que ponen a sus compañeros en situación de romper sistema. Tatum nunca va a ser un manipulador de defensas, pero sí que lee mejor las coberturas defensivas para reaccionar ante ellas. 

En la superficie, no parece que el curso del alero esté por encima del anterior en prácticamente ninguna faceta. Pero sí da la sensación de estar rodeado del mejor quinteto que ha tenido, y lo sigue liderando sin aspavientos (sobre todo por la irregular temporada de Jaylen Brown). Y, conociendo lo tramposas que suelen ser las narrativas, si esta versión de Boston y Tatum acaban logrando el anillo por fin, se aplaudirá el antedicho paso al lado del alero como un símbolo de madurez. Quizás lo sea. 

(Fotografía de portada de Getty Images)

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